Viernes 18 de Septiembre de 2020, 20:14
La periodista Mariana Romero publicó en su Twitter una historia estremecedora sobre la realidad de Tucumán hoy:
Isabel Ibáñez entró ayer a la pieza y vio a Franco, su hijo de 19 años, ahorcado. Era la 6° vez que lo intentaba.
Lo descolgó, lo revivió, se puso el cable en el cuello y se colgó ella.
La salvaron las hijas y los vecinos.
Llamaron a un ambulancia que tardó bastante en llegar. Franco no estaba bien así que lo llevaron al Obarrio. Pero en el Obarrio no lo ingresaron, lo subieron a la ambulancia y lo despacharon a su casa otra vez.
Los vecinos empezaron a llamar a políticos. No sé cuál se habrá conmovido, lo cierto es que finalmente, el Obarrio aceptó su internación. Estuvo un par de horas. Le dieron el alta, junto con una bolsita con pastillas y un papel donde decía cuando tomarlas. Su mamá no sabe leer.
Así, a la noche, madre e hijo salvados del suicidio ya estaban de vuelta en su casa. Franco me contó que se quería quedar en el Obarrio pero parece que no hubo caso. No sé si será verdad.
Si ya el narcotráfico estaba haciendo estragos en la Costanera, ahora el problema se agravó. Porque llegó una droga nueva, se llama Cripy.
Yo nunca había escuchado hablar de esa droga así que me puse a googlear. En Internet hay noticias desde 2018 pero ninguna relacionada a la Argentina o, por lo menos, a Tucumán.
Está droga nueva se está vendiendo en la Costanera desde hace unas tres semanas. Es una especie de marihuana sintética. El porro sale 200 pesos.
Además de Google consulté con Emilio Mustafá, psicólogo especializado en adicciones. Cuando digo especializado no hablo de laboratorio ni de Harvard, hablo de un profesional que batalla ahí, en el barrio mismo, sin consultorio ni diván. Desde hace años.
Emilio me confirma más o menos de que se trata esa droga. Se fabrica con las hojas de la marihuana pero, en vez del THC tiene otros químicos agregados que la hacen mucho más peligrosa. El efecto es distinto, mucho más intenso y duradero.
No tiene nada que ver con las flores que se fuman en Barrio Norte. Tampoco con el paraguayo, que se fuma en los barrios. Cripy parece ser otra cosa.
Franco cuenta que siente que se desmaya cuando la fuma. Las hermanas cuentan que tiene alucinaciones. "Ve una mujer torcida y no hay nadie".
Blanca, la vecina, cuenta que en las últimas semanas a los chicos que se juntan a drogarse a la noche se les da por gritar. "Gritan, gritan como si alguien les estuviera pegando pero no hay nadie", dice.
El problema con la droga se agravó en el barrio. De 25 pesos que costaba la dosis de paco, hoy paso a 125 o 150. Es que las restricciones para circular por la pandemia dificultaron el tráfico.