Entre la esperanza y la lealtadLos centros electorales abrieron en todo el país a las 6 de la mañana, pero desde temprano en la madrugada se registraron varias personas haciendo fila para llegar primeros a su cita electoral en la capital venezolana. Las calles del municipio de Chacao amanecieron prácticamente vacías, un escenario que contrasta con las aglomeraciones visibles a medida que uno se aproxima a los centros de votación. A las ocho de la mañana, los votantes ocupaban más de dos cuadras de cola en las inmediaciones del Liceo Gustavo Herrera, bajo agradables rayos de sol.
La escena era similar a las puertas del Liceo Andrés Bello, en la parroquia La Candelaria del municipio Libertador, el centro con la mayor cantidad de votantes inscritos en el país, con más de 12.000 electores habilitados para sufragar. Cuatro hileras ocupaban las veredas de la Avenida México, donde algunos aguardaban su turno bajo el resguardo de la sombra de grandes arboledas, y otros mataban el tiempo con cánticos relacionados a este momento clave en la historia de Venezuela.
Una mujer vota en las elecciones de Venezuela
“Yo lo que quiero es que se vaya este desgraciado hijoeputa”, coreaban al ritmo de las palmas tres personas en la entrada del recinto, custodiado por una gran presencia policial.
En la línea de la mesa 8, apoyado sobre una pared que recordaba los “80 años de la heroica batalla de Stalingrado” con una pintura, estaba José, de 54 años, que apenas llegaba de acompañar a su hermana a sufragar. “Solo espero que todo salga bien hoy. Yo tuve el problema de que me cambiaron el centro de votación, pero aquí estoy”, cuenta José, uno de los venezolanos que reportaron modificaciones en su mesa. En comparación con años anteriores, José asegura que “hay bastante gente”.
Una fila de votación en Caracas
“Esperemos volver temprano a casa para ver los resultados y que salga lo mejor para Venezuela”, opina en conversación con este medio Yensy, de 40 años, formada en la fila para la mesa 10.
La calma en las inmediaciones del Andrés Bello se interrumpe momentáneamente. Abucheos y silbidos anuncian la salida del recinto del candidato presidencial Daniel Ceballos, uno de los ocho aspirantes que también disputaran esta elección, aunque no se los considera actores claves en la contienda a diferencia del actual presidente y el exdiplomático y principal opositor, bajo el ala de la líder María Corina Machado.
“Fuera, fuera, fuera”, grita la multitud. “Rata, perro sucio”, lanzan tantos otros contra el aspirante, crítico de la principal coalición opositora Plataforma Unitaria Democrática (PUD). “Es que este está con los de Maduro, nadie lo quiere. Aquí queremos cambio, cambio”, explica eufórica una de las presentes.
El sol calienta la rotonda del barrio de Petare a las 9.30. Decenas de gorras y unas pocas sombrillas intentan combatir el calor del sol entre los votantes, que ocupan más de dos cuadras a las afueras del Colegio José de Jesús Arocha. Néstor Terán, de 53 años, disfruta de la música que alegra la zona mientras descansa sentado en una silla en la plaza después de sufragar. “Esto es una fiesta electoral. La gente está tranquila, en la escuela hay testigos de la oposición y del oficialismo. Todo marcha bien y esperemos que así siga”.
No es un día más para Néstor ni para el núcleo de votantes del chavismo: hoy el fallecido expresidente Hugo Chávez cumpliría 70 años. “Imagínate, que Maduro gane hoy es el broche de oro”, señala, con una sonrisa en el rostro. “Quiero que este gobierno siga, que mejore algunas cosas porque claro que hay que mejorar, pero que sigamos firmes”.
A pocos metros de allí, formados en sus puestos al final de una larga hilera, están Maribella Pea, de 65 años, y su hijo Keiler León, que hoy votará por primera vez. “Le dije, aunque no te importe, tienes que votar. Porque él tiene una hija y tiene que asegurarle un futuro digno”, indica su madre, que no duda en expresar que votará por Edmundo González, “porque este país no puede seguir así”.
“La gente se va porque no tiene opción. Yo tengo una hermana que es ingeniera y que se tuvo que ir a Chile a trabajar con pescado. Vive bien, pero no trabaja de lo que estudió porque tiene que aceptar lo que hay”, señala Maribella. “Mi madre tuvo un accidente hace poco y la tuve que llevar a Colombia porque acá los centros de salud no tienen nada. Apenas le compré ibuprofeno y gasa y gasté muchísimo dinero. Esto no puede seguir así”, remata.
Deiver Parra, Yosmin Vargas y su hijo Keiler León, que vota por primera vez
Deiver Parra, Yosmin Vargas y su hijo Keiler León, que vota por primera vez
Deiver Parra, de 49 años, ubicado delante de ella, intercede con su opinión: “Ellos, el gobierno de Maduro, te dicen que ya no hay más inseguridad. Pero porque los ladrones son ellos, que se roban todo. Tengo un hijo que es policía y yo tengo que comprarle las balas, el chaleco, porque a él no le dan nada. Es una vergüenza”, expresa este hombre que también optará por el cambio.
“Es que aquí no hay nada. No hay salud, no hay educación, no hay seguridad. Necesitamos el cambio”, remata Evelmar Rojas, de 31 años, unos pasos más adelante en esa misma fila. “Yo tengo esperanza. Voto desde hace años aquí en Petare y nunca vi tanta gente que venga a votar. Tengo fe”. /
Clarin