Jueves 25 de Noviembre de 2021, 23:25
Llegó el día. La consagración está a la vuelta de la esquina. O en el mismísimo Monumental. Esta noche
River Plate puede festejar su título número 37 como campeón del fútbol argentino con solo empatar ante Racing en Núñez, en el compromiso correspondiente a la vigesimosegunda fecha de la Liga Profesional.
El clásico se juega en el estadio Antonio Vespucio Liberti, con el arbitraje de Silvio Trucco y transmisión televisiva de TNT Sports y Fox Sports Premium. El escenario está completo en su capacidad, ya que los hinchas millonarios agotaron rápidamente el ciento por ciento del aforo habilitado.
Luego del imponente recibimiento que le dedicó al público a la Banda, el local se sorprendió con el esquema y la propuesta de Racing. Un 3-4-3 con Pillud como uno de los centrales y presión en la salida, que casi le reporta la apertura del marcador a los 3 minutos, cuando Copetti le robó la pelota a Paulo Díaz dentro del área, pero Armani se impuso en el mano a mano.
Tras esos primeros compases de confusión, poco a poco, River fue haciendo pie, más allá de que debió cubrir varios baches que le abrieron las bajas, como las de Enzo Pérez (salió Ponzio como titular), y Angileri-Casco (Pinola surgió como lateral izquierdo).
Así, a los 12, el líder del torneo contó con su primera aproximación clara: Álvarez centró, Romero se vio favorecido por una pifia, pero su remate no salió ni con demasiada fuerza ni bien direccionado, y Arias envió al córner.
La acción sirvió como bisagra en el desarrollo de la etapa inicial. Porque a partir de allí Enzo Fernández y Palavecino fueron tomando confianza. Y, sobre todo a partir del tándem Rojas-Simón, sumado a la habilidad de Álvarez, empezó a encontrar los caminos al arco de la Academia.
A los 24, Simón envió un centro al espacio que atacó el Araña, que cabeceó desviado. Y a los 31, Fernández juntó rivales a pura pisada y soltó el balón cortado para
Palavecino, quien definió de caño para rubricar el 1-0.
Fue el punto de partida de los mejores momentos del dueño de casa. Dos veces Romero de cabeza pudo estirar la distancia, para tranquilidad de los fanáticos. Lo mereció.