Miércoles 09 de Julio de 2025, 09:30

Leo Sbaraglia y Griselda Siciliani trabajan en la serie "Menem".
En su lecho de muerte, el protagonista de El ciudadano dice “Rosebud”, el nombre del trineo de su infancia. El realizador Orson Welles simbolizó así a la inocencia que perdió su personaje a lo largo de su vida para volverse todopoderoso.
A la inversa de ese recorrido, en la serie Menem, que se estrena desde este miércoles en streaming, la picardía casi inocente del carismático riojano va crepitando hacia una oscuridad realmente muy incómoda que se asemeja casi a una especie de leyenda autóctona de Fausto: asfixia desde cualquier ángulo.
Como lo hizo en Coppola, el representante, el realizador Ariel Winograd construye una biopic basada en lo que pasó a fines de los 80 y principios de los 90 durante los primeros años de la presidencia de Carlos Menem.
Aunque algunas situaciones están cambiadas o hay hechos que no sucedieron en su totalidad de la forma en la que se muestran, la realización exhibe una parte relevante de la historia en un modo pseudo documentalista. Incluso, hay escenas construidas con material de archivo o calcadas de aquella época.
Creada y producida por Mariano Varela, Menem tiene como director a Ariel Winograd que también es su showrunner. Además, está escrita por Mariana Levy, Federico Levín, Luciana Porchietto, Silvina Olschansky y Guillermo Salmerón.
La compleja realización de esta ficción de seis episodios no hubiera sido posible si no tenía como puntales a los protagonistas. Leo Sbaraglia, en la piel del expresidente, y Grisela Siciliani, en el rol de Zulema Yoma, captaron la esencia de cada persona real y se transformaron en personajes de ficción absolutamente creíbles.
Menem toma un momento muy corto de la vida del exmandatario, desde que decide lanzarse a pelear la interna peronista contra Antonio Cafiero, hasta que su hijo Carlos Menem Junior muere al caer el helicóptero en el que viajaba.
Si bien la trama arranca por la tragedia en torno a Carlitos, luego seguirá un paso a paso cronológico: la interna, la asunción a la Presidencia, las primeras noticias sobre corrupción, el Plan de Convertibilidad, el Pacto de Olivos, el atentado contra la AMIA y las peleas por el poder más feroces.
Además de Sbaraglia y Siciliani, el resto del elenco principal es una pieza clave del entramado que logra que Menem funcione como lo hace. Juan Minujín, Jorgelina Aruzzi, Marco Antonio Caponi y Guillermo Arengo encarnan a varios personajes que no existieron aunque algunos de ellos se inspiran en la realidad.
Otros miembros del elenco sí personifican a miembros de aquel entorno como Mónica Antonópulos, que interpreta a María Julia Alsogaray; Alberto Ajaka, en el rol de Emir Yoma; Campi, como Domingo Cavallo; Violeta Urtizberea, en la piel de Amira Yoma, entre otros.
Qué es lo mejor que tiene “Menem”, la serie biográfica sobre el expresidente
Uno de los recursos que aporta un guiño al espectador es el constante quiebre de la cuarta pared que hacen los personajes. Como pasaba en el recordado drama político House of Cards, en el que su protagonista miraba a cámara y le hablaba directamente al que estaba viendo la serie, acá pasa lo mismo con varios de ellos.
Sobre todo, el que se transforma en una especie de relator de lo que ocurre, algo así como una voz en off en imagen, es el fotógrafo presidencial que encarna Minujín. Además, es uno de los ejes centrales del relato ficcional que se mezcla entre la recreación de los eventos reales que ocurrieron.
Las actuaciones de Sbaraglia y Siciliani también son puntos altos. Con respecto al protagonista, su logro más importante es haber copiado sin caricaturizar los gestos, el rictus y el tono que de Carlos Menem.
Aunque al principio parece más histriónico que lo que era la realidad, con el correr de los episodios esa forma de hablar se acomoda de acuerdo al momento que tiene cada situación, de la alegría a la tristeza, del éxtasis a la furia.
La actriz principal, a su vez, alcanza un timbre de voz, una presencia y una profundidad en su papel que, por momentos, cuesta ver a la persona detrás de Zulema Yoma. Impacta.
Menem no es una biopic lineal en su género. Winograd mezcla una edición frenética, con momentos minimalistas que logran extraer lo más profundo de los personajes centrales.
El drama político que se vive en un principio deja paso a lentamente a un oscuro thriller que tiene un enemigo absolutamente invisible, pero identificable: la angurria por el poder.
Entre lo onírico y la fantasía, lo policial y lo testimonial, lo histórico y lo ficcional, Menem es una reflexión sobre las consecuencias del manejo de ese poder. En algún momento, se paga. /TN
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