Un estudio ambiental le puso fin a la idea de recuperar la vieja ciudad universitaria de San Javier

Jueves 24 de Julio de 2025, 06:34

PUNTO FINAL. La estructura, abandonada hace décadas, es inviable desde el punto de vista ambiental.



La Universidad Nacional de Tucumán (UNT) volvió a poner sobre la mesa su histórico —y hasta hoy inconcluso— proyecto de construir una Ciudad Universitaria en la Sierra de San Javier. Sin embargo, un nuevo informe técnico elaborado por el Observatorio Ambiental de la UNT pone en duda la viabilidad ambiental, estructural y legal de cualquier desarrollo masivo en la zona. Concluye que avanzar con el plan original —que preveía viviendas y servicios para unas 30.000 personas— hoy resulta prácticamente inviable.

El documento, titulado Condiciones Ambientales e Institucionales de la Idea Proyecto Ciudad Universitaria (IPCU) y el Parque Sierra de San Javier (PSSJ), fue presentado ante el Consejo Superior de la UNT el martes pasado. El trabajo estuvo coordinado por el ingeniero Álvaro Bravo y reúne las conclusiones de un equipo interdisciplinario que analizó el entorno físico, el marco normativo y la infraestructura actual del área.

El proyecto tiene raíces profundas: fue concebido en 1946 durante el rectorado de Horacio Descole, como parte del Primer Plan Quinquenal del peronismo. La UNT llegó a expropiar 14.000 hectáreas en 1947, y aunque se iniciaron obras, el golpe de Estado de 1955 paralizó el avance. Algunas estructuras, como el conocido “block” de hormigón, quedaron a medio construir. Más tarde, en 1958, la UNT se integró a YMAD, cuyas regalías estaban destinadas —al menos en parte— a financiar el proyecto. Las utilidades llegaron recién en 2006 y todavía hay causas judiciales en curso sobre el uso de esos fondos.

A partir de los años 60, la UNT comenzó a redireccionar su crecimiento hacia el área urbana (actual Campus Herrera) y adoptó una visión ambiental más conservacionista. Creó la finca Horco Molle (1966) y el Parque Biológico – Reserva Sierra de San Javier (1973). Esta línea conservacionista se consolidó aún más con la sanción de la Ley Nacional 26.331 de Protección de Bosques Nativos (2007) y su equivalente provincial (2010), que asigna a casi toda la sierra una Categoría I: zona de muy alto valor de conservación, donde no se permiten cambios de uso del suelo.

Además del marco legal, el informe identificó obstáculos físicos graves. La zona posee una geodinámica activa, con fallas sísmicas, suelos frágiles y cuencas con fuerte dinámica torrencial. La infraestructura hídrica está deteriorada, no hay sistemas de tratamiento de efluentes centralizados y la única vía de acceso (ruta 338) es inestable, con frecuentes derrumbes. Un posible camino alternativo por Horco Molle, como planteaba el diseño original, requeriría una inversión enorme y generaría un fuerte impacto ambiental.

En este contexto, el equipo técnico recomendó no avanzar con nuevos desarrollos urbanos en el área y priorizar usos compatibles con la conservación ambiental.

Durante su presentación, Álvaro Bravo destacó que cuando se ideó el proyecto original no existían herramientas para estudiar la fragilidad del terreno ni una conciencia ambiental consolidada. Hoy, en cambio, se reconoce al Parque Sierra de San Javier como una pieza clave en la estabilidad de las laderas, el control de aluviones y la preservación de la biodiversidad, además de su rol como pulmón verde para el área metropolitana de Tucumán.

“Ya no hablamos de una ciudad universitaria residencial. Lo que tenemos hoy es una ciudad universitaria verde”, explicó Bravo, sugiriendo una reconversión del proyecto hacia usos más sostenibles. Señaló, sin embargo, que algunas estructuras existentes como el “block” podrían tener un nuevo destino —como hotel o centro de convenciones— siempre que se realicen estudios de impacto ambiental rigurosos.

La sesión del Consejo Superior estuvo presidida por el rector Sergio Pagani y la vicerrectora Mercedes Leal. Entre los temas del día también se tomó juramento al nuevo consejero estudiantil Esteban Emilio Frías.

En el cierre del debate, quedó claro que la UNT atraviesa una etapa de redefinición de su expansión. El sueño de una ciudad universitaria entre los cerros, nacida hace casi 80 años, parece haber sido reconfigurado por la realidad ambiental, jurídica y económica. Hoy, el desafío es encontrar una forma de integrar desarrollo académico con conservación, en un entorno natural que ya no admite la urbanización masiva, pero sí puede ofrecer un modelo alternativo de universidad en equilibrio con el ambiente.