Si bien el Paraná no aumentará tanto en estos días, especialistas recomiendan modificar las actividades cercanas a las costas ante la posible aparición de animales silvestres, como víboras o serpientes. A su vez, remarcan la importancia de actuar con prudencia ya que son especies importantes para el control de algunos vectores, como ratas y ratones.
La crecida del río Paraná no sólo trae agua a las costas rosarinas tras tres años de sequía. A esto se suma la eventual llegada de animales que escapan de mayores volúmenes en sus hábitats luego de un período en el que las lluvias se dieron de manera espaciada e irregular.
Evitar conflictos con los animales silvestres y liberar las costas para no interactuar con estos ejemplares hasta que baje el río son dos de los consejos que da
, profesor de Diversidad Animal y Biología de la Conservación de la Universidad Nacional del Litoral (UNL): “No hay que perseguirlos ni eliminarlos porque están en situación de emergencia”.
La presencia de animales silvestres cobra otra importancia cuando de serpientes o víboras se trata. Al respecto, en diálogo con La Capital, Giraudo remarca que se debe evitar confrontar con los animales y que “la mayoría de las serpientes que aparecen no son venenosas”, aunque cuando aparece una de este tipo, suele ser la yarará grande.
En Santa Fe, cuenta la directora de Conservación provincial, Clara Mitchell, hay unas 52 especies de ofidios y sólo 4 son peligrosas para el ser humano. A su vez, mayormente se pueden encontrar en esta zona sólo una: la yarará grande. Las tres restantes, cascabel, coral y yarará chica, se encuentran en ambientes más secos, en el caso de la primera, y las dos restantes en el norte de la provincia.
Giraudo resalta que “el riesgo de encontrarse con esos animales aumenta en situaciones de inundación. Son momento especiales y se debe tratar de disminuir las actividades en el río”.
Los niveles, por el momento, no llegan a los indicadores de alerta pero el río ya tuvo su primera onda de crecida a inicios de noviembre. Para las próximas semanas, desde el Instituto Nacional del Agua (INA) anticipan que los niveles del Paraná se mantendrán alrededor de los 4,20 metros, con posibilidad de llegar a su pico para este período el 30 de noviembre.El docente recuerda que en un panorama como éste, los animales están en esa situación “obligadamente” hasta que baje el río: “Pueden venir en los camalotes que bajan por el río o porque aparecen en lugares altos, donde estamos los humanos, buscando superficies secas como hacen en toda inundación cuando en los lugares donde viven irrumpe el agua”.
Consultado sobre si la bajante favoreció a que haya una mayor población de ofidios, Giraudo explica que las serpientes sufrieron las sequías y los incendios, factores que no colaboraron con el crecimiento en la cantidad de ejemplares. “La sequía, sobre todo, fue un estrés importante que sufrieron. Lo que estamos viendo son animales que sobrevivieron a ese proceso”, detalla.
Rosario vive, por estos días, una suerte de invasión de ratas por la que la Municipalidad ya toma cartas en el asunto, aplicando cebos y mirando con atención zonas cercanas al río, el puerto y las aceiteras.
“Las serpientes son controladoras de roedores. Y las serpientes venenosas son peligrosas para el hombre pero comen gran cantidad de roedores”, profundiza Giraudo, que además es investigador del Conicet. Y agrega: “Hay varias especies de serpientes que comen roedores. Incluso, hay una especie de musurana (género de serpiente) que vive en Rosario y es depredadora de serpientes venenosas. Es decir que si se elimina a las serpientes, también se elimina a depredadores de roedores y de otras especies venenosas”.
Lo ideal es que al borde de los ríos se mantengan ambientes naturales para que los ejemplares puedan sobrevivir hasta que pasen las inundaciones. “Se deben preservar pastizales y bosques que impidan la erosión en estos eventos y otorgan hábitat a los animales para que no tengan que interactuar con las personas”, señala el investigador.
Los reportes de límites de alerta y de evacuación alcanzados por el río Paraná en Corrientes y el norte de la provincia plantaron el interrogante sobre si ese escenario se puede repetir en este sector. Sin embargo, Mitchell resalta que lugares como Reconquista o Goya “no tienen un valle de inundación como hay en el Delta”.
Este ecosistema sirve como contención de eventuales inundaciones: “Para que el Delta se «llene» hace falta mucha más agua. Los humedales tienen un montón de servicios ecosistémicos y, uno de ellos, es el amortiguamiento de las inundaciones”.
“Como en toda creciente, aparecen animales que no veíamos. Ahora hay agua adentro y empiezan a aparecer distintas especies, como las víboras”, marca quien, además, es docente de Evaluación de Impacto Ambiental en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Y añade: “La ciudad es hábitat de muchas especies nativas que estaban antes, como la comadreja, el lagarto overo, el hornero o la lechuza. Conviven con nosotros y no las vemos, pero cuando aparecen nos llaman la atención”.
Ante todo, se debe resaltar que ningún animal ataca si no se siente amenazado. Es importante la primera reacción, que no debe ser ni agresión ni maltrato ya que una actitud como esta conlleva más peligro que no hacer nada.
“(Las víboras) son sumamente importantes para el ecosistema porque regulan roedores, que pueden traer enfermedades, y son alimento para las garzas”, explica la funcionaria.
En caso de divisar o tomar contacto con un animal silvestre, Mitchell aconseja comunicarse con el 911, para contactar a la Policía Ecológica, o recurrir a Defensa Civil (480-5051 o al teléfono de emergencias, discando 103). En caso de que el animal requiera rehabilitación y dependiendo de la situación, se trasladará a la Sede Ribera del Ministerio de Ambiente provincial. /
La Capital