Lunes 04 de Agosto de 2025, 20:46
A mediados de julio de 2025, la agencia calificadora Moody’s sorprendió al elevar la nota crediticia de Argentina en dos escalones, de Caa3 a Caa1, y al modificar su perspectiva de “positiva” a “estable”. Aunque el país sigue catalogado dentro del grupo de deuda especulativa, esta mejora representa un paso relevante para su posicionamiento internacional y para recuperar el acceso a los mercados financieros. En este contexto, es útil recordar ciertos conceptos que circulan en el ámbito financiero global, como que es forex y como funciona, ya que la dinámica cambiaria y monetaria del país tuvo una influencia clave en esta decisión de Moody’s.
Uno de los elementos que más destacó la calificadora fue la liberalización del mercado de cambios. Desde el segundo trimestre de 2025, el gobierno argentino reemplazó el sistema de devaluación administrada (crawling peg) por un esquema de flotación más flexible, eliminando a su vez gran parte de las restricciones que dificultaban la compra de divisas. Esta apertura redujo la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, mejoró la transparencia del mercado cambiario y estimuló el ingreso de dólares, principalmente a través del canal financiero y de exportaciones.
En paralelo, Argentina reconfiguró su relación con el Fondo Monetario Internacional. El nuevo acuerdo firmado en mayo de este año contempla un financiamiento total de 20 mil millones de dólares, de los cuales ya se desembolsaron 12 mil millones. Además, organismos multilaterales como el BID y el Banco Mundial aportaron recursos adicionales por más de 6 mil millones. Esta inyección de divisas permitió recomponer las reservas del Banco Central y reducir la percepción de riesgo de default a corto plazo, otro de los factores considerados por Moody’s en su evaluación.
Otro aspecto determinante fue el giro en la política fiscal y monetaria. Tras años de déficits persistentes y emisión descontrolada, el gobierno encabezado por Javier Milei logró implementar una política de “déficit cero” que puso fin al financiamiento del Tesoro por parte del Banco Central. Esta disciplina contribuyó a una desaceleración significativa de la inflación, que pasó de niveles superiores al 100?% en 2024 a una tasa proyectada del 50?% anual para finales de 2025. La credibilidad ganada por el programa económico, y la capacidad de sostenerlo pese a las tensiones sociales, fue bien recibida por los inversores.
El cambio de calificación tuvo un impacto directo sobre el costo del financiamiento argentino. Los rendimientos de los bonos soberanos disminuyeron levemente, anticipando una caída más generalizada si la mejora se consolida. Este ajuste en los spreads ayuda a reducir la carga de intereses y abre una puerta a futuras emisiones en los mercados voluntarios de deuda, algo que hoy aún parece lejano, pero no imposible si se mantiene la senda actual. A nivel corporativo, varias empresas argentinas con proyección internacional también fueron beneficiadas con mejoras en su propia calificación, lo que facilita su acceso a financiamiento externo en mejores condiciones.
La reacción del mercado fue inmediata. El índice Merval registró una suba moderada, destacándose las acciones vinculadas a energía y finanzas. El tipo de cambio se mantuvo estable y la brecha cambiaria siguió acotada, reforzando la expectativa de continuidad del rumbo actual. Por su parte, las reservas internacionales mostraron una leve recuperación, en parte gracias a los desembolsos multilaterales, pero también por el repunte de exportaciones agroindustriales tras una buena campaña.
Sin embargo, Moody’s también fue clara en señalar los límites de esta mejora. La economía argentina sigue siendo frágil en varios aspectos estructurales. Las reservas netas aún no alcanzan niveles que aseguren autonomía financiera frente a shocks externos. Además, la apertura del mercado de capitales es todavía parcial, con trabas regulatorias que complican la inversión y limitan la entrada de capital privado. La incertidumbre política, de cara a las elecciones legislativas de octubre, también representa un riesgo latente. Un eventual cambio de dirección en la política económica podría revertir parte del terreno ganado, especialmente si se relajan las metas fiscales o se reinstalan controles.
A nivel interno, el Banco Central complementó el esfuerzo fiscal con medidas que apuntan a absorber liquidez y contener la inflación. El aumento de los encajes bancarios y la implementación de canjes voluntarios de deuda en pesos fueron herramientas clave para ordenar la curva de vencimientos y reducir la presión sobre los precios. Aunque la política monetaria se mantiene contractiva, el gobierno logró sostener cierto nivel de actividad gracias a la recomposición de expectativas.
En este escenario, los operadores financieros comienzan a observar con más atención la evolución de los activos argentinos, tanto en los mercados de deuda como en el segmento accionario. La mejora de la nota por parte de Moody’s refuerza el mensaje de que el país ha comenzado un proceso de estabilización que, si se consolida, podría sentar las bases para un regreso más amplio a los mercados internacionales. Mientras tanto, la evolución del tipo de cambio, la inflación y las reservas seguirán siendo los principales indicadores para medir la viabilidad del programa económico y la sostenibilidad del modelo.