La seguridad del barco intervino de inmediato. Según relataron quienes estaban a bordo,
intentaron reducirlo arrojándole gas pimienta y aplicándole un sedante potente mientras intentaba escapar del control de cinco hombres.El momento fatalLa viuda asegura que, una vez reducido, los miembros de la tripulación se subieron sobre él “con todo su peso”, dejándolo sin aire. Sumado al alcohol, el gas pimienta y el sedante Haloperidol que le inyectaron por orden del capitán, la situación terminó en tragedia.
Virgil sufrió un colapso cardiopulmonar y murió allí mismo, antes de que la embarcación llegara a México.
La demanda que sacude a la industriaConnie Aguilar
acusa a la compañía de negligencia extrema y uso de fuerza excesiva. Según el documento presentado ante las autoridades, la empresa tenía la obligación de dejar de servirle alcohol a un pasajero evidentemente intoxicado, y en cambio —afirman— le facilitaron el camino hacia un final fatal.
“Las acciones del personal causaron insuficiencia respiratoria, inestabilidad cardiovascular y un colapso que fue declarado homicidio”, expuso la familia en la denuncia.
El abogado de la familia,
Kevin Haynes, fue categórico: “Lo que debía ser una escapada soñada terminó en un horror inimaginable. Vemos un aumento alarmante de muertes y lesiones en cruceros, y queremos cambiar eso”.
Un caso que puede marcar un antes y un despuésLa demanda no solo busca justicia, sino exponer lo que la familia describe como “el costado más oscuro” de la industria de los cruceros: exceso de alcohol, falta de protocolos y respuestas desmedidas del personal de seguridad.
Mientras tanto, la historia causa revuelo en redes, en medios internacionales y en la propia industria turística, que observa con preocupación cómo un viaje familiar puede transformarse en un episodio trágico… y ahora, judicial.