Maduro contra las cuerdas: crece la presión militar de EEUU y se aceleran los escenarios de caída

Sábado 22 de Noviembre de 2025, 20:20





La situación en Venezuela atraviesa su momento más delicado en más de una década. La presión militar, diplomática y geopolítica de Estados Unidos se intensifica a una velocidad sin precedentes, mientras el régimen de Nicolás Maduro enfrenta un rápido deterioro interno, con fracturas visibles en su estructura político-militar y una oposición revitalizada a nivel internacional. La combinación de estos factores ha encendido alarmas en toda la región y alimenta la sensación de que se está entrando en una etapa decisiva.

En el Caribe, la reactivación total de la histórica base de Roosevelt Roads en Puerto Rico marcó un viraje estratégico. El complejo, que permaneció inactivo por años, volvió a operar con capacidad plena para recibir aviones de combate de quinta generación, helicópteros pesados, unidades de despliegue rápido y equipos logísticos. La presencia de marines realizando maniobras de desembarco en costas caribeñas fue interpretada como una señal inequívoca de preparación para contingencias mayores. Aunque Washington insiste en que se trata de operaciones de seguridad regional, el nivel de medios empleados y la proximidad con Venezuela alimentan interpretaciones mucho más ambiciosas.

El despliegue se completó con el arribo del portaaviones USS Gerald R. Ford, acompañado por un grupo de combate que incluye destructores, fragatas y aeronaves de vigilancia. Su presencia a corta distancia del territorio venezolano constituye uno de los movimientos navales más contundentes de Estados Unidos en la zona desde la década de 1990. Paralelamente, bombarderos estratégicos realizaron patrullajes en el Caribe en un mensaje calculado hacia Caracas. El conjunto de operaciones ha generado inquietud en gobiernos de la región, que observan con preocupación un clima de creciente militarización.

Dentro de Venezuela, la situación también experimenta un giro marcado. En las últimas semanas se multiplicaron las informaciones sobre deserciones de oficiales de rangos medios y desplazamientos discretos de unidades internas. Aunque no se han producido rupturas abiertas en la cúpula de las Fuerzas Armadas, hay señales crecientes de desconfianza hacia el liderazgo político y hacia la capacidad del régimen para enfrentar una crisis externa de gran escala. Tras años de desgaste, la moral castrense parece debilitada y se registran movimientos sigilosos que sugieren tensiones internas difíciles de contener.

A estas fracturas militares se suma la fuga de funcionarios civiles vinculados al aparato chavista. Algunos altos cargos han abandonado el país de manera apresurada, mientras otros buscan contactos fuera de Venezuela para negociar eventuales garantías. Estas salidas suelen coincidir con investigaciones internas y procesos disciplinarios, que muchos interpretan como el intento del gobierno de purgar sectores que podrían convertirse en focos de disidencia.

La dimensión política de la crisis tuvo un punto de inflexión inesperado con el anuncio del Premio Nobel de la Paz para María Corina Machado. El reconocimiento a la dirigente opositora —una figura central en la lucha contra el régimen— sacudió el tablero político y convirtió la causa venezolana en un símbolo global. Para la oposición, el galardón es una victoria moral de enorme impacto, que refuerza su legitimidad internacional en un momento crítico. Para el gobierno, en cambio, representa una amenaza directa: fortalece el respaldo diplomático a Machado y expone al régimen a una presión internacional renovada.

La reacción oficialista ante el Nobel generó aún más preocupación. Voceros cercanos al gobierno insinuaron que podría impedírsele viajar a Oslo a recibir el premio, bajo el argumento de supuestos riesgos judiciales. Este escenario, de concretarse, desataría una tormenta diplomática con consecuencias impredecibles y colocaría al régimen en una posición aún más aislada ante la comunidad internacional.

Todo esto ocurre mientras la economía venezolana continúa en un estado crítico, con inflación persistente, caída del poder adquisitivo y un aparato productivo debilitado. Las tensiones sociales vuelven a crecer en barrios populares, donde se multiplica el malestar ante la falta de servicios, la inseguridad y el deterioro generalizado de la calidad de vida. El gobierno intenta contener la situación mediante operativos policiales y anuncios económicos puntuales, pero la percepción de inestabilidad avanza.

Con el frente militar presionando desde el Caribe, el frente político erosionándose desde adentro y el frente diplomático sumando actores influyentes como el Comité Nobel, el régimen enfrenta una tormenta perfecta. En círculos analíticos y diplomáticos se mencionan varios posibles escenarios: desde un acuerdo negociado que lleve a una transición controlada, hasta una ruptura interna que precipite un cambio abrupto de poder. También cobra fuerza la hipótesis de una caída generada por un colapso simultáneo de múltiples áreas: militar, económica y política.

Lo cierto es que, por primera vez en años, el poder de Maduro muestra fisuras graves y simultáneas. La intensificación del dispositivo militar estadounidense, la fuga de funcionarios, la presión diplomática creciente y el impacto global del Nobel a Machado conforman un cuadro de vulnerabilidad inédito. Los próximos meses serán decisivos para determinar si el régimen logra sostenerse o si la suma de tensiones internas y externas terminará provocando un desenlace que hasta hace poco parecía lejano.