El rey Carlos sanciona a su hermano pedófilo, el "Principito", pero no le quita la medalla que le dieron en la Guerra de Malvinas

Miércoles 05 de Noviembre de 2025, 19:32

Andrés participó de la guerra en 1982



El rey Carlos III impuso una dura sanción a su hermano, el ex duque de York, Andrés Mountbatten Windsor, al retirarle títulos nobiliarios y cargos oficiales por su vinculación con el financista y pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein. Sin embargo, y pese al escándalo que lo rodea, el monarca resolvió no despojarlo de la medalla que obtuvo en la Guerra de Malvinas de 1982, decisión que reavivó la indignación en la Argentina, donde su figura es recordada con desprecio por su papel en el conflicto bélico y su actitud arrogante tras el final de la guerra.

Durante la contienda, Andrés tenía apenas 22 años y servía como copiloto de un helicóptero Sea King a bordo del portaaviones HMS Invincible. Participó en misiones de combate antisubmarino y antisuperficie, en rescates de tripulantes caídos y en maniobras de distracción para atraer los misiles Exocet argentinos. Estas operaciones, de alto riesgo, lo convirtieron en uno de los rostros más visibles de la Marina Real británica durante el conflicto del Atlántico Sur.

Su participación fue utilizada por la monarquía como símbolo del valor británico, en una guerra que dejó más de 900 muertos. En la Argentina, en cambio, su presencia en el teatro de operaciones fue vista como una provocación imperial: el “principito” combatiendo mientras jóvenes soldados argentinos —en su mayoría conscriptos— resistían en condiciones extremas frente a una potencia mundial.

Al regresar a Londres, Andrés fue recibido con honores por su madre, la reina Isabel II. Las imágenes del joven príncipe sonriendo, con una rosa roja entre los dientes, se grabaron en la memoria argentina como un gesto de burla y soberbia, que aún hoy despierta rechazo. Desde entonces, su nombre quedó asociado al rostro de la victoria británica sobre las Malvinas, un símbolo de la humillación nacional.

Pese a las acusaciones de abuso sexual y corrupción y a haber sido apartado de la vida pública, el rey Carlos decidió que su hermano mantenga sus medallas de servicio operativo, incluida la Medalla del Atlántico Sur, concedida a los que participaron directamente en la campaña militar contra la Argentina.


Veteranos británicos defendieron esa decisión, alegando que sería “moralmente indefendible” quitarle una medalla ganada en combate. Pero para muchos, la medida es un nuevo agravio simbólico, al preservar los honores de un hombre señalado por delitos aberrantes y que encarna, para la memoria colectiva nacional, la soberbia imperial británica.

Andrés sirvió 22 años en la Marina Real y fue promovido a vicealmirante en 2015, aunque perdió todos sus títulos honoríficos en 2022, cuando la reina Isabel lo despojó de sus cargos militares y patronazgos benéficos tras el escándalo Epstein.

Hoy, sin título de príncipe ni residencia oficial, el “principito caído” sigue conservando la medalla que más duele a los argentinos: la que celebra su participación en una guerra que aún sangra en la memoria nacional.

 
Andrés al volver a Londres luego de la Guerra de Malvinas.