Sábado 15 de Noviembre de 2025, 15:00
Samira Rabi, de 21 años, sostiene que cuando tenía 11 años declaró en Cámara Gesell que su padre, Fabián Rabi, había abusado de ella, y que esa acusación era falsa. La declaración fue incorporada como prueba decisiva en el expediente que terminó con una condena de 13 años de prisión dictada en 2017 en Tucumán. La joven afirma que fue obligada por su madre a involucrar a su padre en un hecho que, según dice, no ocurrió.Según su testimonio, durante su infancia vivió episodios de violencia física, verbal y psicológica ejercida por su madre. Asegura que antes de la Cámara Gesell fue instruida para relatar hechos contra su padre, que lo mencionara por su nombre y que no dudara durante la declaración. Dice que los golpes que tenía en el cuerpo fueron cubiertos con una campera y que en la entrevista nadie percibió las lesiones.
Luego de aquella declaración, su padre fue detenido y posteriormente condenado. La sentencia quedó firme tras las instancias de apelación. Samira afirma que, después del juicio, la violencia en su casa continuó y que en ocasiones fue dejada afuera de la vivienda durante horas o días.
A los 15 años presentó una denuncia contra su madre en una dependencia policial y mostró lesiones que asegura provenían de años de maltrato. Su tía materna intervino y la puso en contacto con su familia paterna. En 2022, la Justicia le otorgó la tenencia a su abuela paterna, tras evaluar su situación personal y el conflicto familiar.
Semanas atrás, Samira grabó un video que se difundió en redes sociales. Allí afirma que mintió en la Cámara Gesell, pide que se reevalúe el caso y solicita la liberación de su padre. Sostiene que vive las consecuencias psicológicas de lo ocurrido y que inició un tratamiento por recomendación profesional. Dice también que la causa judicial le impide cerrar una etapa de su vida.
Fabián Rabi permanece detenido en la Brigada de Tucumán Capital, y según la familia no fue trasladado a otro penal por falta de cupos. Samira anunció que presentará un pedido de revisión ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que el caso sea analizado nuevamente. La familia aguarda una decisión sobre los próximos pasos judiciales.
Samira Rabi tenía apenas 11 años cuando ingresó a una Cámara Gesell y denunció que su padre la había abusado sexualmente. Esa declaración, obtenida bajo presión de su madre, fue suficiente para que la Justicia condenara a Fabián Rabi a 13 años de prisión.
Diez años después, Samira rompió el silencio. En un video que se viralizó en redes sociales aseguró: “Me obligaron a mentir. Mi papá no abusó de mí. Necesito que alguien me escuche y lo liberen”.
La joven contó que durante toda su niñez sufrió golpes, maltrato físico, verbal y psicológico por parte de su progenitora, con quien hoy no tiene relación.
En diálogo con Crónica, Samira recordó que su madre la obligó a incriminar a su padre bajo amenaza de violencia.
“Me agarraba de los pelos, me pegaba con un palo de escoba, me tiraba vasos o cuchillos. Ese era el castigo si no decía lo que ella quería”, relató.
Incluso el día que declaró en Cámara Gesell llevaba puesta una campera para ocultar los moretones y golpes, aunque nadie lo advirtió.
Tras aquella declaración, su padre quedó detenido y en 2017 fue condenado a 13 años de cárcel. La defensa apeló, pero todas las instancias ratificaron la sentencia. Actualmente se encuentra alojado en la Brigada de Tucumán Capital.
“Intentamos de todo, nunca nos escucharon. Nos dicen que sólo la Cámara Penal de Buenos Aires puede revisar el caso”, explicó Samira, que debió suspender sus estudios de Derecho para abocarse a la lucha por la inocencia de su papá.
El giro en la historia llegó cuando su tía materna, Rosa Ramona Ponce, la rescató de la violencia y la impulsó a denunciar a su madre. Con apenas 15 años, Samira mostró a la Policía las lesiones crónicas y cicatrices producto de años de maltrato.
Antes de morir, su tía la reconectó con la familia paterna, que la recibió con los brazos abiertos. En 2022, la Justicia le otorgó la tenencia a su abuela paterna.
“Pensé que la familia de mi papá me iba a odiar, pero me cuidaron y me ayudaron a sanar”, contó.
Hoy, con 21 años, Samira prepara una presentación ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que revise la condena contra su padre. “Por favor, escúchenme. Mi papá es un hombre inocente, no tiene por qué estar cumpliendo una condena por algo que no hizo”, reclamó.