Estos animales son sorprendentes. Se acercan al barco sigilosamente, en muchas ocasiones sin que los tripulantes se percaten; lo examinan con detalle, con curiosidad, y se sitúan debajo del bote.
Empiezan a tocarlo y a golpear el timón con la cabeza para girarlo y lo pueden llegar a romper con un movimiento de palanca.
“Saben que así gira la embarcación y que la pueden dirigir”, explica Alberto López, biólogo marino y vocero del grupo Orca Atlántica. A más velocidad y más resistencia por quien controla el timón, más fuerte empujan las orcas. El barco puede quedar a la deriva e incluso naufragar, como ha ocurrido en tres ocasiones.
López explica que decidieron llamar Gladys a los tres ejemplares que al principio de todo, en 2020, eran más activos en interacciones. Para diferenciarlos entre ellos, añadieron un apellido y así nacieron Gladys blanca, Gladys gris y Gladys negra.
“Se lo pusimos en memoria del nombre que Bonaterre dio a la especie en 1789: Orca gladiator”.
Y el grupo de Gladys fue creciendo con Gladys clara, Peque, Albarracín... Hasta llegar a los 15 individuos actuales que pertenecen al menos a dos familias - las orcas se organizan en grupos sociales estables-.
Gladys Blanca es la única adulta (a partir de 10 o 12 años), el resto son juveniles o subadultos. Las orcas pueden vivir entre 50 y 80 años.
El resto de la población de orcas de la península Ibérica, unos 45 ejemplares, que transitan entre el Estrecho de Gibraltar y las costas gallegas, no muestra gran interés por las embarcaciones.
¿Qué lleva a estas orcas a reproducir un comportamiento tan inusual y desconcertante? Es la pregunta del millón.
“No lo sabemos, porque no tenemos identificada a la ballena que golpeó a la primera embarcación”, aclara López. Uno de los planteamientos que baraja el grupo Orca Atlántica es la aparición de un comportamiento autoinducido, que se inventa y se repite hasta convertirse en rutina. “Pero ese perfil encaja con las juveniles, más imaginativas y proactivas, pero no nos cuadraba con los adultos”, añade.
Ante la duda, añadieron otra hipótesis que implicaba que ese individuo adulto hubiera vivido un encuentro traumático con un velero -sus preferidos- y que intentara parar el velero para no repetir ese momento de angustia que pudo vivir. Descartaron una colisión porque no localizaron a ningún ejemplar con heridas de esas características. Los únicos daños que detectaron fueron heridas de las que se producen las orcas que se alimentan de los atunes pescados en palangre, al cortarse con el sedal del que cuelga el atún.
Los túnidos pesan entre 200 y 400 kilos.
“La mala experiencia se podría haber producido con un velero con líneas de pesca en la popa y de ahí su fijación con ellos”, concreta.
Renaud de Stephanis, coordinador de la organización de Conservación, Información y Estudio sobre Cetáceos (CIRCE), apunta a un comportamiento relacionado con “el enriquecimiento ambiental y el aprendizaje que se transmite de madres a hijas, de crías a crías y a otros familiares, pero dentro del mismo grupo”. Cuando encuentran algo nuevo en el mar, por ejemplo, cuando aparece un pez luna, se interesan por ello y se inventan juegos.
“Las Gladys son las Gladys y solo hay dos grupos implicados, porque el comportamiento, de momento, no se ha transmitido a otras familias con las que no tienen lazos tan fuertes. Es como decir, enseño una cultura a mis hijos, pero no a las otras”.
CIRCE está colaborando con el Ministerio para la Transición Ecológica en el marcaje de orcas en el estrecho. Con los datos de satélite se elabora un mapa de la zona aproximada por donde se están desplazando, que se pone a disposición de los navegantes para minimizar el riesgo de encontrarse con las familias conflictivas en la web del ministerio.
Dentro de las recomendaciones se especifica que, en caso de producirse un encuentro, siempre es preferible navegar a motor que a vela, evitando parar la embarcación y navegando en línea recta a la mayor velocidad posible hacia aguas menos profundas, hasta que las orcas pierdan el interés.
Y, siempre dentro de los límites de seguridad, navegar lo más próximo que sea posible a la costa, especialmente en las inmediaciones de la ensenada de Barbate, donde hay menos riesgo de encontrarse con grupos de orcas. /Yahoo Noticias