Sábado 23 de Agosto de 2025, 10:37
A los tres meses de vida, Lara Ghione ya se sentaba. A los cuatro
ya había empezado a gatear y a los seis comenzó a hablar. Cuando
cumplió un año, y para sorpresa de todos, ya mantenía una conversación.
Ella y su familia siempre supieron que había algo más. Nunca
dejó de ser una nena como cualquier otra, pero su capacidad de
desarrollo estaba adelantada y tuvieron que pasar varios años para que
finalmente le digan lo que hasta ese momento no había sido nombrado:
Lara tiene altas capacidades y un coeficiente intelectual de 132 (el rango promedio de la mayoría es de entre 90 y 110).
Con apenas 12 años -recién cumplidos- su historia llegó a todos lados porque mientras sigue en sexto grado, comenzó la facultad.
Altas capacidades
Lara
vive en el límite entre Rosario y Funes. Actualmente es alumna del
colegio Biró de Fisherton y a la par comenzó la diplomatura en Community
Management de la Universidad Abierta Interamericana (UAI).Hace
varios años fue diagnosticada con altas capacidades, con un coeficiente
intelectual de 132 y, además, TDAH (Trastorno por Déficit de Atención
con Hiperactividad).
Lara cuando comenzó a gatear.
“Empecé a investigar lo de ella con 3 años y recién a los 10 la diagnosticaron en Córdoba, cuando le hicieron los test”, aclaró Yamila, la mamá de la nena, en diálogo con TN. Sobre esto, detalló:
“Tiene
altas capacidades comunicativas, de memoria y deportivas, es decir,
múltiples capacidades de inteligencias, pero no de cálculo”.Su situación hace referencia a capacidades excepcionales en una o más áreas de conocimiento.
“No
siempre se refleja en lo académico, se ve en niños que dicen que son
problemáticos, que no se adaptan a la escuela y en realidad es porque se
aburren. Se calcula el 15% que no está diagnosticado y no hay apoyo de
las escuelas”, especificó la mujer.
Pero el camino hasta la
detección fue largo. “Nos dimos cuenta porque cuando ella nació te
seguía con la mirada. Fue avanzando a pasos agigantados y al año ya
mantenía una conversación. Yo me la pasaba llorando porque preguntaba
cosas que no pregunta una nena tan chiquita, como, por ejemplo, qué era
un país en democracia”, explicó entre risas su mamá.
La nena empezó con a investigar sobre herramientas de edición cuando tenía 6 años.
Con
el correr de los años empezó la batalla con la escolaridad. “La pasó
mal. Cuando arrancó la primaria, a los 6 años, fue en pandemia y hacía
virtual. A los días me llamaron y me pidieron que por favor no la
conecte más, que le daban por finalizado primer año porque ya sabía leer
y escribir. Para ella fue un golpe duro porque quería ver a sus
compañeros y quedó aislada porque los atrasaba”, detalló.
Pero en el camino surgió una nueva oportunidad:
“Encontramos el colegio al que asiste hoy, donde le dijeron desde el primer momento que podía hacer lo que quiera”, sumó Yamila.
Pese a que sus capacidades les permitían adelantarla de grado, decidieron que continúe en el que correspondía a su edad.
“Ella es muy feliz con sus amigos”, explicó. “La inteligencia de ella
es muy rara porque los niños con dotación suelen ser introvertidos, pero
ella es todo lo contrario”, agregó la mamá.
El camino a la universidad
Pese
a que la nena y su familia decidieron que su escolaridad continúe de
manera habitual, a la par Lari quiso comenzar la universidad. “Mi mamá
se iba a anotar en la diplomatura en Community Management, pero por
tiempo al final no arrancó y yo le dije que quería ocupar su lugar”,
explicó la chiquita a este medio.
Ahí comenzó otro recorrido
intenso. Como a ella le gustaba la edición de videos, el marketing y
pasaba mucho tiempo aprendiendo sobre herramientas que la ayuden en
estos temas, Yamila consideró que podía hacerle frente a este nuevo
desafío.
Hoy Lara cursa en la universidad con 12 años.
“Me
comuniqué con la UAI, les dije que tenía los papeles que avalaban que
ella psicológicamente podía hacer la carrera. Dijeron que lo iban a
evaluar en Buenos Aires y al tiempo le dieron la bienvenida. El problema
surgió para la inscripción que tuvimos que hacerla por fuera y crearle
un legajo a ella porque el sistema no aceptaba menores de edad”,
especificó.
Así arrancó un nuevo recorrido. Lara asegura que llevar las dos cosas al mismo tiempo no la complican para nada.
“Los
profesores me incluyeron re bien y mis compañeros también, aunque en un
primer momento se quedaron perplejos cuando me vieron”, detalló.
En el mismo sentido, aseguró que le gusta el contenido que aprende allí y lo diferenció de la escuela. “Es otro mundo”, valoró.
Ante esta situación, Yamila remarcó:
“Notamos
que la facultad le cambió la vida. Me decía ‘mamá, no le encuentro
sentido a nada’ y yo me empecé a desesperar. Cuando está en clases es
otra persona, le encanta, se transforma”.
El diagnóstico, “un respiro”
Sus
padres hoy la notan alegre y confiada. “Expone en clases, los
profesores están contentos con ella. Puede llevarlo adelante sin
problema, es una lástima que el sistema educativo no esté capacitado
para niños así. Ella, detrás de todo esto, la pasó muy mal, no entendía
por qué veía el mundo diferente, se hacía preguntas que nadie se las
podía responder y con el diagnóstico se relajó más”.
Lara también se destaca en distintas disciplinas.
Hoy,
Lara es la única nena registrada formalmente en una institución de
educación superior en Santa Fe y aunque su avance es a pasos
agigantados, sus papás sostienen que no quieren que queme etapas. “Cursa
en la universidad, pero tiene su vida de nena de 12 años”, aseguró
Yamila.
Al colegio y la universidad, Lara también le suma baile,
canto, actuación y vóley. No frena un segundo. “Sería muy bueno que las
instituciones se abran a los niños de mi edad, siento que puedo, tengo
unos compañeros que son unos genios, en dibujo, que toca el piano, hay
muchos talentos sin descubrir, me parece un poco injusto que no se puede
aprovechar”, cuestionó la pequeña.
Lari ama el arte, y en el
deporte también le va muy bien. Inclusive, empezó vóley hace poco y ya
la sumaron a la categoría Sub 14. En la academia de baile se destaca,
pero, pese a todo, insiste en que su pasión está en la comunicación. “Me
gusta la locución, el periodismo, el streaming y me gustaría dedicarme a
eso”, señaló.
A pesar de sus altas capacidades, la nena destacó:
“Yo soy una más en la clase, una nena que va al colegio y se junta con
sus amigos”. Además, sobre su diagnóstico aseguró que fue “un respiro”.
“Me sentía mal, rara, cuando me lo dijeron pude decir ‘tengo esto’, no
sé si es bueno o malo, pero voy a aprender a convivir”, manifestó.
Hoy,
Lara tiene la contención de toda la familia, que es clave para su
desarrollo. “Yo entendí que soy esto, que es parte de mí y lo aceptó”,
resaltó y dejó un consejo para quienes atraviesan una situación similar:
“No tengan miedo de empezar cosas nuevas, no importa la edad, yo la
pasé re mal, pero si tienen que pedir ayuda háganlo y sigan”. /
TN