Domingo 03 de Agosto de 2025, 13:36
Juan Martín del Potro entra a una sala llena de gente. Aunque enfrentó audiencias mucho más grandes durante su carrera como tenista, se lo nota nervioso. Cuenta que después del retiro sueña con ser una persona común y corriente en su ciudad natal, Tandil, sin embargo hay algo que todavía lo mueve a salir de ese pretendido anonimato. “A veces me gusta contar un poco más de mi historia, para que inspire a un montón de gente que tal vez la esté pasando mal o que tenga un sueño deportivo”, dice.
El extenista, campeón del US Open en 2009 y de la Copa Davis en 2016, sube tres escalones y llega hasta el escenario. Más tarde admitirá que esos simples pasos todavía le cuestan, que son parte de esa batalla que aún no puede ganar: la de los problemas físicos. A pesar de que ya no compite, los dolores y los extremos cuidados siguen siendo una parte constante de su vida.
“Fui afortunado de jugar en estos 20 años que fueron, para mí, la mejor era de la historia del tenis y por haber compartido con monstruos que son leyendas. Yo fui uno de esos jugadores que le peleaba mano a mano al Big Three (integrado por Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic) y que cada tanto le ganaba algún partido. No somos muchos los que podemos contar eso y a mí me da mucha felicidad”, sostuvo Del Potro, que hoy tiene 36 años y que en 2018 llegó a ser número tres del ranking ATP.
Atrás quedó ese chico de 16 años que viajaba por el mundo como la gran promesa del tenis argentino y que se sentía mal cuando volvía a Tandil y que, por haber estado fuera de su casa tantos meses, no entendía los chistes que hacían sus amigos. “No sabía ni de qué hablaban y eso para un adolescente es durísimo”, recordó.
También es parte del pasado ese tenista Top que acaparaba toda la atención y que, hasta 2016, no paraba de acumular logros individuales, pero tampoco dejaba de recibir reclamos por no ganar la Copa Davis: “Yo esa presión trataba de convertirla en algo lindo. Pensaba que si la gente me estaba pidiendo más, era porque yo podía dar más”.
“Hoy creo que puedo decir que no volvería a jugar al tenis, pero hace meses atrás me moría de ganas”, reconoce la “Torre” y da paso a un relato estremecedor sobre cómo fueron los últimos años de su carrera y cómo esa lucha se trasladó al plano personal.
El 2016, el principio del final de la carrera
Aunque las complicaciones físicas habían empezado mucho antes, la parte más tortuosa de la carrera de Del Potro empezó en 2016. Había vuelto a competir tras una lesión persistente en la muñeca que lo había obligado incluso a cambiar su técnica de juego, sobre todo en el revés.
“A veces nuestra cabeza es nuestro peor enemigo”, dijo sobre aquellos tiempos en los que, además, debió acostumbrarse a la pérdida de “privilegios” dentro del circuito por su abrupta caída en el ranking. Y agregó: “Volví a jugar y ya no me trataban como el Top Ten que había sido. Eso es un poco cruel en nuestro deporte: cuando estás arriba tenés ciertas ventajas, pero cuando caés tenés que volver a lucharla desde atrás. Yo había estado mucho tiempo viviendo una vida con ciertos privilegios, que después no los tuve y me costaba mucho lidiar con eso, era feo”.
Ese mismo año, antes de empezar a competir en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, le había comunicado a su familia y a sus amigos que ese era el último torneo “para intentar hacer un papel digno y, si no, dejaba de jugar”. “Ya estaba sufriendo mucho, no solo dentro de la cancha, sino afuera”, explicó.
Pero Río 2016 se convirtió, por el contrario, en un renacer para su carrera: dejó en el camino a Djokovic y a Nadal, para quedarse con la medalla de plata tras perder la final ante Andy Murray, por entonces número 2 del mundo.
La conquista de la Copa Davis en 2016 con el equipo argentino coronó esa nueva etapa de gloria que lo llevó a ser número tres del mundo en 2018. Pero, con el tiempo, las lesiones aparecerían una vez más, esta vez en sus rodillas, para volver a ponerlo en jaque.
Las lesiones, el gran fantasma en la vida de Del Potro
“Me rompí la rodilla, me operé, me dijeron que a los cuatro meses volvía y nunca más volví a jugar. Nunca estuve preparado para un retiro ni para saber qué iba a hacer después de jugar al tenis”, cuenta Del Potro sobre aquel proceso que arrancó en 2019 tras romperse la rótula derecha en un partido en Queen’s ante el canadiense Denis Shapovalov.
Fueron cuatro las cirugías que atravesó hasta 2022. El objetivo de todas ellas fue siempre el mismo: volver a jugar al tenis de manera profesional. La espera, sin embargo, se volvía difícil y las preguntas de los fanáticos en la calle no hacían más que acrecentar su tristeza. “Todos me preguntaban ‘¿Volvés?’ o ‘¿Cómo estás de la rodilla?’ y era muy complicado lidiar con eso todos los días porque yo por dentro me moría de ganas de jugar", contó en la charla “Historias detrás de la historia”, organizada por Sancor Salud.
Por eso, Del Potro tomó la decisión de anunciar una despedida -no precisamente un retiro- en el ATP de Buenos Aires 2022. Lo hizo para que dejaran de presionarlo con preguntas sobre su vuelta al circuito, aunque íntimamente ese seguía siendo su objetivo. Tras perder en primera ronda ante Federico Delbonis, colgó su vincha sobre la red y se tomó un avión a Suiza para operarse. Fue así que en los siguientes dos años atravesó otras cinco cirugías de rodilla.
“Tengo nueve cirugías en total. Nueve y sigo sin encontrarle la vuelta. Tengo que levantarme todos los días y pelear esta batalla. Llevo muchos años y voy perdiéndola. Eso me consume mucho de lo emocional, desde lo psicológico, pero sigo buscando opciones, sigo investigando, sigo hablando con gente, con médicos porque pienso que es cuestión de tiempo: yo voy a ganar”, sostuvo con tímido optimismo.
Su despedida oficial, después de mucho meditarlo y de asumirse por primera vez como un extenista, llegó en diciembre de 2024 y fue ante Novak Djokovic en un estadio de Parque Roca repleto. Ese evento hizo un “clic” en la cabeza de Del Potro, le dio una “paz interna” muy parecida a la que había sentido después de ganar la Copa Davis: “Esa noche dormí muy bien. Fue el broche de oro. Antes de eso sentía que podía volver (a jugar), pero hoy ya no”.
“Hoy estoy en esta lucha de mi rodilla, que es un esfuerzo emocional muy grande, pero también voy en paz. Trato de no volverme loco y de pensar que esto es una batalla sin fecha de vencimiento ni tiempos: algún día lo voy a revertir. Hoy esto (la lesión) es lo que más me perturba desde lo emocional y desde lo mental, pero trato de que no me consuma toda mi energía en el día a día”.
Los nuevos desafíos de Juan Martín del Potro
Cuando mira para atrás, Del Potro no tiene nada que reprocharse en su carrera. Lo dio todo e intentó todo hasta el final. Asegura que no extraña la competencia y que aprendió a disfrutar de todas esas cosas que el profesionalismo le impedía hacer: abrió una academia de tenis en Estados Unidos, cada tanto participa de algún partido de exhibición y se volvió un fanático del vino. “Estoy muy feliz con todo lo que he vivido”, recalca.
El retiro tuvo, sin embargo, tuvo su parte difícil: “El teléfono suena menos cuando te retiras, suena menos cuando te lesionás, suena menos cuando se deja de estar ahí arriba. Es una frase hecha, pero es muy cierta esa de ‘los amigos del campeón’: de repente uno está lleno de amigos, de llamados, de invitaciones, de propuestas y de repente nadie se acuerda de uno. Eso pasa, es más común de lo que uno cree”.
Lo que sí se lleva para siempre es el cariño de los fanáticos: “La gente para mí es un trofeo mucho más valioso que los tenísticos que fui cosechando. No somos muchos los tenistas que podemos tener ese privilegio de ir a cualquier lugar del mundo y sentirnos tan queridos, tan reconocidos. Es algo que me llena de orgullo y que comparto también con una gran amiga, Gabriela Sabatini”.
Por eso, aunque busca disfrutar lo más que puede de la tranquilidad de Tandil, también encuentra algunos espacios para transmitir su mensaje a los más jóvenes e inspirarlos: “Les digo que se pongan el sueño que quieran y que vayan por eso. El consejo es que sueñen alto, que no se pongan límites en lo que quieran hacer. Esto aplica al deporte y a cualquier ámbito de la vida: hay que disfrutar el camino, porque después pasa todo muy rápido”.
“Todo se puede revertir, no hay nada imposible. Tal vez mi historia pueda servir de inspiración para que muchos vean que, a pesar de pelear contra los monstruos y con mis dificultades físicas, pude hacer cosas inexplicables”, dice y sonríe, como quien está listo para ganar la gran batalla de su vida. /TN