Viernes 24 de Octubre de 2025, 07:26
Comprar ropa por kilo se convirtió en una tendencia en auge en una Argentina en crisis. Se pueden conseguir hasta 45 kilos de prendas por $35.000.
La cultura del vintage y la reutilización ya no se limita a nichos o sectores alternativos. Muchos de esos espacios están cada vez más vinculados a influencers y públicos jóvenes que buscan prendas únicas sin pagar precios exorbitantes. Además, se estima que el 90% de las prendas usadas que ingresan al país se reutiliza localmente. Esto desarma ciertos prejuicios en torno a la ropa usada como residuo o desecho.
En Suecia apareció la palabra köpskam, que se refiere a la ’vergüenza de comprar ropa nueva’ "
Aunque todavía no hay estudios oficiales que midan el aporte de este rubro al PBI argentino ni cuántos empleos genera, distintas consultoras internacionales, como 6W Research, ya identifican al mercado de ropa usada en Argentina como un sector en crecimiento, motorizado por el interés en la sostenibilidad, la búsqueda de prendas únicas y la necesidad de precios accesibles. Sin ir más lejos, la reventa local de ropa usada importada es una práctica muy extendida. Casi el 90% de las prendas que llegan desde el exterior se reutiliza dentro del país.
El aspecto ambiental no se queda atrás. La industria de la moda genera más contaminación que los vuelos y el transporte marítimo internacionales combinados. Esa afirmación, basada en datos de la ONU, pone en evidencia el peso que tienen las decisiones cotidianas al momento de vestir. Frente a eso, la ropa usada ofrece una alternativa concreta: permite reducir en un 82% la huella de carbono respecto a la compra de prendas nuevas.
El crecimiento también se ve en los hábitos. En el Mediterráneo occidental, el uso de artículos reutilizados creció 88% en los últimos tres años, y su valor de mercado aumentó 91%. En España, el 65% de las personas compra ropa reutilizada con regularidad y el 80% revisa su placard al menos una vez por año para vender lo que ya no usa, según Forbes España.
El re-commerce se volvió tan relevante que obligó a las marcas de lujo a sumarse. Compañías como Gucci, Chanel y Louis Vuitton ya ofrecen prendas vintage y artículos de colección a través de plataformas digitales. La ropa usada pasó de ser una opción económica a convertirse en un símbolo de elegancia sostenible.
En paralelo, ganó fuerza un fenómeno cultural que pone en tela de juicio el consumo impulsivo. En países como Suecia, apareció la palabra köpskam, que se refiere a la "vergüenza de comprar ropa nueva". Esta actitud refleja una presión social creciente hacia quienes sostienen hábitos de consumo considerados nocivos para el medio ambiente.
Las plataformas digitales jugaron un rol clave en este giro. Sitios como Vinted, Wallapop o Vestiaire Collective potenciaron el intercambio de prendas en todos los niveles sociales, dándole volumen y visibilidad a un mercado que, hasta hace pocos años, se movía casi de forma informal.
De cara al futuro, se espera que el mercado global de ropa usada llegue a 322.000 millones en 2028, con un crecimiento del 168%, según Forbes. Dentro de ese universo, la moda de lujo usado crecerá un 11% anual hasta 2027, superando los 50.000 millones de euros. /Perfil