Domingo 26 de Octubre de 2025, 09:05

Desde los 80, con el cierre ferroviario, el traslado de la terminal y la proliferación de la venta ilegal, se vienen anunciando proyectos para recuperar un barrio histórico y emblemático de la capital.
Esta vibrante historia comenzó entre fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX, cuando la urbanización de la Capital fue avanzando hacia la zona del Bajo. De hecho, hay al menos 14 propiedades construidas entre 1890 y 1910 que forman parte del patrimonio histórico.Desde siempre, esa zona tuvo movimiento económico, tanto de vendedores ambulantes como de comercios establecidos. De a poco, se fue convirtiendo en la puerta de acceso más importante y transitada del municipio.
Primero fueron las carretas, luego el ferrocarril (el primer tren llegó a la provincia en 1876, aunque aún no existía la Estación Tucumán Norte, del Belgrano, ubicada en El Bajo). Arribó a la Estación Central Córdoba, en San Martín y Marco Avellaneda. Luego vino el automóvil, y el impulso más fuerte lo dio la ruta nacional 9, que se construyó entre 1936 y 1943, y que en ese entonces cruzaba por la ciudad, incluido El Bajo.
La zona se puso más intensa cuando en 1968 se inauguró la terminal de ómnibus en la plaza La Madrid, hoy ocupada por oficinas públicas y puestos de vendedores, luego del traslado de la estación terminal a su ubicación actual. Habría que sumar al viejo aeropuerto, ubicado a sólo cuatro cuadras de la antigua terminal.
Comienza la debacleEn 1978 partió el último tren por el ramal del Belgrano que iba a Las Termas de Río Hondo; y a partir de los 80 comenzó a gestarse el certificado de defunción del ferrocarril en gran parte del país, que se profundizó en los 90. Esa medida significó la agonía y la desaparición de muchas poblaciones, que vivía del paso de los convoys de pasajeros.
Era el inicio de la debacle de El Bajo y ya sin la ruta 9 cerca, la estocada final ocurrió en 1994, con la inauguración de la nueva terminal de ómnibus en un sector que debería haber pertenecido al parque 9 de Julio, según el proyecto original. Pocos años antes, en 1986, también se había mudado el “Benjamín Matienzo” a Cevil Pozo.
DETERIORO. En la zona hay muchas viviendas antiguas abandonadas. En este emblemático e histórico barrio tucumano, concurrido masivamente por gente del interior que venía a proveerse de mercadería, y también por turistas y los propios capitalinos, se inició una decadencia de usurpaciones, invasión desordenada y ambulantes, total falta de higiene y propiedades que se fueron deteriorando.
Hay un debate sobre si las estaciones de transporte, terrestre, ferroviario y aéreo perjudicaron a una pintoresca y tranquila zona comercial y cultural o si contribuyeron a su desarrollo. Por ejemplo, con el desarrollo urbanístico y de transporte, la plaza La Madrid, que era un importante pulmón verde, quedó diezmada. Esa discusión sigue abierta.
VITALIDAD. Los comercios le dan su identidad al centenario barrio. Desde los 90 se viene planteando la necesidad de recuperar, ordenar y revalorizar El Bajo, con la restauración de sus edificios, la erradicación del comercio ilegal, la promoción de actividades más acordes, como las antigüedades, los museos y la cultura o montar un nuevo polo gastronómico de calidad.
La vieja estación de colectivos fue reciclada y desde 1999: en dos alas de sus instalaciones, alberga dos museos: el de Artesanías Regionales y el de Artes, que inicialmente se habían convertido en atracciones turísticas, pero luego fueron olvidados.
ESTACIÓN DE TRENES. En 1996 pasó a ser el Predio Ferial Norte.
En julio de 1996, en los terrenos de la ex estación de trenes se inauguró el Predio Ferial Tucumán Norte, destinado a exposiciones industriales y comerciales. El aspecto de ese predio y sus adyacencias hoy sigue siendo penoso.
Sobre avenida Sáenz Peña, los puestos abandonados de ambulantes alternan con otros de precaria construcción. Sobre la calle Charcas sucede lo mismo, y se agrega la basura permanente en cercanías de la vías.
En diciembre de 2005, mediante una ordenanza, se volvió a impulsar la recuperación del Bajo, dentro del Plan Estratégico Urbano Territorial de la Capital, creado en la gestión del intendente de entonces, Domingo Amaya, hoy titular del Ente Tucumán Turismo.
En 2008, con el programa Renovación de Áreas Urbanas, la Municipalidad inició la recuperación del barrio, pero sólo alcanzó a remozar los frentes de 14 viviendas antiguas. La iniciativa también incluía la creación de una calle cultural y la erradicación ambulante, entre varios otros, como recuperar su valor cultural, histórico y urbano, incluyendo la puesta en valor de su arquitectura y la promoción de la memoria histórica.
Los últimos anunciosEste año surgieron dos nuevos intentos. Por un lado, los legisladores Silvia Elías de Pérez y José Seleme elaboraron un extenso proyecto para salvar a la zona de sus condiciones deplorables y promover múltiples acciones orientadas al desarrollo urbanístico, arquitectónico, cultural, comercial y ambiental de este sector estratégico de la capital tucumana.
Por otro lado, la intendenta Rossana Chahla, en su discurso de apertura del 120° Período de Sesiones Ordinarias del Concejo Deliberante, anunció una nutrida agenda de obras para 2025, entre ellas regularizar la situación de los vendedores ambulantes en El Bajo.
En su mensaje, señaló que se proyecta una obra de gran envergadura, que se realizará con la colaboración del Gobierno provincial, como es el Paseo El Bajo. “Es una obra estratégica que generará un impacto positivo en el desarrollo económico y el diseño urbanístico de la ciudad. Esto será realizado con fondos provinciales y municipales”, explicó la funcionaria. Lo mismo dijo sobre el espacio circundante a la plazoleta Mitre.
Al año le quedan dos meses, en El Bajo no se cambió un foco y volvemos a la historia del eterno retorno, que ya arrastra décadas de anuncios. /
Por Federico Türpe - La Gaceta
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