Miércoles 19 de Noviembre de 2025, 00:23
La historia de Julián explotó en las redes sociales por una razón insólita: decidió comenzar a cobrar por cada entrevista laboral a la que lo convocan. Cansado de asistir a reuniones de selección sin obtener un puesto, transformó su frustración en un “emprendimiento” que, según él mismo afirma, es “la forma más rentable de estar desempleado”.
Todo empezó cuando Carla, reclutadora de una empresa, lo contactó por una vacante de vendedor. Mientras revisaba su currículum, se topó con una advertencia inesperada: “Costo por entrevista desde $ 20.000, sujeto a distancia y viáticos”. Sorprendida, le consultó si se trataba de un error. Julián fue contundente: no sólo era real, sino que tenía una grilla de precios establecida. Cobra un monto base por entrevista, un adicional por kilómetros recorridos y viáticos, y cuanto más lejos, más caro.
“Lo hago para cubrir los gastos de fotocopias, DNI, historia laboral, etcétera, pero entiendo si no quieren afrontarlo”, explicó. Para su sorpresa, la empresa no sólo aceptó la condición, sino que valoró su “perfil comercial”. Le ofrecieron una entrevista virtual. Julián, fiel a su sistema, le aclaró a la reclutadora: “Las entrevistas virtuales también las cobro, pero a mitad de precio, $ 10.000. Es una cuestión de respeto por mi tiempo”.
La negociación continuó. Tras la primera reunión, Carla lo citó a una segunda entrevista presencial. Julián volvió a recordarle el costo: base de $ 20.000 más 12 kilómetros de distancia y viáticos, totalizando $ 32.000. La empresa volvió a aceptarlo.
Después de un tercer encuentro, la respuesta final llegó: no había quedado seleccionado. Aun así, la reclutadora le pidió su CBU para transferirle el monto correspondiente a las tres entrevistas: $ 74.000 en total. Julián lo tomó con humor y resignación: “Me la veía venir. Siempre pasa lo mismo: hacen mil entrevistas y termina entrando el amigo del primo de la esposa de…”.
Según contó, la idea surgió después de acumular rechazos. Convertido ya en un personaje viral, asegura que encontró una manera de “emprender” dentro de un sistema laboral que lo había dejado afuera. Su estrategia es clara: presentar un currículum llamativo y postularse a puestos de ventas, los únicos –según él– que interpretan su conducta como una fortaleza. “Piensan que soy un tiburón comercial”, ironizó.