Sábado 18 de Octubre de 2025, 07:37
En una entrevista con Infobae, Florencia Jardel habló sobre su hija Delfina Ferro, la joven platense que falleció el 14 de febrero de 2025 tras enfrentar un glioblastoma multiforme, uno de los tumores cerebrales más agresivos. Hoy, Florencia encabeza una lucha que su hija dejó como legado: la aprobación de una ley de eutanasia en la Argentina, un derecho que Delfina defendió hasta sus últimos días.
Delfina tenía 25 años, estudiaba Business en Estados Unidos gracias a una beca, había vivido en Nueva Zelanda y era una apasionada del deporte. “Delfi era un huracán, vivía con objetivos, con una energía que te arrasaba”, recordó su madre. En enero de 2024 sufrió una convulsión en Estados Unidos que la llevó al diagnóstico que cambiaría su vida: un tumor cerebral inoperable y sin cura.
“Nos dijeron que tenía una expectativa de vida de ocho meses a un año y medio, pero yo no lo podía creer. Pensé que se equivocaban”, relató Florencia. Desde ese día decidió acompañar a su hija en todo. “Como en La vida es bella, traté de que ella viviera bien, de hacerle liviana la carga. Quería que siguiera disfrutando.”
Y así fue. Delfina se enfocó en lo que amaba: siguió corriendo, cursó sus materias, viajó a Brasil y compartió momentos felices con su familia. “Nos propusimos seguir siendo una casa feliz y lo logramos. Organizábamos cenas, jugábamos juegos, hacíamos viajes. Ella tenía una capacidad enorme de disfrutar el presente, de levantarse con lluvia a correr aunque los médicos le decían que no podía”, contó su madre.
A fines de diciembre de 2024, la enfermedad avanzó rápido y Delfina comenzó a hablar abiertamente sobre eutanasia y suicidio asistido. “Ella entendía perfectamente lo que le pasaba. No quería estar postrada, no quería perder la movilidad. Decía: ‘Respeto a quienes pueden vivir así, pero yo no quiero’. Sentía un sufrimiento existencial”, explicó Florencia.
En Argentina, la ley solo permite rechazar tratamientos y acceder a una sedación paliativa, pero no elegir el momento de morir. “Ella quería poder decidir. Amaba la vida, pero quería decidir cómo irse. No se trataba de rendirse, sino de mantener su dignidad hasta el final”, afirmó su madre.
Delfina fue internada el 9 de febrero de 2025 y murió cinco días después, rodeada de sus seres queridos. “Ver sufrir a un hijo es peor que verlo irse. Lo único que quería era que estuviera tranquila”, recordó Florencia.
Antes de morir, Delfina dejó videos y cartas en los que pedía continuar su causa. “Todavía no pude verlos. Me cuesta escuchar su voz, pero sé que es su manera de seguir hablándonos”, confesó.
Hoy, Florencia continúa esa lucha. “Ella me pidió que siguiera su causa. Y lo voy a hacer. Porque elegir cómo morir también es una forma de amar la vida.”