Lunes 18 de Agosto de 2025, 08:36
Vestida de rosa, con zapatillas negras y en puntas de pie, Ámbar, de 4 años, estira su mano lo más que puede para alcanzar el gran cesto azul donde deja caer un papelito. Su gesto, celebrado con orgullo por sus padres Romina Cancino y Hugo Ruiz, resume una de las postales más valiosas de la tarde de ayer en el parque 9 de Julio: la imagen de las infancias que juegan, mientras aprenden a cuidar el espacio público en un día dedicado por entero a ellos.
“Desde que era más pequeña le enseñamos a no ensuciar y a dejar limpio los lugares que visita”, cuenta Romina, mientras a pocos metros levantan los objetos con los que improvisaron un picnic junto al lago San Miguel.
Ámbar es una de las miles de niñas y niños que ayer disfrutaron del pulmón verde más grande de la capital tucumana entre risas, volantines e inflables.
A diferencia de lo ocurrido en el último Día del Amigo, cuando toneladas de residuos y hasta aceite de frituras arrojado al agua del espacio generaron indignación, muchas familias se ocuparon esta vez de juntar lo que dejaban atrás. No fue perfecto, pero se notó un cambio.
El Día del Niño se celebró finalmente ayer, después de algunos cambios de fecha. En principio se había propuesto realizarlo el 10 de agosto, en un intento por favorecer al comercio. No obstante, se decidió que el calendario no se ajustara y el tercer domingo de agosto volvió a ser la referencia.
En el parque, ese detalle fue casi anecdótico. Lo que primó fue la masiva concurrencia, la creatividad y la alegría.
Los alrededores del espacio y las zonas arboladas se poblaron de colores. Personajes de peluche como Messi o Spiderman se paseaban entre los chicos, saludaban y se sacaban fotos.
En algunos rincones, grupos de voluntarios armaban espacios de pintura donde los más pequeños se acercaban a plasmar con pinceles sus dibujos en papeles y cartones.
Estrategias caseras para cuidar
La familia Velázquez llegó desde la Ciudadela con mates, galletas y bollitos en bolsas de cartón. Rosa, la mamá, tenía a mano bolsitas plásticas más pequeñas para juntar la basura.
“Venimos desde hace 10 años y siempre usamos la misma táctica: bolsas de cartón para lo que traemos y de plástico para lo que tiramos en los basureros. Aunque ahora decidimos que era tiempo de involucrar más a los chicos.”, agregó la mujer de bufanda verde y campera abrigada.
Para ella lo que pasó en los últimos festejos de fines del mes pasado fue un llamado de atención. “Hay que enseñar a cuidar”, reflexiona.
En el borde del lago San Miguel, donde hace un mes flotaba una mancha de aceite, ayer se veía a padres y madres que compartían la pesca con sus hijos. “Es una tradición que tenía con mi padre y ahora la repito con mi hijo”, cuenta Ramón Mendoza.
“Estos son los momentos que sé que a él se le van a quedar en los recuerdos, y también a mí”, dice.
Aunque el comportamiento allí mejoró, el contraste seguía presente. En algunas zonas donde el agua acumulaba botellas plásticas y vasos descartables.
La tarde cerró con un cielo encapotado, pero el color lo ponían las infancias con barriletes de todos los tonos que volaban sobre el parque.
El Día del Niño recuperó su lugar en el calendario con un festejo masivo que dejó más sonrisas que basura, aunque también invitó a pensar que la verdadera fiesta es aquella que no deja heridas en el espacio compartido.
Patrulla ambiental: trabajadores de la Empresa 9 de Julio fueron guardianes del parque
En llamativos trajes rojos, y en grupos de a tres o cuatro, los empleados de la empresa 9 de Julio, recorríeron el parque con bolsas de consorcio en mano y objetos con los que levantaban algunos residuos que encontraban en su camino.
Los trabajadores admitieron que vieron menos basuras y que la gente sí colaboraba con la limpieza del lugar. “Parece que muchos entendieron”, afirmaron mientras seguían su camino concentrados en terminar sus tareas,
“El año pasado nos quedamos hasta que se hizo de noche, pero hoy el paseo va a ser más corto”, cuenta Lía Fernández que compartía un bingo familiar con sus hijos, hermanas y sobrinos.
Ella corría detrás de una bolsita de papas fritas que se escapó por lo ventosa de la tarde y reconoció que esa fue la dificultad más grande de cuidar la limpieza. “Te descuidás un segundo y se vuela cualquier papelito que tengas cerca”, dijo entre risas antes de volver a sentarse junto a los suyos. /La Gaceta