
Miércoles 05 de Noviembre de 2025, 11:02
Usuarios del transporte público estallaron contra las empresas de colectivos, que siguen pidiendo subsidios millonarios mientras el servicio se hunde en la desidia. Viajes interminables, unidades destruidas y horarios imposibles son parte de la rutina diaria.
“Supuestamente los colectivos deberían pasar cada quince minutos, pero a veces espero una hora”, contó Paola, usuaria habitual de la línea 11 al periodista Matías Auad de La Gaceta. “Siempre piden más plata y nunca hicieron nada. El gobierno les dio fondos y las unidades siguen igual o peor”, agregó.
Como ella, cientos de pasajeros aseguran que el transporte “ya no sirve para llegar a horario”. Muchos optaron por usar motos o aplicaciones, aunque cuesten el doble, porque —dicen— al menos funcionan.
Raúl, otro usuario, fue directo: “Esto siempre funcionó mal. Ahora se quejan porque la gente no sube, pero es lógico: nadie puede esperar tanto para ir a trabajar o al médico”.
Mientras tanto, las empresas amenazan con suspender choferes o paralizar el servicio si no reciben más dinero del Estado. Pero los vecinos son claros: el problema no es la falta de subsidios, sino la falta de compromiso empresarial.
Los choferes, que cobran la mitad del sueldo por suspensiones, confirman que los dueños no invierten ni mantienen los vehículos. “Nosotros ponemos el cuerpo todos los días, pero ellos solo se quejan”, dice Gabriel, conductor de la línea 11.
El transporte tucumano atraviesa su peor momento: pasajeros hartos, trabajadores en la cuerda floja y empresarios que lucran con un servicio cada vez más caro, más deficiente y menos usado.