Viernes 22 de Agosto de 2025, 09:14
CARTA DE LECTORES
“LA AUDIENCIA QUE ROMPE EL SILENCIO”
La Justicia siempre llega, y lo hará una vez más con la apertura de la audiencia ya fijada ante la Cámara Penal Conclusional – Sala III, el día 27 de agosto de 2025, a horas 11:30. Allí, las víctimas tendrán por fin la palabra: podrán dirigirse a los Magistrados y al Fiscal de Cámara para decir sus verdades, sin intermediarios ni disfraces, mirando a los ojos a quienes deben escuchar.
Ese es el instante en que la dignidad deja de ser discurso y se convierte en acto, en memoria y en reparación. En nuestra provincia, donde cada esquina guarda un eco de historia y cada apellido pareciera pesar más que la verdad, asistimos al doloroso contraste entre lo que las instituciones representan, como la Sociedad Rural, baluarte y defensor del campo, y el Instituto Miguel Lillo, cuna de investigación, ciencia y cultura y la sombra que se cierne sobre algunos de quienes hoy las conducen.
¿Pueden sostener la grandeza de esos faros de honor cuando quienes los dirigen y están a la cabeza enfrentan enormes cuestionamientos judiciales en un contexto de violencia de género y económica? La respuesta no se escribe con comunicados ni con silencios; se escribe en un juicio oral y público, a plena luz, donde la verdad no admite disfraces.
Porque EL QUE NADA DEBE, reclama debate y exige sentencia. El que SE ESCONDE detrás de artilugios procesales revela, con su propia actitud, aquello que las pruebas más tarde confirmarán.
EL CLAMOR DE LAS HERMANAS:Las verdaderas víctimas no son abstracciones jurídicas ni entes difusos: son hermanas, nacidas de un mismo vientre, amamantadas por la misma madre, criadas bajo un mismo techo, que hoy son arrojadas a la intemperie del desprecio. ¡Qué ironía! Los mismos brazos que un día compartieron juegos en la infancia, los mismos pasillos donde resonaban risas fraternas, se han convertido en murallas de codicia y exclusión.
Isabel Frías Silva y su hermana María, las dos únicas mujeres accionistas, han sido privadas de dividendos, desterradas de decisiones, borradas de inventarios, condenadas a mirar, desde el margen, cómo los hermanos varones replican el viejo orden patriarcal que las condena al silencio. Y sin embargo, su voz se levanta.
Es voz de madre que parió iguales, es voz de hijas que reclaman herencia, es voz de justicia que pide escenario.
LA VERDAD NO CALLA:El patrimonio ocuoto, tierras de enorme valor diseminadas en la avenida Perón –Yerba Buena– y todo el país; inmuebles; arriendos con cláusulas irrisorias (Las Cañas en Yerba Buena), fideicomisos, tambos por doquier, hoteles, sembradíos, cañas de azúcar, limones, sojas, quesos, papas semillas con enormes instalaciones para exportación, gimnasios y mucho más, es la evidencia muda de un fraude dentro de un contexto de violencia de género y económica en estado de debate oral y público.
Pero el dolor de las hermanas es más elocuente que cualquier balance o inventario adulterado. No se trata de “trapitos al sol”, sino de vidas negadas por quienes debieron abrazarlas.
No es un pleito menor: es la herida abierta de una familia que prefirió la codicia al amor, y que hoy desnuda a Tucumán el rostro de su impunidad. Borges decía que “la verdad no necesita ser creída, porque es”.
Hoy esa verdad se escribe con lágrimas y con rabia: dos hermanas, nacidas de un mismo vientre, reclaman que la Justicia, alguna vez, sea justicia de verdad. Y creo que así será. En esta audiencia que al fin llega. Será el día en que el silencio se rompa definitivamente y la palabra de las hermanas resuene en la Sala III de la Cámara Penal Conclusional. Allí, no solo se ventilará un expediente: se abrirán las páginas de una historia de lucha, de un Tucumán que clama por verdad y por memoria.
Ese 27 de agosto a las 11:30 no habrá lugar para el disimulo: la Justicia tendrá la oportunidad de reconciliarse con su esencia y mostrar que aún es capaz de amparar a las víctimas y señalar a los victimarios.
Porque la historia no recordará los artilugios procesales ni los comunicados de ocasión, sino el valor de dos mujeres que, nacidas del mismo vientre, se atrevieron a mirar a los ojos al poder y exigirle cuentas.
Ese coraje será el legado que, más allá de esta sala, quedará escrito en la memoria colectiva de Tucumán.
Yo, Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón, sigo escribiendo con mi firma. Porque callar sería traicionar a las mujeres silenciadas, al derecho mancillado y a la historia que algún día pedirá cuentas.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
jorgeloboaragon@gmail.com
Abogado de Isabel Frías Silva
M. P. 2118