Domingo 25 de Abril de 2021, 10:37

Si bien se habla de al menos 15 mujeres muertas en la localidad tucumana de Monteros, no existen registros concretos de los crímenes y los mismos son un interrogante al día de hoy.
La historia criminalística de nuestro país tiene nombres conocidos como Cayetano Santos Godino, Carlos Robledo Puch, Raúl González Higonet y otros tantos, pero entre tantos criminales aparece uno que se debate entre la verdad y el mito:
se trata de Florencio Roque Fernández, llamado "el Vampiro de la ventana", por haber asesinado a unas 15 mujeres en la localidad tucumana de Monteros en un lapso de siete años.Nacido en 1935 en la ciudad de Monteros, Fernández tuvo un dura infancia al vivir en un barrio pobre acompañado de una serie de desórdenes mentales y de comportamiento errático, tal es así, que sus padres lo llevaron a un psiquiatra y éste le diagnosticó una especie de esquizofrenia, pero con tratamiento podía ser curada.
Sin embargo, el estado económico de la familia más la poca preocupación que depositaron en él, hizo que no se pagara la medicación ni se llevara a cabo el respectivo tratamiento, por lo cual, su situación mental empeoró con el paso de los años. Ese estado de abandono hizo que en su adolescencia se fuera de su casa para vivir en la calle, donde mendigaba, comía de la basura o hasta robaba pequeñas cosas para sobrevivir.
Si bien no sabía leer o escribir, adquirió una fascinación por el cine y cuando juntaba algunas monedas, solía asistir a una sala cinematográfica que existía en el pueblo. En ese instante se cree que Fernández sucumbió ante el poder de un personaje de aquel momento: el conde Drácula, una película que tuvo al actor Bela Lugosi como protagonista en el rol del terrorífico personaje.

La ciudad de Monteros, en la provincia de Tucumán.
Su esquizofrenia avanzada más la admiración por el personaje de Bram Stoker, hizo que este joven se viera reflejado en él y quiera parecerse en algún sentido y que en los comienzos de 1953, inició su "carrera criminal".Los veranos tucumanos suelen ser calurosos no importa la hora, y esto sumado a la tranquilidad que reinaba en el mismo, hacía que las familias duerman con las ventanas abiertas y las puertas de las casas sin llave.
Modus operandi
Esta situación era perfecta para que "el vampiro argentino" saciara su sed de sangre con un modus operandi similar en todos los casos: acechaba a una víctimas por días, estudiaba sus movimientos y se aseguraba de que viviera sola o o estuviera en el momento del ataque.
Luego, en las oscuras horas de la noche ingresaba por la ventana abierta, las golpeaba hasta dejarlas inconscientes y después mordía su cuello hasta desangrarlo y lograba su cometido. Cabe destacar, que a veces diseccionaba su tráquea y la carótida como solían atacar los vampiros en novelas y películas.

La única foto que existe de Florencio Fernández (Archivo).
Al mes siguiente, una segunda víctima confirmó que un asesino estaba suelto en el tranquilo pueblo de monteros, paz que se fue alterando con el paso de los años con el creciente caso de mujeres muertas. Lo cierto, es que los informes forenses de la época indican que el criminal nunca violó o abusó sexualmente de sus víctimas, sino que las atacaba como un cruel vampiro y las mordía hasta que las mujeres se desangraran.
En cuanto a las investigaciones, los peritos indicaron que el asesino tenía las características de ser alguien culto y con un cierto porte físico, y que no atacaba al voleo, sino que seleccionaba y estudiaba minuciosamente a la persona que iba a atacar.
Fin de la pazA todo esto, Monteros dejó de ser un sitio pacífico y agradable para vivir, ya que los habitantes comenzaron a construir la leyenda del "vampiro de la ventana", algunos hasta dijeron haber visto volar a un hombre y otros colocaban crucifijos en las puertas de sus casas, en una señal para espantar al alado asesino. Además, la gente comenzó a cerrar sus ventanas y poner llave en sus puertas, porque el temor se apoderó del lugar y la policía local no tenía respuestas a la desesperación de los moradores locales.
Tal es así, que efectivos de la Policía Federal viajaron a Tucumán para dar con el criminal, y tras realizar diversas averiguaciones, trazaron el mapa de las casas donde vivían las víctimas y una calera que estaba cerca de las casas.
Esa pista fue el principio de una sospecha que revelaría las trágicas muertes, ya que Fernández era conocido en el pueblo por tener problemas mentales pero era visto en las horas donde había sol, ya que se lo veía deambular por las calles en las noches, como suele ocurrir con los vampiros en las historias.
En la noche del 14 de febrero de 1960, un efectivo vio la actitud sospechosa de un hombre que miraba el interior de las viviendas para concretar un nuevo ilícito, sin embargo, al no encontrar una víctima para saciar su sed de sangre se dirigió a la cueva donde vivió por años. Allí fue seguido por los agentes y lograron detenerlo en horas de la madrugada en aquella cueva, en la cual, los oficiales se encontraron con un escenario deplorable: defecaba, dormía y comía como un animal en el sitio, además de hallar alimentos en mal estado.
Internación y muerteAl sufrir fotofobia (intolerancia anormal a la luz), el sujeto se puso violento con los efectivos porque los primeros rayos del sol aparecieron en Monteros, aunque esto no impidió su detenciòn y posterior juzgamiento.
Florencio Fernández fue sometido a exámenes psiquiátricos físicos y le detectaron una esquizofrenia nunca tratada, con lo cual fue declarado inimputable y fue internado en un psiquiátrico de la ciudad de San Miguel de Tucumán donde murió por causas naturales en 1968.
Sin embargo, tras varias investigaciones periodísticas se llegó a la conclusión de que no existen registros de los ataques cometidos, ni la declaración de inimputabilidad, ni la decisión de internarlo en un psiquiátrico, tampoco hay crònicas de la época, ni los nombres de las víctimas o la misma partida de defunción de Fernández.
Lo cierto, es que el "vampiro de la ventana" es considerado como el máximo asesino serial de nuestro país, pero no hay papeles que lo confirmen, con lo cual la pregunta es la siguiente, ¿Existió el vampiro de Monteros o todo se trató de un mito pueblerino? /
Crónica
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