Sábado 19 de Julio de 2025, 11:16
Había más de 50.000 personas en el concierto de Coldplay en el Gillette Stadium de Boston. Y esta "pareja" captada in fraganti, compuesta por Andy Byron, CEO de Astronomer, y su compañera de trabajo Kristin Cabot, se dio a conocer al mundo de una forma más que accidentada, con hechos puntuales que al combinarse desataron un escándalo internacional por una presunta infidelidad.Primero, el azar determinó que fueran justo una de las duplas elegidas para enfocar en la "kiss cam", y quedar expuestos ante todo el estadio. Podría haber quedado como uno de los tantos paneos, pero al ver sus rostros horrorizados entró en acción la voz de Chris Martin, quien acudió al humor y los trató de "tímidos", pero la suerte ya estaba echada.
Byron es un hombre casado, padre de dos hijos junto a Megan Kerrigan, quien borró su apellido de casada ni bien estalló el affaire y luego desactivó todos sus perfiles públicos.
En la era de las redes sociales, donde los celulares son protagonistas del paisaje de cada recital, seguramente sospecharon que su insólita aparición en la cámara de besos no iba a quedar solo entre los asistentes al show.
Por supuesto que había alguien que estaba grabando exactamente ese momento, donde fueron exhibidos en las pantallas gigantes, y en cuestión de minutos el video ya se había viralizado en TikTok.
Poco después de que la empresa Astronomer rompiera el silencio con un comunicado oficial, y luego de que circularan varios fakes, Andy y Kristin volvieron a estar en el centro de la escena mediática, porque resulta que otro fanático grabó un video previo a la secuencia viral.
Fue antes de que sonara el hit "Viva la Vida", cuando la multitud sostenía sus teléfonos con las linternas encendidas, mientras Martin entonaba "Yellow".
El portal TMZ compartió el video, y usó un dicho popular como guiño a la supuesta infidelidad exhibida ante millones de personas, para titular lo que se ve en esas imágenes grabadas por otro fanático: "No aclares que oscurece".
En la inmensidad del estadio destaca la silueta de Byron, al lado de Cabot, en la primera fila de unos de los palcos donde luego serían iluminados, y se los ve mecerse al ritmo de la música.
Al principio sin abrazarse, y luego se hablan al oído e incluso intercambian algunos tímidos besos, que no se llega a apreciar si son en la mejilla o en los labios, pero el intercambio cómplice vuelve a ser más que elocuente.