Miércoles 24 de Diciembre de 2025, 10:27
En la noche del 24 de diciembre de 2008, mientras una familia celebraba la Nochebuena en una casa de la ciudad de Covina, en California, un hombre disfrazado de Papá Noel tocó el timbre con un paquete en la mano. En cuestión de minutos, el festejo se convirtió en una escena de horror: nueve personas fueron asesinadas a balazos y la casa quedó envuelta en llamas.
El atacante logró escapar, pero horas más tarde fue encontrado muerto. La “masacre de Covina” quedó así registrada como uno de los crímenes familiares más impactantes de la historia reciente de Estados Unidos.
Todo comenzó en la noche del 24 de diciembre, alrededor de las 23:30, en una casa ubicada en el 1112 de East Meridian Avenue, en Covina, una ciudad de Los Ángeles. Allí, la familia Ortega estaba reunida por la Navidad y entre los presentes había adultos, jóvenes y chicos que compartían una cena típica.
Según la reconstrucción policial, un hombre vestido con un traje de Papá Noel se acercó a la casa y tocó el timbre. Katrina, una nena de ocho años, abrió la puerta y, al ver que era el protagonista de la Navidad, se emocionó. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, el hombre sacó un arma y comenzó a disparar.
En cuestión de minutos, el interior de la casa se transformó en una escena caótica: las personas intentaron huir o esconderse mientras el atacante misterioso recorría las habitaciones.
Las nueve víctimas de la masacre de Covina fueron Alice Sotomayor Ortega (70), Joseph S. Ortega (79), Sylvia Ortega Pardo (43), Charles Ortega (50), Cheri Lynn Ortega (45), James Ortega (52), Teresa Ortega (52), Alicia Ortega Ortiz (46) y Michael Andre Ortiz (17).

Algunos de los integrantes de la familia Ortega que murieron en el ataque.
Tras el ataque, el agresor prendió fuego la casa. Las llamas se propagaron con rapidez y provocaron el colapso del techo. Cuando los bomberos llegaron al lugar, el incendio estaba completamente fuera de control y tardaron más de una hora en sofocarlo. A causa de los daños, los rescatistas no pudieron ingresar de manera inmediata para recuperar los cuerpos.
De las 25 personas que habían ido a la casa de los Ortega ese día, 16 lograron escapar con vida, aunque algunos con heridas de bala. Una de ellas fue quien alertó a la Policía y a los servicios de emergencia.
La Policía de Los Ángeles y el Departamento del Sheriff del condado desplegaron un operativo de búsqueda para dar con el atacante, que había logrado huir. En un primer momento, la identidad del agresor era desconocida y se temía que pudiera atacar en otra lugar.

El incendio en la casa de los Ortega provocó el colapso del techo.
Durante las primeras horas posteriores a la masacre, los investigadores comenzaron a reconstruir el perfil del autor a partir de testimonios de sobrevivientes y familiares. Todos coincidieron en un dato clave: el hombre que disparó estaba disfrazado de Papá Noel y parecía conocer perfectamente la casa y a las personas que se encontraban allí.
Horas después, la investigación dio un giro decisivo: el sospechoso fue identificado como Bruce Jeffrey Pardo, un ingeniero de 45 años. Pardo había estado casado con Sylvia Ortega, una de las víctimas fatales de la masacre. Un año antes, la mujer le había solicitado el divorcio y la separación había sido conflictiva.
Según establecieron los investigadores, Pardo sabía que su exesposa iba a estar en la casa de sus padres y planeó el ataque durante semanas.
El hombre había alquilado el traje de Papá Noel y preparado un arsenal que incluía varias armas de fuego y más de 200 balas. La Policía determinó que el incendio fue provocado con un dispositivo improvisado que funcionaba como un lanzallamas casero.

Bruce Pardo planificó asesinar a su esposa y su familia durante semanas.
Un final inesperado
La búsqueda de Pardo terminó en la madrugada del 25 de diciembre, cuando encontraron su cuerpo en la casa de su hermano, en la ciudad de Sylmar, al norte de Los Ángeles. El homicida se había matado con un disparo en la cabeza.
En el lugar, los investigadores hallaron un auto alquilado y partes del disfraz de Papá Noel. También encontraron armas y municiones compatibles con las que se habían utilizado en la masacre. Con estos elementos, la Policía confirmó que Pardo había sido el autor del ataque.
La autopsia determinó que el agresor murió por una herida de bala autoinfligida. No presentaba signos de haber sido herido durante el enfrentamiento en Covina, lo que descartó la hipótesis de un tiroteo con las víctimas o con la Policía.
El móvil
A medida que avanzó la investigación, se conocieron detalles sobre la situación personal de Bruce. Según el expediente, estaba atravesando un momento crítico: había perdido su trabajo, acumulaba deudas importantes y estaba en medio de un divorcio que incluía disputas económicas.
La fiscalía determinó que Pardo debía pagar una pensión alimentaria y un acuerdo económico tras la separación, algo que lo había sumido en un estado de enojo y frustración. Además, familiares y conocidos señalaron que el hombre se había aislado en los meses previos al ataque.

El lanzallamas casero con el que Pardo incendió la casa de los Ortega.
Para los investigadores, el móvil del crimen fue una combinación de resentimiento, problemas financieros y una fuerte carga emocional vinculada a la ruptura con Sylvia.
La elección de la fecha y el disfraz no fueron casuales: la Navidad y la figura de Papá Noel formaban parte de una puesta en escena pensada para ingresar sin levantar sospechas.
En enero de 2009, los fiscales presentaron un informe final que concluyó que Bruce Pardo actuó solo y que el ataque fue premeditado. El expediente se cerró sin imputaciones. /TN