Jueves 14 de Agosto de 2025, 06:54
El 50,9% de los argentinos dice sentirse “feliz” con su vida. El porcentaje representa una caída de 3,6 puntos porcentuales respecto del último trimestre del año pasado, cuando alcanzó 54,5%. A la vez, marca uno de los niveles más bajos desde 2018, cuando comenzaron estas mediciones.
Los datos se desprenden del informe más reciente del Observatorio de Tendencias de Insight 21, el think tank de la Universidad Siglo 21.
La felicidad y el bienestar son indicadores que se aplican para evaluar la calidad de vida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), quienes experimentan bienestar afrontan mejor el estrés de la vida cotidiana, son capaces de estudiar y trabajar de forma productiva, superar desafíos, desarrollar sus capacidades y mantener una buena salud física y mental.
Naciones Unidas desde 2012 publica el Informe Mundial de la Felicidad y, en ese ranking, a la Argentina le va relativamente bien. El año pasado ocupó el puesto 48 entre los 143 del listado que lideran Finlandia, Dinamarca e Islandia. Los especialistas, en general, coinciden en que es el “capital social” –tener vínculos, ser amigueros y sentirse contenidos por esos lazos– el que fundamenta esa evaluación.
El Observatorio de Psicología Social Aplicada (Opsa) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), entre los estudios sistemáticos que realiza, tiene un seguimiento sobre los factores que afectan la percepción de bienestar y muestra que, efectivamente, la cohesión social, la confianza interpersonal y la solidaridad juegan un papel significativo en la Argentina.
La medición de Insight 21, que tiene un margen de error de 3,02%, se realiza entre varones y mujeres de 18 a 65 años en la ciudad de Buenos Aires, Comodoro Rivadavia, Córdoba, Corrientes, Mendoza, Rosario y San Miguel de Tucumán. Aplica la Escala de Satisfacción con la Vida (SWLS), la misma que usan la Unesco y la OMS, que mide la evaluación cognitiva global que las personas realizan sobre su vida, considerando el grado en que las circunstancias actuales se ajustan a sus expectativas.
En 2018, el 58,9% dijo sentirse feliz; en 2019, el 58,1%; en 2020, el 62,2%; en 2021, el 57,6%; en 2022, 50,5%, el valor anterior más bajo; en 2023, 57,9%, y el año pasado cerró con 54,5%.
Entre los indicadores de satisfacción más destacados aparecen: el 44,3% siente que logró las cosas importantes que desea, 5 puntos porcentuales (pp) menos que en 2024; el 34,8% está conforme con la mayoría de los aspectos de su vida, una caída de 7,3 pp; y el 31,9% afirma que no cambiaría nada si pudiera vivir su vida nuevamente, una baja de 8,9 pp. La conformidad general perdió 7,3 pp respecto de la medición anterior.
Florencia Rubiolo, directora de Insight 21, sostiene que “medir la felicidad no es solo una cuestión de estadística, sino una herramienta para construir futuro. La felicidad es un componente esencial del desarrollo humano sostenible, ya que contribuye directamente al desarrollo integral de las personas y de las sociedades. Resulta importante reconocer la promoción del bienestar como un recurso estratégico para el progreso nacional”.
La baja de los niveles de felicidad se registra tanto entre hombres como entre mujeres, en todos los grupos de edad y en la mayoría de los niveles educativos, aunque con algunas variaciones. Los segmentos de 18 a 29 años y de 50 a 59 años reportan los niveles más bajos; la caída más pronunciado se da entre personas de 50 a 59 años, con una baja de 11,5 pp.
“En los jóvenes, la transición hacia la vida adulta suele ser un momento de proyectos y expectativas, y cuando el contexto es incierto –en el trabajo, en la educación o en la posibilidad de independizarse– la brecha entre sus expectativas y lo que pueden lograr puede provocar frustración y reducir su bienestar", señala Mario Trógolo, investigador de Insight 21.
Y agrega: “En el grupo de 50 a 59 años, muchas personas atraviesan cambios importantes, como la estabilidad laboral previa a la jubilación, preocupaciones laborales, familiares y de salud, que pueden acentuarse en un entorno desafiante".
Con el foco en el nivel educativo, la felicidad cayó en todos los niveles excepto en aquellos con posgrado, entre quienes aumentó de 65,4% en 2024 a 69,4% ahora. En los grupos con formación más baja, el porcentaje de personas felices se mueve entre 50,1% y 52,9%. Entre los hombres, 50,6% dice sentirse feliz (4,9 pp menos que en 2024) y 51,5% de las mujeres afirma lo mismo (caída de 2,4 pp).
Trógolo advierte que, si bien algunos indicadores macroeconómicos muestran señales de estabilización en la Argentina, “no es posible atribuir exclusivamente al contexto social y económico el modo en que las personas se sienten. Son factores que influyen, pero es necesario reconocer que la felicidad depende también de otros aspectos personales, familiares y comunitarios".
En ese sentido, enumera “la salud, las relaciones sociales, la sensación de propósito en la vida y el cumplimiento de las expectativas personales. Por eso, en un entorno cambiante, la mitad de los argentinos logra mantener niveles de felicidad, lo que muestra capacidad para adaptarse a contextos desafiantes".
Desde Insight 21 ratifican que la felicidad “puede entenderse como un componente esencial del desarrollo humano sostenible”. Advierten que, en el caso de Argentina, las recurrentes crisis sociales y económicas “han relegado el bienestar emocional a un segundo plano, impidiendo que se lo reconozca como un recurso estratégico para el progreso”. /La Nación