Domingo 29 de Octubre de 2017, 09:45

Los cambios de paradigma provocados por la tecnologÃa no modificaron el hábito, al contrario: internet es un gran aliado.
Buscan. Encuentran. Guardan. Revisan. Clasifican. Atesoran. Y siguen rastreando. Se apasionan. Se obsesionan. Son metódicos. Sueñan. Y nunca paran. Bienvenidos al de los coleccionistas, un mundo repleto de variables y estilos pero que tiene como base la atracción irresistible por determinados objetos. Y dos cosas más: el gusto por el dato preciso, que memorizan con rigurosidad cientÃfica, y el espÃritu aventurero, que los lleva a explorar hasta rincones impensados para encontrar una pieza única.Tucumán tiene muchos coleccionistas. Están los más habituales o conocidos: de monedas, de antiguedades o de sellos postales. Hasta los más excéntricos, que coleccionan radios de todo el mundo o atesoran papeles impresos de distintas épocas, pasando por los que aman los juguetes de diferentes décadas, los discos de vinilo y hasta ¡perfumes!
Están los que arman grandes colecciones y persiguen el sueño de crear su propio museo. Y los que hacen su compilación en forma casera, sin más pretensiones que mostrársela a sus amigos y conocidos. Algunos con objetos únicos puntuales. Otros con varios rubros a la vez.En esta nota, y solo a modo de ejemplo de estas pasiones, contamos algunas historias de coleccionistas.
> Un santuario tapizado por infinidad de juguetes
Hace varios años Frido Núñez dejó atrás la infancia. Pero eso a él no le importa para nada. Se desvive por los juguetes, especialmente por los de Star Wars. En su casa atesora más de un centenar de piezas y año a año aumenta la colección en una habitación a la que él llama “el santuarioâ€. “También tengo figuritas especiales, algunas de 1877, vinilos y otras cosas, como por ejemplo envoltorios y cajas de juguetesâ€, dice Frido, que tiene 36 años y es padre de dos niños.Cree que es coleccionista de toda la vida. “Cuando era chico ya tenÃa esa obsesión de cuidar los objetos, no tirar las cajas en las que venÃan, ordenarlos. TodavÃa tengo el Batimóvil del año 89 con su respectivo envoltorioâ€, describe.Tiene todo sistematizado. Se interesa por la historia de cada uno de los juguetes, qué pasaba en el paÃs cuando salió a la venta. “No colecciono cualquier juguete; busco cosas antiguas, que me hayan gustado mucho de chico. Por suerte, internet me ayuda mucho en esta tarea. Además, me di cuenta de que en Tucumán hay un montón de coleccionistas de juguetes con quienes compartir mi pasiónâ€, revela.Lo más loco que hizo para su colección fue meterse en la 501st Legion (una organización mundial de fans de Star Wars, que tienen trajes de la pelÃcula y hacen actos de caridad). “Colecciono esos disfraces en tamaño natural y los uso en distintas actividades benéficasâ€, cuenta, mientras confiesa que lo más preciado son sus figuras de 1977 de la Guerra de las Galaxias.
> La amante de los perfumes
Hay quienes le juran lealtad a una sola fragancia. No es el caso de Karen Sparr. A ella cada momento, cada estado de ánimo, le inspira un aroma distinto. ¡Y claro, sà que tiene opciones para cada ocasión! Porque desde hace más de 20 años esta licenciada en Administración de Empresas colecciona perfumes importados de todo tipo de flores y notas. Su colección está alineada mayormente en las estanterÃas que dominan su vestidor, donde también acumula una enorme cantidad de maquillaje. Cada uno de los frascos tiene aunque sea unas gotas de la fragancia. Están ordenadas por estación. De todas sabe cuándo, por qué y cómo fueron creadas. Muchas de ellas son verdaderas reliquias, que ya no se fabrican. Según sus cálculos, posee unos 230 perfumes en total. “Cada lanzamiento de un nuevo producto no me lo pierdo. Estoy pendiente del mercado. Todo comenzó cuando cumplà 15 años y me regalon mi primer importado. Me volvà fanáticaâ€, explica la profesional, que entró a trabajar en un free shop y entonces fue volviéndose cada vez más experta en aromas. “¿Lo más loco que hice?... Endeudarmeâ€, confiesa Karen, que se declara una enemiga acérrima de las imitaciones y de regalar alguna de las piezas de su colección. “Son mis tesorosâ€, subraya.
> 1.500 vinilos y mucho más
Fabián Capdevila (47) tenÃa 9 o 10 años cuando heredó varias cajas llenas de vinilos. Al principio no sabÃa bien qué podÃa hacer con ellos. Hasta que, jugando, empezó a escucharlos. Allà cree él que se inició su fanatismo por los discos y por la música. Esi lo convirtió en el dueño de una colección que tiene más de 1.500 piezas, todas ordenadas perfectamente en un cuarto de su casa en La Florida. Allà también hay equipos de música, bandejas, parlantes, casettes, una videoteca y un proyector para ver pelÃculas en la pared. Gracias a internet logró agrandar en forma impresionante su colección de vinilos. Tiene de todo tipo de música: tango, rock, melódicos. “Vivà en Buenos Aires hace unos años, donde trabajaba como asistente de un productor musical. Esto también ayudó mucho a mi afición porque recibÃa todo tipo de discos; por ejemplo, los que se repartÃan en disquerÃas que tenÃan el sello sólo para difusión. Estos son los que mejor calidad de sonido tienenâ€, resalta. “¿Si los escuché todos?... Claro que sÃ. Cada dÃa escucho un disco, desde Pink Floyd, Alan Parsons, Queen, Inxs, Madonna, pasando por Mecano, los Iracundos. La lista es larguÃsima... Hasta tengo el primer vinilo de Julio Iglesiasâ€, especifica Fabián, que es experto en automatismo y trabaja en varias empresas.
> La historia en los sellos postales

¿Por qué seguir coleccionando sellos postales en una época en la que las cartas parecen estar a punto de desaparecer? Es una pregunta que suelen hacerle con frecuencia a quienes integran las asociaciones filatélicas. Pablo Paolasso, presidente de la Sociedad Filatélica de Tafà Viejo, trata de dar una explicación: “no creo que haya ninguna colección completa de sellos; hay muchÃsimo todavÃa para buscar y encontrar en el pasadoâ€. Y en esa tarea, sin dudas, la tecnologÃa e internet vinieron a avivar las pasiones de los compiladores, admite.En la actualidad, según cuenta, sà se siguen emitiendo sellos. Aunque la cantidad es muy baja. “El Correo Argentino, que hace unas tres o cuadro décadas tenÃa emisiones de 500.000 sellos por año, ahora tiene tiradas de unos 15.000â€, describe.La Sociedad que dirige acaba de cumplir 25 años de vida. Él colecciona desde que tiene seis años; o sea, hace 39. En sus manos atesora un muestrario que comenzó en 1913 con su abuelo y que luego tomó su papá. “Tengo millones de piezasâ€, resalta, no sin antes aclarar que lo interesante de la filatelia, más allá de los sellos, es la investigación histórica que moviliza a quienes la practican.“Están los coleccionistas tradicionales, que buscan los sellos de un paÃs. Y después están los ‘elefantes’, que coleccionan por temasâ€, especifica. Paolasso tiene, por ejemplo, una compilación de sellos que reflejan el auge y la decandencia del Imperio Austrohúngaro.
> Radios de todas las formas y épocas

A los 72 años, Eduardo Bader tiene un sueño en mente: reabrir su museo de radios, que funcionó desde 2001 hasta 2005. En ello piensa todo el dÃa, mientras revisa las hojas de un libraco en el que aparecen descriptos, por tipo y orden cronólogico de aparición, cada uno de los aparatos que atesora. El empresario, que fue dueño de LV12, cuenta que su afición comenzó cuando estaba al frente de la emisora. “Algunas radios las fui comprando; otras me las regalaronâ€, señala mientras muestra los objetos más llamativos: tiene aparatos transmisores con forma de ruleta, de guitarra, de paquetes de cigarrillo y de relojes. Están expuestas en una antigua vitrina, en su oficina de 9 de Julio al 1.700. “Aquà sólo hay algunas; la mayorÃa están embaladasâ€, especifica.Cuando arme la exposición se llamará “Museo de sonidosâ€, adelanta. Y tendrá toda la colección, que se compone de grabadores, reproductores, micrófonos y transmisores. Hay aparatos fabricados desde 1857 hasta la actualidad. En su haber es posible encontrar las primeras radios de los años 20. Hay también fonógrafos, vitrolas, radios valvulares y a transitores de todo tipo de formas y colores. Además, cuenta con una importante colección de sonidos: tiene grabaciones, por ejemplo, de discursos de Eva Perón y del papa Juan Pablo II. “Esto comenzó, en realidad, cuando era muy chico. Siempre me gustó atesorar objetos, desde que era boy scoutâ€, recuerda. Su padre era radiotécnico, asà que infiere que de ahà puede haber surgido tanto interés por las radios. También colecciona cuchillos y monedas y billetes, describe, mientras muestra un libro en el que guarda dinero de distintos municipios de Austria, donde vivieron sus antepasados.Pese a la falta de espacio, Bader siempre encuentra un hueco para aumentar la “familia†de sus colecciones. Durante cada viaje, en cada paÃs visitado, trata de buscar algo de lo que tanto lo apasiona.
Mané Guantay: “no importa tanto la cantidad, sino lo que significa cada cosaâ€â€œÂ¿Qué otra cosa es una colección más que un desorden al que el hábito ha acomodado al punto de hacerlo parecer algo ordenado?â€, planteaba Walter Benjamin en “Desempacando mi bibliotecaâ€. Precisamente, dice la Real Academia Española que una colección es “un conjunto ordenado de cosas, por lo general de una misma clase y reunidas por su especial interés o valorâ€. Pero, ¿qué es aquello que determina lo que puede llegar a ser de interés para una persona? ¿Es lo mismo coleccionar que acumular?
Para despejar las dudas vale la opinión de la investigadora Mané Guantay, quien lleva adelante la muestra “Archivo y recolección... peligro de acumulaciónâ€. Según dice, un coleccionista es un enamorado y apasionado de lo que hace. “Sabe bien las cosas que tiene, establece un sistema de relaciones entre los objetos que colecciona. Todo tiene un hilo conductor. No es tanto la cantidad lo que le importa, sino qué significa cada una de las cosas que guardaâ€, señala Guantay, en un intento de diferenciarlo de los acumuladores, aquellos que compran y guardan porque sà gran cantidad de objetos.
“El acumulador tiene necesidad de juntar, aunque no sabe bien por qué. Compra, pero no por placer. Y una vez que tiene algo, busca otra cosa. A veces, ni abre los paquetes. Un coleccionista, con cada cosa que obtiene establece una relación afectiva. Sabe por qué busca un objeto, le interesa la rareza, requiere información e historiaâ€, especifica la artista, y se declara admiradora de su madre, MarÃa “Coyi†Argañaraz, quien viene armando desde 1990 una colección de papeles impresos.
Según Guantay, la gran mayorÃa tiene esa necesidad de coleccionar, algo que quizás se ve cuando compramos nuestro primer álbum de figuritas a la salida de la escuela. En algunos esa necesidad se diluye pronto bajo el peso de las ocupaciones, mientras en otras, esos “archivos†-que muchas veces pueden resultar para otras personas antojadizos e inservibles- se vuelven memoria sociocultural al tiempo que hilvanan un discurso muy personal.
Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/749853/actualidad/internet-paso-ser-gran-aliada-coleccionistas.html
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