Sábado 30 de Noviembre de 2024, 08:50
DATO ALENTADOR. Aún cuando las heladas de julio fueron mucho más severas que en otros años, la quema de cañaverales fue mucho menor en la provincia.
Un informe reciente elaborado por los técnicos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), ha puesto de manifiesto un fenómeno significativo en el ámbito agrícola de la provincia.
Juan Fernández de Ullivarri, perteneciente a la sección de Agronomía de Caña de Azúcar, y Javier Carreras Baldrés, de Sensores Remotos y Sistemas de Información Geográfica (SIG), reportaron que a pesar de las intensas heladas que se registraron en julio, la superficie de cañaverales quemados durante este año fue notablemente inferior al promedio histórico.
En julio, se produjo una serie de heladas severas que impactaron a la mayoría de los cañaverales de la región, llevando los campos a un estado crítico en términos de combustibilidad. Estas condiciones meteorológicas, generalmente propicias para la propagación de incendios, hicieron que se anticipara un incremento en la quema de caña de azúcar.
No obstante, los resultados obtenidos han desafiado estas expectativas, mostrando una reducción en la superficie afectada por incendios.
La relación entre la quema de cañaverales y las condiciones meteorológicas es un aspecto crucial en la provincia. Históricamente, los años marcados por inviernos con heladas severas y otoños secos han conducido a un aumento en la incidencia de incendios.
La combinación de frío extremo y vegetación seca crea un entorno altamente combustible, donde cualquier foco de fuego puede expandirse rápidamente, ocasionando daños significativos.
En este contexto, se había previsto que el año 2024 presentaría dificultades en la gestión de incendios. Sin embargo, los datos disponibles contradicen esta suposición.
Este año, la superficie afectada por la quema de caña ascendió a aproximadamente 54.000 hectáreas, lo que representa el 18,3% de las áreas cultivadas con caña de azúcar en la provincia.
Esta cifra no solo es la más baja registrada en años con condiciones climáticas adversas, sino que también se encuentra por debajo del promedio de los últimos diez años, que es de 67.840 hectáreas, según información proporcionada por la sección de Sensores Remotos y SIG de la Eeaoc.
La reducción notable en la quema de caña durante un año caracterizado por condiciones desfavorables puede atribuirse a un aumento en la concientización de los productores y de la sociedad en general.
Los productores de caña han implementado medidas preventivas rigurosas para salvaguardar sus terrenos, tales como la limpieza de banquinas, callejones y alambrados, así como la creación de cortafuegos efectivos.
Estas acciones han resultado fundamentales para mitigar el impacto de los incendios, ya sean intencionales o accidentales.
Un aspecto relevante de este esfuerzo es la certificación bajo la norma Localg.a.p., que promueve la "Caña de azúcar sin uso del fuego".
Durante el año 2024, más de 59.000 hectáreas de caña obtuvieron esta certificación. Este estándar exige a los productores la implementación de protocolos estrictos de prevención y capacitación en el manejo de incendios, lo que ha demostrado ser un recurso valioso para disminuir los riesgos asociados a la quema.
Cabe destacar que este es el primer año desde el inicio del programa de certificación en 2014 en el que la superficie certificada ha superado a la superficie quemada en un contexto de condiciones climáticas predisponentes.
Además, la educación ha jugado un papel fundamental en la lucha contra la quema de cañaverales.
En 2024, la Mesa de Gestión Ambiental, en colaboración con el Ministerio de Educación y la Escuela Itinerante de Educación Ambiental, llevó a cabo capacitaciones dirigidas a docentes de la provincia.
Estas iniciativas tenían como objetivo sensibilizar a la comunidad educativa sobre las implicaciones de la quema y fomentar acciones preventivas desde los hogares y las escuelas.
A través de estas actividades, se busca generar un cambio cultural que permita a las futuras generaciones comprender la importancia de proteger el medio ambiente y adoptar prácticas sostenibles en la gestión de los recursos naturales.
El ejemplo del presente año subraya que la concientización, la prevención y la educación constituyen pilares esenciales para abordar el problema de la quema de cañaverales.
A pesar de que aún existen desafíos por delante, los avances logrados este año son un indicativo alentador y establecen las bases para continuar reduciendo las cifras de incendios en los años venideros.
El éxito en esta lucha depende de la colaboración de todos los actores involucrados: productores, instituciones gubernamentales, organizaciones civiles y la sociedad en su conjunto.
A medida que se certifiquen más hectáreas y se incremente la conciencia sobre las medidas preventivas, es probable que el impacto de los incendios en la provincia se minimice.
El reto que se presenta ahora es mantener el impulso y redoblar esfuerzos para que, en un futuro cercano, la quema de caña de azúcar deje de ser un problema recurrente y se convierta en una cuestión superada en la historia agrícola y ambiental de la provincia.
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