Miércoles 03 de Diciembre de 2025, 15:33
Con el retiro del cerco de obra, la Iglesia San Francisco recuperó su presencia plena sobre calle San Martín. El cambio es visible: la fachada sur, ya restaurada y pintada con sus colores originales, se despliega sin obstáculos por primera vez desde hace mucho tiempo. El tránsito peatonal también mejoró, luego de meses en los que la vereda quedaba reducida a un pasillo angosto y congestionado.“Estamos contentos no solo porque estos trabajos se terminaron, sino porque ahora la gente puede circular amigablemente”, dijo Andrés Nicolini, arquitecto e integrante de la comisión de expertos que supervisa la restauración integral del templo.
Los tonos que hoy se observan -celeste en los muros, amarillo para parte de la ornamentación y rosado en sectores específicos- surgieron tras un minucioso proceso técnico. “Se fueron decapando las capas de pintura acumuladas a lo largo del tiempo. En las zonas con menos intervenciones aparecieron los colores iniciales”, explicó Nicolini.
El sector sur se terminó de pintar en septiembre, pero el retiro de las vallas se demoró. Con esa barrera ya ausente, puede apreciarse por primera vez un azul más oscuro que antes pasaba desapercibido desde calle 25 de Mayo.
Qué trabajos están en curso
Además de la fachada exterior, el equipo concentró tareas en el interior del convento y en espacios del templo. “Se limpiaron todos los desagües para evitar problemas con las lluvias, se impermeabilizaron las terrazas de las galerías del claustro y se resolvieron detalles de estanqueidad que necesitaban atención urgente”, detalló el arquitecto.
Estos trabajos fueron posibles gracias a aportes de donantes particulares, a quienes la comisión agradeció especialmente. Mientras tanto, el equipo espera gestionar nuevos fondos para continuar con las etapas más complejas de la restauración.
Lo que falta: la obra profunda
Lo que viene es mucho más que pintura y mantenimiento. Es la parte crítica. “Hay que comenzar desde los cimientos. Hacer una consolidación del subsuelo para evitar nuevos asentamientos, grietas y desprendimientos”, indicó Nicolini. Solo después podrá avanzarse en la reparación estructural de muros y bóvedas, siguiendo un proyecto elaborado por un estudio especializado.
La restauración integral del interior del templo -arquitectónica y artística- todavía requiere la elaboración de un proyecto definitivo.
¿Cuándo podrá volver a abrir?
La pregunta es inevitable, pero la respuesta depende de variables externas. “No podemos hacer una programación precisa sin contar con los fondos”, dijo Nicolini. La gestión se hace tramo por tramo, con aportes del Gobierno provincial, del municipio y, cuando es posible, de organismos nacionales.
Aun así, el arquitecto se anima a una estimación optimista: “Quizás en dos o dos años y medio se pueda volver a ingresar y celebrar misa”. /
La Gaceta