A propósito de Halloween: la transformación de los rituales, entre la identidad y el vacío cultural argentino

Sábado 01 de Noviembre de 2025, 12:27

La celebración importada refleja el vacío de los rituales nacionales y cómo se construye la identidad colectiva



Por Flavia Pittella

El debate sobre Halloween expone la tensión entre rituales importados y tradiciones locales. Conocer el origen de lo que hacemos —desde frases, comidas, música, hasta celebraciones— nos permite decidir con conciencia si queremos participar o no.

“Siempre pienso que es mejor saber el origen de las cosas, saber por qué hacemos lo que hacemos, de dónde viene y cuál es el sentido”, señala la autora. Saber esto, dice, ayuda a tomar decisiones más libres y conscientes.

Comentarios en redes sociales muestran la diversidad de opiniones: algunos critican la influencia extranjera, otros simplemente quieren que los chicos disfruten sin cuestionamientos. Estas voces reflejan la complejidad de la sociedad contemporánea.

Los rituales escolares, como el izado de banderas o el canto del himno, cumplen una función social fundamental. Según Émile Durkheim, “la sociedad no existe primero y luego inventa el ritual. El ritual crea la sociedad”. Los gestos colectivos generan una “efervescencia colectiva”, elevando a los participantes más allá de lo individual.

Sin embargo, muchos de estos rituales se han diluido: himnos más cortos, ceremonias trasladadas al interior de los colegios, rutinas que pierden sentido. Byung-Chul Han sostiene que los rituales estabilizan el tiempo; sin ellos, los días se vuelven intercambiables y la identidad, frágil. Victor Turner agrega que se pierde la liminalidad, el espacio entre estados donde la cultura sostiene la transformación personal. Halloween ocupa este vacío, permitiendo jugar con los mundos de vivos y muertos, con un sentido original de vida frente a la muerte.

El debate sobre Halloween revela

La globalización y la cultura de consumo han llevado a la adopción de rituales importados, como Halloween o San Valentín, que ofrecen emoción y repetición sin historia ni continuidad. “El ritual que una vez heredamos, ahora lo compramos. Parecen rituales. Se comportan como rituales. Pero les falta un ingrediente: la continuidad”, explica Pittella.

Judith Butler recuerda que la identidad es algo que hacemos y repetimos. Cuando los rituales nacionales se debilitan y los importados se fortalecen, la identidad se vuelve descargable, sin herencia. Los rituales importados ofrecen pertenencia, emoción y simbolismo, sin necesidad de tradición ni memoria histórica.

En Argentina, el fútbol sigue siendo el ritual más poderoso: millones participan colectivamente, recordando victorias, ausentes y hechos históricos. “No hay otro evento que una a la ciudad y el campo, a todas las clases, a creyentes y ateos, a peronistas y antiperonistas, a jóvenes y mayores”, señala la autora.

Halloween no reemplaza la identidad, sino que llena el vacío dejado por los rituales debilitados. Pertenecer a una comunidad requiere gestos colectivos, calendario y conmemoraciones. Incluso los rituales modificados o importados permanecen en el inconsciente colectivo.

“No tiene sentido discutir Halloween sí o Halloween no. Se acabará cuando no quede ningún gesto que pueda ser más grande que cada uno de nosotros individualmente”, concluye Pittella. La escritora cita a Laurie Anderson: un ritual se transforma, se adapta y persiste a pesar de obstáculos imprevistos, como los tigres que irrumpen en una ceremonia y terminan formando parte de ella. /Infobae