Lunes 30 de Junio de 2025, 22:30

Prácticas como el rezo activan el lóbulo frontal, implicado en la concentración y la toma de decisiones.
La
meditación profunda y la oración no solo promueven
bienestar psicológico, sino que también generan
cambios perceptibles en la actividad cerebral. Según el
doctor Andrew Newberg, del Instituto Marcus de Medicina Integral (EE. UU.), prácticas como el rezo activan el lóbulo frontal, implicado en la
concentración y la toma de decisiones. Sin embargo, en estados profundos de contemplación, la actividad en esta región disminuye, lo que lleva a
sensaciones de trascendencia, unidad o desconexión del yo.
Un estudio publicado en el Journal of Religion and Health evaluó el
impacto del rezo del Rosario en 361 católicos de Italia, Polonia y España. Los resultados mostraron que quienes lo practicaban regularmente
reportaban menor ansiedad espiritual, mayor empatía y un mayor sentido de bienestar, efectos comparables a los de
técnicas modernas de meditación como el mindfulness.
La estructura repetitiva del Rosario genera estados de calma similares a los inducidos por mantras orientales. Además, tanto la oración como el mindfulness activan el sistema nervioso parasimpático, responsable de inducir relajación y regular las emociones. La especialista en atención plena Tessa Watt explicó que estas prácticas ayudan a calmar la respuesta de estrés, favoreciendo la introspección y el control emocional.
El estudio también reveló diferencias culturales: en
Polonia, el Rosario es más practicado; en
Italia, se asoció a mayor empatía; y en
España, pese a una menor frecuencia, se observaron efectos positivos sólidos. Más del 62% de los participantes tenía estudios de posgrado, lo que contradice la idea de que solo personas con menor educación recurren a la oración.
Los hallazgos indican que el rezo regular reduce la depresión, aumenta el optimismo y fortalece la conexión social. Además, se destaca su valor como práctica accesible en contextos donde las terapias psicológicas no están al alcance.
Finalmente, los expertos coinciden en que tanto la meditación como la oración estructurada provocan cambios cerebrales medibles y ofrecen herramientas eficaces para afrontar el estrés, mejorar el bienestar emocional y fomentar un sentido de comunidad.
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