Lunes 14 de Julio de 2025, 23:56

Mientras una parte de los consumidores valora su sabor, estética y originalidad, otros lo perciben como un producto alejado de la realidad económica y cultural argentina.
La
industria alimentaria argentina se encuentra nuevamente atravesada por una
tendencia que combina redes sociales, estrategias de marketing y un producto con impronta internacional: el denominado “chocolate Dubái”. Este postre, de origen reciente, ha generado un notable
impacto tanto en el mercado local como en las plataformas digitales, y actualmente se posiciona como una de las
propuestas de consumo gourmet más demandadas.
Nacido en
Dubái en 2021, el “chocolate Dubái” fue desarrollado por la
emprendedora británico-egipcia Sarah Hamouda. Su objetivo era crear una barra de chocolate que reuniera texturas suaves, crocantes y cremosas, inspirada en el tradicional postre knafeh de Medio Oriente. La versión original está compuesta por
pistacho, tahini y masa kataifi, y comenzó a comercializarse en 2022 bajo el nombre
“Can’t Get Knafeh of It” a un precio de
19 dólares. Su popularidad creció de forma exponencial
en 2023 a partir de la viralización de un video en TikTok, que mostró el producto en detalle bajo formato ASMR. Desde entonces, se convirtió en un artículo
replicado a escala global.
Expansión local: productos, marcas y estrategias
En Argentina, el fenómeno tomó fuerza recientemente con el lanzamiento de productos que incorporan ingredientes similares a los de la barra original. Durante el último fin de semana, dos marcas de referencia realizaron presentaciones destacadas. Por un lado, Havanna lanzó un combo especial que incluye su alfajor “Dubai” junto al clásico “Aniversario”, limitado en unidades y a un precio de $7500. Por el otro, Lucciano’s presentó una línea de conitos y alfajores con base de pistacho, dulce de leche y cobertura de chocolate belga, distribuidos en puntos de venta seleccionados.
Ambas propuestas apelan a una estética y narrativa asociadas al lujo, el exotismo y la exclusividad. Además, se suman a otras iniciativas previas: marcas como Mamuschka, La Pinocha y Freddo ya habían lanzado bombones y helados inspirados en este mismo perfil de sabor.
En todos los casos, el denominador común es el uso del pistacho —uno de los frutos secos más costosos de producir—, el chocolate de alta calidad y el carácter de edición limitada. A esto se suma una fuerte presencia en redes sociales, con campañas protagonizadas por influencers, que han contribuido a generar largas filas en puntos de venta y una fuerte rotación de stock.
Nombre sin dueño, ingredientes en crisis
Pese a su masividad, el nombre “chocolate Dubái” no cuenta con protección legal como marca registrada, dado que los Emiratos Árabes Unidos no adhieren al Tratado sobre el Derecho de Marcas. Esta situación permite su libre uso por parte de productores, tanto pequeños como grandes, sin restricciones legales, lo que ha facilitado su rápida expansión global.
Sin embargo, esta popularidad también ha generado tensiones en la cadena de suministro. Según la revista Food & Wine y datos del sector, el aumento en la demanda global de pistacho ha contribuido a una escasez parcial del producto. En paralelo, se registra desde hace varios años una reducción en la disponibilidad de cacao, principalmente por condiciones climáticas adversas en África Occidental, una de las principales zonas productoras del mundo.

La producción de chocolate Dubái también implica el uso de ingredientes específicos como masa kataifi, que requiere elaboración artesanal. Estos factores inciden directamente en los costos y en la decisión de posicionarlo como un artículo premium y limitado.
Contexto económico y consumo selectivo
El auge del chocolate Dubái en Argentina se produce en un contexto económico complejo. Según datos de la consultora Sciencia, en mayo de 2025 las ventas en supermercados registraron una caída interanual del 3,3?%. Desde el inicio del actual gobierno, el consumo masivo viene mostrando una contracción mensual sostenida, con excepción de abril.
Este entorno plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del fenómeno, especialmente en un escenario donde la capacidad adquisitiva de gran parte de la población se encuentra comprometida. No obstante, algunas pymes y empresas del sector han encontrado en esta tendencia una oportunidad para innovar, atraer nuevos públicos y mantener actividad en un rubro golpeado por la inflación y la caída del consumo.

Entre el furor y la incertidumbre
La recepción del “chocolate Dubái” en el público ha sido dispar. Mientras una parte de los consumidores valora su sabor, estética y originalidad, otros lo perciben como un producto alejado de la realidad económica y cultural del país. En redes sociales, la discusión se ha multiplicado en los últimos días, con opiniones tanto favorables como críticas.
Aún no está claro si se trata de una moda pasajera impulsada por la viralidad digital o si logrará consolidarse como una nueva referencia en la oferta local de golosinas premium. El tiempo —y la evolución del consumo— terminarán por definir si el chocolate Dubái se convierte en un clásico contemporáneo o en otro caso más de fenómeno efímero.
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