Así fue el momento en que "Fanático" de Lali desató la fiesta en la Marcha del Orgullo

Domingo 02 de Noviembre de 2025, 21:26

La jornada se desarrolló en un contexto de reclamos por derechos y políticas públicas.



Hoy en la 34º Marcha del Orgullo LGBTIQ+ en Buenos Aires se vivió un momento que combinó celebración, activismo y fuerte carga política: los asistentes entonaron con energía la canción Fanático de Lali Espósito, tema que ya había sido leído como crítica directa al gobierno de Javier Milei. También se vieron carteles en contra del mandatario y consignas en contra del discurso de odio que plantea el Presidente.

La marcha, bajo el lema “Frente al odio y la violencia: más orgullo y unidad”, recorrió la ciudad con un clima de fiesta y reclamo: flotaban banderas, música, baile y también consignas por políticas públicas y derechos para la comunidad LGBTIQ+. En ese marco, la canción de Lali explotó como himno espontáneo, generando un fuerte impacto simbólico.

Desde una mirada crítica, es legítimo cuestionar a Lali Espósito: al convertir su trabajo artístico en una pieza de confrontación política contra el presidente Milei, se expone al riesgo de polarizar un evento que, para muchos, busca ser inclusivo más allá de la partidización. Su tema “Fanático”, con referencias veladas —o explícitas— al gobierno, puede ser visto como un desvío del foco original de la marcha hacia un rechazo personal o político, más que a la movilización integral por derechos humanos.

Por otro lado, no se puede obviar que Javier Milei —y su gestión— han generado preocupaciones profundas entre diversos sectores minoritarios y movimientos sociales, como el de la comunidad LGBTIQ+. Sus políticas de ajuste, los recortes en áreas sociales y los insultos o comentarios despectivos hacia sectores vulnerables —según sus críticos— alimentan también el malestar y la utilización de la marcha como escenario de protesta.

En definitiva, la escena en la Plaza de Mayo fue una mezcla potente de música, alegría y reclamo político. Y aunque cada actor —artista o gobernante— tiene su responsabilidad ante el escenario público, queda la pregunta de hasta qué punto el activismo se convierte en tribuna política y si ese giro ayuda o dificulta los fines de la comunidad movilizada.