Esta fue la tercera salida del Papa en apenas una semana. El domingo 6 de abril se presentó sin previo aviso al final de la misa del Jubileo de los Enfermos. Con cánulas nasales, fue aclamado por unas 20.000 personas presentes, a quienes agradeció y bendijo. “Feliz domingo y gracias a todos”, dijo con voz más firme, en contraste con el susurro débil con el que, dos semanas antes, había saludado al abandonar el Gemelli.
El antecedente inmediato de su presencia pública había sido el 9 de febrero, durante el Jubileo de las Fuerzas Armadas. En esa ocasión, debido a una bronquitis ya avanzada, se excusó de leer la homilía. Luego, el 14 de febrero, su estado de salud empeoró y fue internado de urgencia.
Los avances en su recuperación se atribuyen a la fisioterapia respiratoria y motora diaria. Como otra señal de mejora, el miércoles recibió en su suite de Santa Marta al rey Carlos III y a la reina Camilla, quienes celebraban 20 años de casados. Ese encuentro había sido cancelado inicialmente por motivos de salud.
El jueves siguiente, nuevamente sin anuncio previo, Francisco salió a caminar dentro de Santa Marta. Vestía un pantalón negro de cura, una camiseta y un poncho a rayas, y decidió ingresar a la Basílica de San Pedro para rezar ante las tumbas de sus predecesores y observar trabajos de restauración. Esa aparición, aunque breve, generó comentarios por su atuendo “de civil”, sin hábito ni solideo. Mientras algunos se escandalizaron, otros aplaudieron su naturalidad y cercanía en un momento de evidente fragilidad.
La visita de este sábado no solo representó una muestra de fortaleza y devoción, sino también una forma de cerrar el episodio del jueves. Aunque la misa de Ramos será presidida por el cardenal argentino Leonardo Sandri, vicedecano del Colegio Cardenalicio, la intención de Francisco es clara: estar presente. Su bendición, sin duda, será recibida con alivio y alegría por los fieles. /
La Nación