Viernes 07 de Noviembre de 2025, 13:25
El diputado salteño y excomisario Gustavo Orozco denunció la existencia de unas 30 pistas de aterrizaje clandestinas en Rosario de la Frontera, parte de un circuito narco que une el sur de Salta con Tucumán y las rutas hacia el centro del país.Con siete años como jefe de Investigaciones y exjefe de Inteligencia de la zona, Orozco asegura conocer con precisión cómo opera el tráfico aéreo de cocaína en el sur provincial. “Una mula puede llevar un kilo en su cuerpo. Esta avioneta, la que se estrelló el martes pasado en Rosario de la Frontera, traía casi 400 kilos. Para igualar eso necesitás 400 mulas. ¿Te das cuenta del volumen?”, plantea. Y sentencia:
“Si no se aplica la ley de derribo, no hay manera de frenarlos”.
El legislador conserva un mapa donde marcó las pistas clandestinas descubiertas durante su carrera. “Contamos al menos 30. Cuatro en Balboa, dos entre Antilla y San Lorenzo, y varias en Borda. Algunas se taparon, pero siguen ahí”, explica.
Según su descripción, la Ruta 34 funciona como la espina dorsal del narcotráfico en la región. “Es la salida directa hacia Santa Fe y Buenos Aires. Por eso eligen el sur de Salta. Acá enfrían la droga: la dejan reposar unos días, la esconden en fincas o la entierran, hasta asegurarse de que nadie los sigue. Después la sacan en camiones”, detalla.
Orozco advierte que detrás de este sistema hay una estructura consolidada. “No son improvisados. Hay soldados de los cárteles instalados, gente que espera los aviones con combustible, bolsones y camionetas. Y nadie pone una carpa en tu campo sin permiso. Hay dueños de fincas que colaboran, y creemos que también hay políticos involucrados”, señala.
Las avionetas, en su mayoría viejos modelos Cessna de más de tres décadas, despegan desde Bolivia y cruzan por Rivadavia Banda Norte o Salvador Mazza.
“Tienen dos destinos principales: Anta y Rosario de la Frontera. En Anta tiran la carga desde el aire, lo que llaman ‘lluvia blanca’. En Rosario, en cambio, aterrizan. Desde acá ganan kilómetros y evitan controles. Luego salen por Tucumán rumbo a Santa Fe”, explica.
El operativo que terminó con la caída de una aeronave y la detención de sus pilotos fue una excepción.
“Esta vez los agarraron porque se cayeron. Pero la noticia debería ser cuántas pasan y no se detectan. Podés ser un león, pero si la presa vuela cien metros arriba, no hay forma. Con motos o patrulleros no bajás una avioneta”, resume.El mapa de Orozco coincide con los registros judiciales: las pistas clandestinas se multiplican entre Rosario de la Frontera, Metán y Anta. Algunas están cubiertas de pasto, otras operan de noche. Son el eslabón más eficaz del negocio: cada avión puede transportar entre 400 y 500 kilos por vuelo.
En este corredor del narcotráfico, el cielo se volvió frontera. Pilotos jóvenes mueren en el monte, las familias callan por miedo y los policías investigan sin radares ni combustible. Todo sucede entre Rosario de la Frontera y Tucumán, donde, como dice Orozco, “la droga se enfría antes de seguir su camino”.