Viernes 08 de Agosto de 2025, 14:25
El 18 de octubre de 1925 nació en Buenos Aires la segunda hija de un matrimonio que había llegado desde Italia, escapando de las dramáticas consecuencias de la Primera Guerra Mundial. Esa beba llevó un extraño nombre que fue inscripto en los registros oficiales como consecuencia de un error. Pero quedó.
Casados en Italia, María Teresa Riolfi y Ángel Juan Ferrari arribaron a la Argentina en julio de 1923 junto con la pequeña Lina, primera hija del matrimonio, de solo nueve meses. Cuando bajaron del barco Príncipe de Udine, fueron recibidos en el Hotel de los Inmigrantes -en lo que hoy es la zona de Puerto Madero-, donde durmieron en el piso.
Al poco tiempo fueron convocados para trabajar en una ferretería, en el partido de San Martín. Ángel realizó tareas en el comercio y María Teresa se dedicó a los quehaceres hogareños.
En ese hogar, en 1925, nació la primera hija argentina de ambos, la protagonista de esta historia con ribetes insólitos.Una beba y el nombre más raro
La dueña de la casa donde vivían -conocida como Beba- fue la madrina de la pequeña. El problema se generó en el registro civil donde Ángel fue a dar testimonio del nacimiento de su hija. Con 32 años y poco tiempo en el país, Ferrari convivía con el desafío de hacerse entender en su castellano muy italianizado, el famoso “cocoliche”.
El nombre Anélide, según el archivo digital del Renaper.
La pareja había decidido ponerle de nombre Ana Elida a la pequeña. Con ese dato y ese mandato, Ángel llegó a la repartición oficial. “Cuando le preguntaron por el nombre, él dijo Ana Elida, pero con sus dificultades con el castellano le salió ‘Anélide’. Se encontró con un empleado que tenía tan pocas ganas de hacer su trabajo que ni siquiera le repreguntó sobre lo que había escuchado. Y así la registró a mi mamá”, cuenta María Haydeé Fernández, la hija de Anélide Ferrari.
En el archivo digital del Registro Nacional de las Personas (Renaper) no hay dudas: la hija de Ángel Ferrari y María Teresa Riolfi fue la única mujer que llevó el nombre Anélide en los 100 años que casi transcurrieron desde su nacimiento hasta la actualidad, cuando hubiera estado cerca de cumplir un siglo de vida.
El nombre de Anélide Ferrari en la Libreta de Matrimonio de Haydeé Fernández, su hija. Foto: gentileza Haydeé Fernández.
Anélide no tuvo segundo nombre porque se lo deglutieron el idioma cocoliche de su padre y un empleado desganado. Iba a ser la única de las tres hermanas con dos nombres: además de Lina, la mayor, en 1927 nació Irma, la menor.
La mujer que no quería su nombre
En 1933, la familia Ferrari se radicó en Matheu, una ciudad del partido de Escobar. Anélide conoció allí a Abel Fernández, un ferroviario con el que se casó en 1951. Tuvieron tres hijos, cinco nietos y siete bisnietos. En la pequeña comunidad de Matheu, Abel era Abelito; y Anélide...
“Mamá no quería su nombre. Lo odiaba. Mi hermano Mario la amenazaba con divulgarlo cada vez que lo ponía en penitencia. Por eso ella nunca decía que se llamaba Anélide; para todos, era Nélida”, aporta Haydeé, una reconocida profesora de inglés de Escobar.
Y así fue: sólo su hermana Irma la llamaba por su verdadero nombre, por una cuestión de costumbre y respeto familiar. Ni siquiera su marido lo hacía: tanto para él como para el resto de Matheu ella siempre fue Nélida.
Partió en septiembre de 2019, un mes antes de cumplir 94 años. Abel se quedó un tiempo más: se fue en mayo de este año, a los 99. Pero además del sello de una mujer íntegra, dicho por quienes la conocieron, Anélide Ferrari dejó también la increíble historia del nombre imposible. El nombre que no debía ser.
No es como Anélide: qué hay detrás de la tendencia de los nombres únicos
Como el caso de Lesbia o quien decidió ponerle Angustias a su hija, Anélide se inscribe en la nómina de los nombres únicos que se han registrado en la Argentina. De acuerdo a los archivos del Renaper, hay más de 29 mil personas en el país que tienen o tuvieron nombres poco comunes, aquellos que figuran sólo una vez en 100 años de registros.
En los últimos tiempos también han surgido nombres poco comunes en la Argentina. Galaxia, Lobo, Clinton, Cleopatra y Oro, entre otros, han aparecido en los archivos del Renaper, en los que hay nombres de personajes históricos, metales preciosos, fenómenos naturales, animales y sentimientos, entre otras extrañas selecciones. /
TN