Cómo eran los famosos “duelos entre caballeros”: presentaron un libro

Lunes 29 de Noviembre de 2021, 18:12

La portada del libro de Luis F Moraga Fagalde.



El abogado tucumano Luis Moraga Fagalde presentó su libro “A primera sangre”, en el Colegio FASTA Angel María Boisdron, de Yerba Buena, en el que analiza en profundidad, mediante inéditas y entretenidas investigaciones acerca de estos particulares enfrentamientos, los famosos duelos con distintas armas entre personas, que abundaban en otras épocas, incluso en Tucumán.

El autor es diplomado en Genealogía y Heráldica de la Universidad San Pablo T, y actualmente, además de su actividad profesional, es docente en el Colegio Boisdron.

Moraga Fagalde contó qué lo llevó a encarar estas investigaciones y sus especiales características. Esto dijo:

El título del libro “A primera sangre” tiene su razón de ser en que los duelos no pueden ser a muerte. Debían ser a primera sangre: signi?caba que si un combatiente presentaba una herida de sangre el duelo se detenía y se daba por finalizado el combate.

El abogado propone una visión diferente del Honor, e incluso diferente al concepto jurídico (honor objetivo y honor subjetivo).

La primera parte de este libro, en la primera sección, habla sobre el honor de las personas y se lo define al honor como un derecho natural.

En la segunda sección, se hace referencia especifica a los distintos lances caballerescos llevados a cabo en nuestra provincia.

En la tercera sección, se transcribe textualmente un código de honor, a los fines de conocer  cuales son todas las normas que regulan las contiendas caballerescas,  cuestiones  preliminares, conductas de los combatientes, padrinos, director de lance, médicos, la elección de las  armas, el terreno del honor entre otras cuestiones.

Por qué escribió el libro

A temprana edad tuve la oportunidad de poder compartir con mi padre,   Erwin Moraga, conversaciones e  historias   relacionadas con la familia,  así como cuentos, poesías (admiraba mucho las poesías de escritor español Gaspar Núñez de Arce), libros de escritores españoles como Núñez de Arce, Wenceslao Fernández Flores y Julio Camba, libros de caballería como “El Quijote de la Mancha” y “Amadís de Gaula” y códigos de honor, entre   otros.  

En especial, me intrigaba todo aquello que guardara relación con los lances de honor entre caballeros y el Código de Honor como regulador de contiendas.

Me preguntaba: ¿por qué ocurrían?, ¿a qué se debía?, ¿qué los motivaba? Me parecía intrigante y apasionante esa temática. Esta intriga fue creciendo con el tiempo, en razón de que la persona que me contaba estas historias, era justamente mi propio padre, quien fue protagonista de algunas de esas contiendas.

Fui acumulando con los años de manera diferente esas experiencias vividas por él y las fui valorando. Ello me permitió, con el transcurso del tiempo, descubrir la persona de mi padre, su vida y su historia. Admiré su participación en esas contiendas caballerescas, porque para hacerlo se requería valentía y compromiso, virtudes que indudablemente tenía.

Esos incidentes por cuestiones de honor me llevaron a tener una opinión particular, distinta de los duelistas. Tuve la oportunidad de conocer personalmente a muchos de ellos, lo que me permitió descubrir que tenían un patrón común: su hidalguía y su coraje.

Se trataba de personas diferentes del resto. Personas cordiales, amables, gentiles,valientes. Eran educados, de cultura amplia y afable.

En otras palabras,verdaderos caballeros comprometidos con el honor y con el verdadero valor de la palabra.

Admiré también a los duelistas que no pude conocer, por el solo hecho de haber tenido el valor y el honor de aceptar dirimir contiendas personales por la vía de las armas y en el terreno del honor.

Así comenzó mi investigación y el estudio sobre este tema. Conocer el pasado me abriría las puertas para enterarme de vivencias familiares, y en especial las anécdotas caballerescas que cada uno pudiera aportar.

Sin embargo había otro inconveniente que superar en esta investigación: algunos de los relatos y los acontecimientos no se encontraban todos documentados. Por el contrario, en la mayoría de los casos eran reservados. Solo se transmitían verbalmente en la intimidad familiar o en alguna mesa de café con amigos.

Por todas estas razones es que me decidí a escribir este libro.

Poca información

Con referencia a la investigación de los lances caballerescos, debo reconocer que me llevó mucho tiempo, debido a que la mayoría de los lances se realizaban de manera clandestina, salvo algunas excepciones, que trascendían a través de los periódicos o diarios de la época, tales como: El Orden, Jornada, La Unión y La Gaceta, entre otros.

Tuve la gran oportunidad de conocer a muchos de los protagonistas de esos episodios. De niño traté con el escribano Roque Pondal, persona de valores y principios ejemplares, de amplia cultura y de gustos exquisitos. También conocí personalmente y con quien compartí muchas charlas en Buenos Aires por los años 1978/2000 con el general Jorge Dansey Gascón.
En igual sentido tuve conversaciones con los abogados Benjamín Carranza y Ezequiel Ávila  Gallo con quien compartimos  largos  cafés.

Carranza era una   persona llena de anécdotas y de conversación entretenida, simpática y divertida. Con mi padre, desde muy niño, y  casi todos los fines de semana, conversábamos y compartíamos en familia todos estos temas de cuestiones caballerescas.

Incluso me enseñó esgrima muchos años de mi juventud cuando vivíamos en Córdoba por las décadas de los 60 y 70. Posteriormente seguimos con el entrenamiento en Tucumán. Esos años de aprendizaje intensos de esgrima me valieron para poder obtener el título de subcampeón de esgrima en el Colegio Militar de la Nación,  en 1978. El gran maestro de esgrima, el mayor Alberto Sosa, a quien también conocí en lo académico, fue maestro de mi padre y posteriormente fue también mi maestro, a pesar de la diferencia de edad.

Todo lo que aprendí me sirvió para poder conocer las armas de la esgrima,como: el sable, la espada y el florete. El florete, aclaro, solo es un arma académica de aprendizaje y no es para batirse a duelo.

Todo ese aprendizaje me permitió conocer el arte de la esgrima y el uso de las armas, y sobre todo conocer los códigos de honor.