Miércoles 05 de Noviembre de 2025, 14:17

La caida de una avioneta cargada de cocaína a pocos kilómetros de la frontera entre Salta y Tucumán es una nueva alarma sobre el descontrol en los cielos del NOA
La caída de una avioneta boliviana cargada con al menos 140 kilos de cocaína en Rosario de la Frontera volvió a dejar al descubierto una realidad alarmante: los cielos del norte argentino son un colador por donde transitan vuelos narcos sin control. La falta de radares en amplias zonas del NOA convierte a la región en un corredor aéreo ideal para el tráfico de droga que ingresa desde Bolivia.
El reciente operativo en San Felipe, una localidad cercana a Rosario de la Frontera y a menos de 50 kilómetros del límite con Tucumán, expuso con crudeza esa vulnerabilidad. Vecinos grabaron el vuelo errático de una avioneta que terminó estrellada contra un árbol. Al llegar, la policía y la Gendarmería hallaron la nave con matrícula boliviana y al menos 140 kilos de cocaína. A metros del lugar apareció un auto incendiado y horas después fueron detenidas dos personas.
El fiscal federal de Salta, Eduardo Villalba, confirmó que se realizan rastrillajes en busca de más implicados. Todo indica que los ocupantes intentaron realizar un aterrizaje de emergencia o arrojar la carga en campos cercanos. Según fuentes judiciales, una avioneta de ese tipo puede transportar entre 250 y 500 kilos de cocaína. “Probablemente no pudieron retirar toda la carga por la urgencia de escapar”, explicó un investigador.
Sin radar ni control
El caso expone una falla estructural: buena parte del NOA carece de cobertura radar. Esa “zona ciega” es aprovechada por los traficantes que vuelan a baja altura para ingresar grandes volúmenes de cocaína sin ser detectados.
“Estamos atentos a todo lo que ocurre en el NOA. Hay una decisión política de combatir el narcotráfico, por eso el gobernador (Osvaldo) Jaldo anunció que reforzará el Operativo Lapacho”, sostuvo Jorge Dib, secretario de Lucha contra el Narcotráfico de Tucumán. Sin embargo, los expertos advierten que sin un control aéreo efectivo, los esfuerzos provinciales son insuficientes.
Un desplazamiento silencioso
Los investigadores detectaron un “corrimiento” del narcotráfico hacia el sur salteño. Localidades como Rivadavia, Anta, Metán, Rosario de la Frontera, La Candelaria, Guachipas, Cafayate y San Carlos se transformaron en nuevas bases de acopio, aprovechando que el sistema de radarización nacional no llega hasta allí. Desde esos puntos, la droga se distribuye hacia Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca, donde se multiplicaron las incautaciones.
Los números son elocuentes: en lo que va del año, Tucumán registró un aumento del 500% en los decomisos de cocaína respecto de 2024. En Santiago del Estero, la suba superó el 100%, y en Catamarca, el 4.000%. En cambio, en Salta —reforzada con fuerzas federales y bajo el Operativo Güemes— el crecimiento fue apenas del 10%, y en Jujuy incluso se registró una baja del 30%.
Los especialistas aseguran que esta dinámica demuestra que los narcos buscan rutas alternativas para esquivar los controles. En Tucumán, más del 60% de los más de 1.000 kilos de cocaína incautados fueron hallados en la llamada “Ruta de los Valles”, que conecta directamente con el sur salteño.
Mientras la frontera norte concentra operativos y anuncios, el narcotráfico aprovecha los vacíos de radarización y la falta de presencia efectiva del Estado. Cada avioneta que cae —como la de San Felipe— es apenas una muestra visible de un problema mucho más grande: un cielo sin guardianes, donde los vuelos narcos cruzan impunemente el mapa del NOA.
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