Miércoles 30 de Abril de 2025, 06:40
En pleno corazón de la región conocida como la Media Luna Fértil, en el Medio Oriente, se encuentra
Jericó, la ciudad habitada más antigua del mundo. Con una historia continua que se remonta a más de 11.000 años, esta localidad situada en Cisjordania no solo ofrece vestigios del inicio de la civilización humana, sino que también concentra un invaluable patrimonio histórico, arqueológico y religioso.
Ubicada a 240 metros por debajo del nivel del mar —lo que la convierte en la ciudad más baja del planeta— Jericó está a apenas 25 kilómetros de Jerusalén. Sin embargo, llegar hasta ella puede resultar un desafío debido a los estrictos controles vehiculares presentes en la zona, que forma parte de los territorios palestinos.
Un tesoro arqueológico en la Media Luna Fértil
El sitio arqueológico de Tell es-Sultán, considerado uno de los primeros asentamientos humanos de la historia, es el punto central del legado milenario de Jericó. Allí se han descubierto estructuras que datan de hasta 8000 años antes del nacimiento de Cristo, incluida una antigua torre que fascina tanto a arqueólogos como a visitantes.
A lo largo de los siglos, Jericó cambió de manos múltiples veces. Romanos, egipcios, israelitas y bizantinos dominaron la región en distintas épocas, dejando una huella arquitectónica notable. Entre los restos más destacados se encuentra el Palacio de Hisham, un complejo omeya del siglo XIII que conserva impresionantes mosaicos y otras estructuras, muchas de las cuales se exhiben en el Museo Rockefeller de Jerusalén.
Otro sitio emblemático es la Fuente de Eliseo, que aunque modesta en apariencia, marca simbólicamente el carácter milenario de la ciudad y es uno de los lugares más fotografiados por los turistas.
Un escenario clave en la historia bíblica
Jericó ocupa un lugar central en numerosos relatos bíblicos. En el Antiguo Testamento, aparece en el Libro de Josué, donde se narra cómo las murallas de la ciudad cayeron tras siete días de sitio por parte del ejército israelita, obedeciendo una orden divina.
Pero es en el Nuevo Testamento donde la ciudad adquiere un rol aún más significativo. El Monte de la Tentación, visible desde la ciudad, es el sitio en el que Jesús habría ayunado durante 40 días mientras resistía las tentaciones del diablo. Hoy en día, se puede llegar hasta la cima en funicular y visitar un pequeño santuario excavado en la roca, con vistas panorámicas del valle.
Además, Jericó alberga un antiguo sicómoro que, según la tradición, fue el árbol al que se subió Zaqueo, un recaudador de impuestos, para ver a Jesús pasar. La ciudad también es escenario de la curación de un ciego por parte de Cristo, y del relato de la Parábola del Buen Samaritano, ya que el camino entre Jerusalén y Jericó era conocido por ser peligroso y solitario.
Turismo, cultura y tradición
Hoy, Jericó es mucho más que un sitio arqueológico: es una ciudad viva que invita a los visitantes a recorrer sus mercados, disfrutar de la comida palestina tradicional y conectar con miles de años de historia. Su valor cultural y religioso la convierte en un destino único, capaz de reunir a curiosos, fieles, investigadores y viajeros de todo el mundo.