Miércoles 29 de Octubre de 2025, 05:43

EL CRIMEN DEL LINYERA. Carlos Marcovich, empleado del Siprosa, imaginó que podría incinerar a un indigente para simular su propia muerte, cobrar un seguro e iniciar una nueva vida con una de sus amantes.
Un giro clave en la investigación por el homicidio del contador José Antonio Romano refuerza la sospecha de que el profesional conocía a sus agresores. Así lo señaló el fiscal Miguel Varela, a partir de los indicios reunidos: los autores del crimen no solo lograron ingresar sin forzar accesos a la vivienda de Aguilares donde fue hallado el cuerpo, sino que también manipularon la camioneta del contador y hasta regularon el freezer a máxima potencia para ocultar el cadáver, maniobra que convirtió al caso en uno de los episodios más macabros registrados en Tucumán.
Romano, de 52 años, fue visto por última vez el sábado por la noche al ingresar con un joven a la casa que usaba ocasionalmente. Según el análisis de cámaras de seguridad, esa misma persona se retiró conduciendo la Amarok del contador y regresó poco después con un cómplice.
Ambos se marcharon luego con el vehículo, que horas más tarde apareció abandonado en un descampado del barrio Villanueva, sin patentes y con manchas de sangre en las puertas.
Hasta el momento no se hallaron las llaves de la vivienda ni el teléfono celular de la víctima, dos elementos que profundizan la hipótesis del vínculo previo entre el profesional y los sospechosos, estimados entre 18 y 30 años.
Mientras se aguardan los informes periciales y se rastrea a los prófugos, el caso ya tomó relevancia nacional por la crueldad del ocultamiento del cuerpo, sumándose a una lista de crímenes de alto impacto que marcaron la crónica policial tucumana en las últimas décadas.
Entre los antecedentes más estremecedores figura el del “Lobo” Estequín, condenado a 20 años por asesinar y descuartizar a su suegra en 2003 en la Quinta Agronómica; el de la médica María del Valle Dip, sentenciada a 12 años tras matar a su amiga contadora y desmembrarla en una farmacia en 2007; y el de Carlos Marcovich, condenado a prisión perpetua tras asesinar a un linyera y fingir ser él la víctima para cobrar un seguro en el año 2000.
También se recuerda el femicidio de la niña Luján Nieva en Río Seco, cuyo cuerpo fue mutilado y quemado en 2019, así como el reciente filicidio del pequeño “Benja”, de tres años, hallado enterrado en Atahona tras ser asesinado presuntamente por su padre, según determinó la fiscalía.
Otro caso recordado es el de Gabriuela Picciuto, a quien se buscó durante días hasta que su cuerpo fue hallado en una cisterna de su casa, en pleno centro tucumano. Por el caso, fue condenado Leonardo Salomón, última pareja de la joven, detenido en Córdoba, a donde había escapado tras cometer el aberrante crimen.
El crimen de Romano, con un cuerpo escondido en un freezer para retrasar su descubrimiento, se incorpora a este registro de hechos aberrantes mientras la Justicia avanza contra reloj para esclarecer el móvil y capturar a los implicados.
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