Martes 16 de Diciembre de 2025, 09:12
Australia amaneció sacudida por uno de los episodios más sangrientos de su historia reciente.
El ataque armado contra una multitud que celebraba Janucá en Bondi Beach, una de las playas más emblemáticas de Sídney, dejó 15 muertos y más de 40 heridos y destapó una trama que estremece por sus derivaciones internacionales y terroristas.
En uno de los vehículos utilizados por los agresores,
la Policía encontró banderas artesanales del Estado Islámico (ISIS) junto a artefactos explosivos improvisados, un hallazgo que
terminó de confirmar la hipótesis de un atentado motivado por el extremismo y el antisemitismo.
El primer ministro australiano,
Anthony Albanese, fue contundente:
“Todo indica que este ataque estuvo motivado por la ideología del Estado Islámico”, afirmó en declaraciones a la cadena ABC.
Los autores del ataque fueron identificados como Sajid Akram (50) y su hijo Naveed Akram (24), quienes dispararon durante varios minutos contra la multitud reunida en la playa. El padre fue abatido por la policía en el lugar, mientras que el hijo permanece gravemente herido, en coma y bajo custodia policial.
Los atacantes eran padre e hijo. (Foto: gentileza ABC).
Entrenamiento militar y alertas ignoradasLa investigación reveló un dato aún más inquietante: ambos habrían recibido entrenamiento de estilo militar en Filipinas, país al que viajaron en noviembre pasado. Las autoridades australianas intentan reconstruir el objetivo de ese viaje y los contactos que mantuvieron en el exterior.
Además,
se confirmó que Naveed Akram ya había estado en el radar de los servicios de inteligencia en 2019, aunque en ese momento no fue considerado una amenaza inminente. Tras la masacre, crecen las críticas al gobierno por posibles fallas en la prevención.
“Con el auge del ISIS hace más de una década, el mundo entero lucha contra esta ideología de odio”, sostuvo Albanese, mientras la presión política y social aumenta.
Diez minutos de terror en Bondi Beach
El ataque ocurrió el domingo por la tarde. Según reconstruyeron los investigadores, Naveed le dijo a su madre que salía a pescar, pero en realidad se habría encerrado con su padre en un departamento alquilado para ultimar los detalles del atentado.
Armados con armas de caño largo,
dispararon durante al menos diez minutos contra hombres, mujeres y niños que participaban de la celebración religiosa.
Entre las víctimas fatales hay una nena de 10 años, un sobreviviente del Holocausto y un rabino local, lo que profundizó la conmoción dentro y fuera del país.
La madre de Matilda Britvan, de 10 años, la víctima más joven de la masacre, abraza a su hijo tras pronunciar unas palabras en una vigilia celebrada en Bondi Beach. (Foto: REUTERS/Hollie Adams).
Repercusiones políticas y duelo nacionalEl ataque reavivó el debate sobre el antisemitismo y la seguridad en Australia. El presidente de la Asociación Judía Australiana,
Robert Gregory, cuestionó duramente al gobierno por no haber reforzado la protección de la comunidad judía.
Desde Israel, el primer ministro
Benjamin Netanyahu también se pronunció y vinculó el clima de violencia con recientes decisiones diplomáticas de Australia.
En respuesta al escándalo, las autoridades anunciaron que endurecerán las leyes de control de armas, luego de que se conociera que Sajid Akram poseía seis armas de fuego de manera legal.
Dolor, solidaridad y memoriaMientras el país intenta procesar la tragedia, miles de personas se volcaron a donar sangre para los heridos y Bondi Beach se llenó de flores, velas y mensajes en un memorial improvisado.
Tiroteo en Australia dejó un saldo de 10 muertos. (Foto/Gentileza: The Sydney Morning Herald).
El lunes por la noche, familiares, vecinos y líderes religiosos participaron de una vigilia para homenajear a las víctimas, en una imagen que contrasta brutalmente con el horror vivido apenas horas antes.
Australia, acostumbrada a vivir lejos de los grandes atentados terroristas, enfrenta ahora una herida profunda que vuelve a poner al extremismo en el centro de todas las alarmas.