Miércoles 06 de Junio de 2018, 23:36
San Martín penaba por el Federal cuando la hermana de Franco Iosa lo invitó a Italia. En ese momento, sin que se dijera más, el fanático de San Martín pensó en una ayuda divina para salir del infierno: "Eso era, hermano, un infierno para nosotros estar ahí, en esas categorías. Lo primero que puse en el bolso fue la camiseta y viajé con una sola misión: llevársela al papa Francisco para que nos ilumine".
Franco tiene un tipo de cuadriplejia que fue una de las razones para conocer al Santo Padre. La otra y más importante fue sacar de las sombras a Ciudadela. Ya con la camiseta en la mano, a través de la valla del Vaticano, en la audiencia de los miércoles para ver a Francisco, se acercó Franco y le pidió ayuda para él: "Me dijo el Papa: ’Te voy a dar mi bendición, pero vos tenés que hacer tu parte’. Le conté que siempre hice deportes y nunca falto a rehabilitación".
Franco tampoco falta al templo de los domingos en Ciudadela y su lugar en el mundo es en la Matienzo, cerca de las cabinas de prensa o del pasillo. Lo que no cambia es la actitud que le pone a cada partido, el aliento constante a los jugadores y la arenga al hincha que entra en una nube de pesimismo. "¡Dale, che!", pega el grito. Y con esa determinación se acercó a Francisco: "Padre, permita el progreso y el bienestar de San Martín", le dijo, ya emocionado. "Soy católico, pero nunca fui practicante. Sin embargo, lo que sentí en ese momento fue único, me quedé mudo, encandilado. Sentí que estaba ante Dios y esa persona que tenía frente a mí me bendijo y nos dejó un mensaje para toda la familia sanmartiniana: ’Cuenten con mi ayuda para estar mejor, tienen toda mi bendición para salir adelante’".
Aliviado, Franco volvió a Tucumán y las señales divinas no tardaron en llegar: "El equipo no andaba hasta que lo agarró Cagna y ascendimos en Catamarca. Se terminaba ese parto. Lo que iba a venir después no lo esperaba tan pronto". Y lo que vino después tiene que ver con la revolución que generó la llegada de Forestello en un plantel que había perdido el rumbo y volvió a creer en sí mismos a través del trabajo, claro, pero también de la fe. "Es un plantel que se sostiene en la fe. Algunos más, otros menos, pero Dios está muy presente y algunos santos como San Expedito también. Conozco de cerca a los jugadores: Juan Galeano, Esteban Espíndola, Diego Martínez, Maxi... muy creyentes son".
La peregrinación del domingo fue inolvidable. También lo hablaba Franco con el plantel: "Me contaban lo que se sufría cada semana. Antes se jugaba miércoles y domingo. Ahora era una semana entre cada partidos. Las esperas se hacían eternas. Y para qué vamos a hablar lo que fue el último domingo. Las horas no pasaban. Hasta que llegó y no podíamos creer lo que estábamos viendo: dos goles en un par de minutos y la fiesta del segundo tiempo. Otro ascenso a Primera. Otra vez en lo más alto, lejos de las sombras, donde San Martín merece, con la bendición del más grande".