“Se lo compramos a mi hija Macy para su segundo cumpleaños. Hicimos un poco de investigación y encontramos esta raza de conejos gigantes, que son muy buenos con los niños. Supuestamente son calmados y dóciles, pero no teníamos idea en lo que nos estábamos metiendo”, contó Lindsay Smith, la mamá de la nena.
Dos años pasaron desde la adopción de Cocoa y, desde ese momento, el conejo se convirtió en un miembro más de la familia.
La única parte negativa de la llegada de este nuevo integrantes es que los padres de Macy confesaron que deben gastar un promedio de 200 dólares mensuales en comida para el conejo.
/Pronto