Lunes 27 de Noviembre de 2023, 14:41
Los "dólares negros", divisa falsificada en Córdoba
“La falsificación era de tal calibre que representaba un peligro público”. La conclusión de Sherlock Holmes en La aventura de los tres Garrideb, tras descubrir el plan de un falsificador en Londres, bien podría aplicarse, casi 100 años después, a la estafa de los “dólares negros” en Córdoba.
Aunque no es necesario recurrir al perspicaz detective británico inspirado por Arthur Conan Doyle, sí se abrió una investigación federal a partir de la presentación de un abogado que denunció haber sido estafado con dólares apócrifos entintados.
La modalidad de estafa que llegó ahora a Córdoba, ya se cobró víctimas en América latina y en España desde hace cierto tiempo. En Perú, un camerunés, que se hacía pasar por un presunto financista de proyectos inmobiliarios, habría integrado la organización de “los dólares negros”, que fue desbaratada en 2011 y que defraudó a un empresario en 25 mil dólares.
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La banda operaba en Perú, Ecuador, Venezuela y Colombia. La organización fabricaba dólares falsos mediante litografía inkjet, a través de una computadora conectada a un escáner y una impresora láser, lo que permitía dar relieve a los billetes. Posteriormente, los pintaban de color negro por medio de yodo líquido y metálico.
En Colombia, para no generar desconfianza en sus víctimas, los falsificadores-estafadores les daban un billete auténtico para que fueran a una casa de cambio a realizar el canje. Con el dinero legítimo obtenido (pesos colombianos), las víctimas podían realizar compras. No era otro que el “anzuelo” del que se valían los timadores para asegurar el engaño.
Luego de que la víctima gastara suficiente dinero y se volviera más ambiciosa, le exhibían una cantidad considerable de dólares entintados, ofreciéndole vendérselos a bajo precio. Pero, al mismo tiempo, le ofrecían comprar un “reactivo químico” para el limpiado de los billetes a un altísimo costo, con lo que estafaban a la víctima.
LOS “DÓLARES NEGROS”, TAMBIÉN EN ESPAÑA
Con los años, el delito se “recicla”, sin perder, mayormente, el objetivo de cualquier estafador: apelar a la ambición o el interés sumamente ventajoso de los (posteriores) damnificados. Hace pocos meses, el Ministerio del Interior de España informó la detención de un camerunés in fraganti. No está claro si es el mismo que había sido apresado en Perú, pero lo que sí se comprobó fue el modus operandi.
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Utilizando el método de wash wash o “billetes entintados”, intentó convencer a un empresario de la ciudad de Villena, Valencia, de aumentar su inversión. Es sabido que propuestas con alto nivel de ganancias pero bajo riesgo son la puerta de entrada a una multiplicidad de estafas y perjuicios.
El estafador le dijo que tenía dinero manchado con tinta, y que provenía de fondos de ayuda al desarrollo para África. Lo sedujo y le prometió que mediante un complejo sistema podría recuperar y hasta duplicar la cantidad invertida. Las dudas del empresario condujeron a la Policía a capturar el timador. El empresario accedió a participar del operativo.
El delincuente le solicitó un billete de 200 euros, al cual la víctima le había realizado previamente una marca casi imperceptible. Una vez concluida la demostración con “billetes entintados” y los productos químicos, el estafador le solicitó 60 mil euros para realizar el negocio. Pero el hombre detectó el engaño cuando el camerunés le devolvió otro billete diferente, aparentemente falsificado.
LOS “DÓLARES NEGROS” EN CÓRDOBA
La reciclada modalidad de estafa golpeó, esta vez, a un abogado y empresario gastronómico de Córdoba, quien presentó una denuncia penal en la Justicia federal. Los delincuentes, dos hombres en apariencia africanos, se presentaron con nombres falsos en un local de calle Entre Ríos, de la Capital provincial.
Le contaron al abogado que ambos eran amigos y que habían llegado a la Argentina desde el Congo con el propósito de comprar propiedades. Uno mencionó que planificaba traer a la madre y sus hermanos a vivir al país, y que los dos realizaban viajes frecuentes a Buenos Aires, donde se hospedaban en el hotel Hilton.
En el negocio del abogado quisieron abonar en dólares, pero el empresario les dijo que sólo con pesos. Se marcharon, pero cinco días después regresaron y le hicieron una tentadora propuesta: “‘Necesitamos cambio: te damos de 100 dólares y vos nos das de 50?”, contó el abogado a La Voz.
El letrado vio en el cambio una oportunidad para hacer un dinero extra en dólares. Aceptó hacer el cambio cobrándoles una comisión de 2.350 dólares. “Ellos me dijeron que si iban a una casa de cambio o a un ‘arbolito’ les pagarían menos, por la comisión, cada vez que tuvieran que cambiar 100 dólares por dos de 50. Y yo ganaba la comisión”, narró la víctima, que denunció una estafa de 15 mil dólares.
La operación se concretó el 21 de septiembre y no duró más de 25 minutos. “Me entregaron los billetes de 100, perfectos, y la comisión aparte. Los conté y reconté delante de mi hijo. Y yo les di los de 50. Los guardé en mi caja fuerte, pero me dijeron que en cinco minutos me iban a traer su caja fuerte, porque no podían dejarla en un hotel en el que se alojaban, ya que tenían que salir. Me pidieron que se las tuviera unas horas”, señaló el letrado.
Tres horas después, al abogado comenzó a llamarle la atención que no regresaran. “Voy a ver los dólares y volver a contarlos y estaban todos de color negro ¡y con un olor a yodo! Abrí la caja fuerte de ellos con un cortafierro y un martillo, y adentro había fajos del tamaño de billetes. Pero era papel blanco de resma. Me destruyó la cabeza. Estuve cuatro días sin poder levantarme de la cama”, describió.
Cuando quiso lavar los dólares “perfectos” para quitarles el color negruzco, se les deshicieron en las manos. Si bien la estafa se consumó cuando le entregaron los dólares apócrifos no deja de llamar la atención que los billetes se ennegrecieran con el paso de los minutos. ¿El objetivo era desinfectar el billetes y eliminar los rastros de huellas? Al menos el olor al yodo habría sido encubierto por el abundante perfume que llevaban en la ropa el día de la estafa.
Esta clase de dólares falsos, como parte de la estafa, se ha transformado en algo inédito hasta el momento en Córdoba. No hubo denuncias en los depachos de la Policía provincial sobre su utilización y camaléonico cariz.
Una de las razones que explican la escasez de falsificaciones de “calidad” hay que hallarla en la lacerante inflación. “No se está dando mucho la falsificación de dólares porque los insumos –las tintas y los brillos– son importados. Y a los falsificadores se les van arriba los costos, por la inflación. Si hay algunos dando vueltas, son de muy mala calidad; son copias burdas”, comentó una experimentada fuente de la Policía de Córdoba.
Un mes y medio después, el 8 de noviembre, mientras el hijo de la víctima almorzaba con amigos vio a uno de los sospechosos por la esquina de Alvear y 25 de Mayo, siempre en la ciudad de Córdoba. “Caminaba impunemente con una remera verde y lentes de sol. Parecía (Aristóteles) Onassis”, dijo el abogado. “Mi hijo lo agarró de los brazos y se cayeron juntos al piso. Y después llamó a la Policía”, agregó.
Denunció la estafa en la Policía y Justicia federal. Aportó las filmaciones de su local, el día de la transacción. En los videos puede verse nítidamente la características de los sospechosos. Con los datos que pudo recabar, el abogado y su hijo fueron hasta el supuesto domicilio de uno de los presuntos estafadores para intentar reunir más pruebas. La sorpresa fue grande cuando confirmaron que la dirección de la residencia no era sino el mismo Centro Cívico: Rosario de Santa Fe 650.
El fiscal federal Maximiliano Hairabedian avanzó con la investigación e imputó a Sacko Abdoulaye (sigue detenido) como presunto autor de encubrimiento agravado y expendio de moneda falsa.
Por el nivel de dominio del español y la tranquilidad con la que actuaron, los sospechosos llevan bastante tiempo en el país. Hasta ahora no se conoce si se trata de una banda o sólo del accionar coordinado del detenido y su cómplice.
De acuerdo con lo que pudo conocer La Voz, Abdoulaye nació en la República de Guinea, en África (no debe confundirse con Nueva Guinea, en oceanía) y dejó su país para jugar al fútbol en Dakar, Senegal.
Luego arribó a la Argentina siendo aún un adolescente (13 años) y solicitó la condición de refugiado, pero la Comisión Nacional para los Refugiados (Conare) se lo denegó en 2019.
Sostuvo que si bien en la República de Guinea había habido graves violaciones a los derechos humanos, el joven había podido emigrar por su propia voluntad para jugar al fútbol. El caso se judicializó. Desde hace unos 13 años reside en Argentina (está tramitando la ciudadanía), ya que tiene unos 26 años en la actualidad.
“No sé si voy a recuperar la plata. Creo que no. Fue una estafa bien pensada. Eran billetes perfectos. Pero me destruyó la cabeza”, contó el abogado. Lo curioso del caso es que, luego de revisar nuevamente los “dólares negros”, observó un patrón que lo desalentó más aún: todos tenían la misma denominación numérica. /
LaVoz
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