Christophe Rocancourt es un francés que emigró a los EE.UU. y con todo tipo de artilugios estafó a ricos y famosos de Hollywood, Las Vegas y Nueva York
Estafó a ricos y famosos por muchos millones y propone pagarlos en 2.000 años
Martes 09 de Febrero de 2021, 06:39
Christophe Rocancourt es un curioso personaje que desplegó sus dudosas virtudes y su enorme encanto personal durante décadas tanto en Europa como en los Estados Unidos, por lo que se lo terminó llamando como el "estafador de las estrellas".
Nació en un pequeño pueblo portuario próximo a Le Havre en 1967 y sus padres lo dejaron a los cinco años en un estacionamiento de un muelle, por lo que fue criado y educado por los servicios sociales de su país Su primera gran estafa la concretó en París cuando falsificó la escritura de una propiedad que no le pertenecía y que vendió por 1.4 millones de dólares. A esta le siguieron otras, hasta que un engaño en una joyería en Ginebra lo llevó tras las rejas en 1991.
Una vez libre, y con 24 años decide atravesar el Atlántico y desembarca en California, "Sin dinero y sin hablar una palabra de inglés", explicó en un reportaje al diario suizo Le Matin. Apenas instalado en Las Vegas, se hizo pasar como miembro de la familia Rockefeller y comenzó a relacionarse con empresarios exitosos, millonarios y actores, modelos y directores de cine entre otros, que lo veían como un mecenas, como el elegido que los convertiría en figuras aún más populares o los sacaría del ostracismo. Entre sus primeras víctimas se puede mencionar al cantante francés Michel Polnareff a quien convenció de comprar una camioneta Hammer que le había pertenecido a Dodi Al-fayed y que nunca le entregó y al actor Jean-Claude van Damme, a quien le prometió producirle una serie de filmes, a cambio de unos diez mil dólares. Pero también se llevó a su (ex) mujer, la modelo y actriz Darcy La Pierre.
Para evitar ser descubierto cambiaba frecuentemente su lugar de residencia y su nombre, adoptando diferentes personalidades. Así, se hizo pasar por productor de cine, presentándose como hijo de Sophia Loren y Carlo Ponti, o como sobrino de Óscar de la Renta o Dino de Laurentis. De esta manera, se relacionó con Meryl Streep y sobre todo con Mickey Rourke, que terminó siendo su víctima o más bien compañero de juergas, pagadas por el actor. Luego de un viaje relámpago a Francia, en donde conoce y se casa con una ex miss Francia, Sonia Rolland, vuelve a Los Ángeles para seguir incrementado su fortuna a fuerza de estafar a ricos y famosos, pero al poco tiempo se muda a Nueva York en donde se hizo pasar como un millonario italiano y luego a Los Hamptons, donde conoció a varios millonarios vanidosos a los que obviamente estafó.
Pero ya el FBI, Interpol y la policía local estaban detrás de él y lo atrapan el 2 de agosto del año 2000, pero no por sus estafas y mentiras, sino porque no pagó la cuenta del hotel. Estuvo detenido 48 horas y salió en libertad luego de pagar u$s45.000 de fianza.
De ahí se mudó a Vancouver y pasó a llamarse Michael van Hoeven, un ex corredor de Fórmula 1 y adinerado businessman belga, que buscaba extender su imperio en una ciudad que estaba en pleno auge de la industria del cine, el negocio de las propiedades y la nueva economía.
Durante casi un año se dio la gran vida hasta que algo salió mal y en 2001 es nuevamente detenido y extraditado a Nueva York, donde fue condenado a cinco años de prisión por robo, hurto, contrabando, soborno, perjurio y fraude contra 19 víctimas. En 2003, fue condenado a pagar una multa de 9 millones de dólares, una orden de pago de 1,2 millones de dólares en restitución y un plazo de cinco años en prisión. Al salir de la cárcel vuelve a Francia, pagando entrevistas en los medios para seguir contando sus supuestas hazañas y tratar de mantener su elevado nivel de vida.
Es así que lo descubre una directora de cine, Catherine Breillat, quien cae en sus redes y en menos de un año gastó todos los ahorros de la señora, por lo que en febrero del 2012 es condenado por estafa y vuelve a prisión. Lo curioso del caso es que Breillat rueda una película centrada en Rocancourt, e interpretada por Isabelle Huppert como víctima. Tras las rejas, continuó su raid delictivo, ya que desde su celda parisina se involucró en un caso de drogas que le pegó de lleno a la policía judicial de ese país, pues incluso terminó con la carrera de su máxima autoridad y la de un exsecretario de Estado.
Nuevamente en libertad, su presencia en los medios comenzó a crecer hasta alcanzar niveles de ídolo popular, tan es así que los diarios de la época lo presentaban como el Robin Hood francés. Si bien nunca se supo con exactitud a cuántas personas engañó ni cuánto obtuvo por sus ardides, se estima que el monto llegaría hasta los cerca de 45 millones de dólares. Curiosamente, esta cifra surge de las palabras de su abogado, Jerome Boursican, quien ofreció que a manera de compensación le pague a sus víctimas "25 dólares mensuales, durante los próximos 2.000 años". /iProfesional