Sábado 08 de Noviembre de 2025, 09:35

Vera Wang
En el mundo de la moda, donde la juventud se consume y la innovación se desgasta a la velocidad de una temporada, hay una figura que desafía todas las leyes del tiempo. Vera Wang, la diseñadora neoyorquina que redefinió el vestido de novia y conquistó la alta costura desde la sobriedad, parece no haber envejecido un solo día desde que abrió su primer atelier en 1990. A los 76 años, su piel luce intacta, su cuerpo se mantiene delgado y firme, su andar sigue siendo el de una mujer de 40. Y lo más desconcertante: ella no lo esconde ni lo niega; simplemente vive así, sin alterarse ante la fascinación que provoca.Nacida en Nueva York en 1949, hija de inmigrantes chinos cultos y disciplinados, Vera Ellen Wang creció entre la exigencia del estudio y la búsqueda de la perfección. Antes de la moda, su vida giraba en torno al patinaje artístico, una práctica que la marcó para siempre. “Aprendí que la gracia solo se alcanza a través del control absoluto del cuerpo”, suele decir.
Esa idea atraviesa toda su existencia. Cada movimiento, cada decisión, cada plato de comida parece responder a un equilibrio milimétrico entre placer y rigor. A diferencia de otras figuras públicas, Wang no tiene entrenador personal ni sigue un programa de ejercicios extremo: “Trabajo demasiado para eso”, confesó en una entrevista. Pero se mueve constantemente. Su rutina diaria incluye largas caminatas por los pasillos de su taller, estiramientos entre prueba y prueba, y una vida activa sin pausas. “El trabajo es mi cardio”, bromea.
La dieta de la moderación absolutaSi su piel y su energía parecen de otra época, su alimentación también lo es. No sigue dietas milagrosas, pero tiene un principio inquebrantable: la moderación.
A lo largo de los años, ha contado que su menú diario es simple, casi monástico. Desayuna yogurt griego, frutas frescas y café negro. En el almuerzo, suele comer sashimi, pescado a la plancha o una ensalada con pollo. A la tarde, nunca falta una pequeña porción de chocolate, “porque el placer también es disciplina”. Y por la noche, pasta o arroz con vegetales, acompañados con un vaso de vino o, de vez en cuando, su cómplice más famoso: un poco de vodka.
En una entrevista para Harper’s Bazaar, cuando le preguntaron cuál era su secreto, respondió con humor: “Duermo mucho, me mantengo ocupada, no me expongo demasiado al sol y tomo vodka. No hay más misterio.”
Su despensa está libre de frituras y comidas ultraprocesadas, pero no vive obsesionada con las calorías. Más bien, sigue un patrón oriental de equilibrio: nada en exceso, todo con sentido. “La moda me enseñó a buscar la armonía visual. Con la comida es lo mismo”, dijo una vez.
Belleza sin artificios visiblesA diferencia de muchas de sus contemporáneas, Wang niega haberse sometido a grandes cirugías estéticas. Prefiere tratamientos menos invasivos: hidratación intensiva, protectores solares, cremas a base de colágeno y sesiones de luz LED para estimular la piel.
Se maquilla poco, y siempre del mismo modo: base ligera, labios apenas coloreados, cabello suelto y oscuro, que ella misma se encarga de mantener. No hay artificio, sino constancia.
Lo que sorprende es que, en la era de la exposición digital, ella comparte su imagen sin filtros. Su Instagram es una especie de ventana a un mundo donde el tiempo parece suspendido: fotos en bikini, looks deportivos, minivestidos de gala y un aire juvenil que desarma cualquier intento de lógica.
Juventud como estado mentalDetrás de su imagen impecable, hay una filosofía más profunda. Wang ha dicho muchas veces que su fuente de juventud no está en la piel, sino en la curiosidad. A diario trabaja con jóvenes diseñadores, modelos e influencers, y se deja contagiar por su energía.
“Estar rodeada de gente joven me mantiene alerta. Es como si el tiempo no pudiera alcanzarme mientras estoy creando”, confesó en una charla en Nueva York.
No es una mujer nostálgica. No habla de “sus años dorados”, porque para ella el presente siempre es el mejor momento. Cada nueva colección —ya sea de vestidos, fragancias o colaboraciones con marcas deportivas— lleva esa marca de vitalidad: tejidos livianos, líneas puras, una estética que respira movimiento.
La eternidad como construcciónVera Wang no pretende ser eterna, pero ha sabido construir una versión de sí misma que lo parece. No compite con la juventud: la redefine. En un mundo que teme envejecer, ella decidió hacerlo sin rendirse a la decadencia.
“Cumplir años es inevitable. Sentirse vieja, no”, suele repetir.
Y quizá ese sea su verdadero secreto: una mezcla de genética, disciplina, buen humor y una obstinada voluntad de permanecer activa. En la moda, donde los nombres van y vienen, Vera Wang sigue en pie, observando cómo los ciclos cambian a su alrededor.
Más leídas hoy
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Más leídas en la semana
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10