“Que se hagan cargo los adultos”, la condición que le puso Donald Trump a Milei para rescatarlo

Viernes 10 de Octubre de 2025, 23:44

Donald Trump



Por Ignacio Miri
Clarín

El jueves por la noche, cuando parecía que la tormenta política en la que está envuelto el Gobierno desde hace tres meses se iba a llevar puesto el régimen de Decretos de Necesidad y Urgencia -el único vector de decisiones políticas que le quedó al Presidente cuando decidió encerrarse en su grupo de aduladores-, el oficialismo consiguió algo parecido a un triunfo. A pesar de que ya había sido votada en general la ley que en la práctica elimina la posibilidad de que un Presidente dicte DNU, el Gobierno consiguió eliminar el artículo 3 de la norma en la votación en particular, con lo cual el proyecto volverá al Senado, la cámara de origen.

Lo más probable es que el Senado termine insistiendo en su proyecto original y apruebe la ley, pero lo que ocurrió con ese artículo 3 es significativo por otras razones.

En principio, porque el oficialismo no pudo llegar a los 129 votos necesarios para aprobarlo. El número que consiguió fue menor a los 140 diputados que votaron la ley en general.

Para entender el escenario completo hay que considerar que, si el Senado convierte el proyecto en ley, el Presidente la vetará. Esa situación puede abrir el escenario judicial, porque se discutirá si es constitucional que Milei vete una ley que está limitando sus propias atribuciones, pero antes que ello se impone una nueva ronda de cuentas parlamentarias. Para defender un veto, el Gobierno necesita el apoyo de un tercio de la cámara, que son 86 diputados. 

El jueves no llegó a esa cantidad, porque en la votación en general se opusieron a la ley sólo 80 diputados. La oposición, sin embargo, tampoco llega al número mágico de los dos tercios de los 257 diputados que necesita para bloquear un veto presidencial, porque fueron 140 los votos positivos. La clave, entonces, está en los más de 30 diputados que no votaron o que se abstuvieron y que son, por llamarlos de algún modo, “votos blandos”. En la votación del artículo 3, la cantidad de “votos blandos”, que no quieren votar a favor del Gobierno pero están dispuestos a ayudarlo cuando sea necesario, se agrandó bastante.

En este punto se vuelve más importante la otra lectura que se puede hacer de la votación del jueves. Esos votos blandos son los que puede cultivar la Casa Rosada para conseguir una nueva coalición que le permita recuperar gobernabilidad.

Esa palabra, que Milei despreció durante meses fascinado por la construcción de una fuerza propia y convencido de que su batalla principal era la de la elección de recambio legislativo, volvió al día a día de las conversaciones en el Gobierno porque fue la condición más importante que puso Donald Trump para activar el paquete de rescate a la Argentina.

El salvataje estadounidense al gobierno de Milei tiene varias fases. La primera ocurrió luego de la derrota del Gobierno en la elección bonaerense del mes pasado. Fueron los tuits de Trump y de Scott Bessent, secretario del Tesoro, anunciando medidas para darle estabilidad financiera y cambiaria a la Argentina, como un swap de 20 mil millones de dólares. Eso generó una espuma de entusiasmo que duró poco.

El jueves, Bessent le agregó unos dólares a esas promesas y compró pesos para ponerle un techo a la divisa estadounidense en la Argentina. Esa fue la segunda etapa. En el Gobierno dicen que el Tesoro de Estados Unidos, a través del Santander, JP Morgan y el Citibank, ofreció unos 400 millones de dólares en la primera hora y media de la intervención. Dicen también que terminó vendiendo menos que eso, pero fue suficiente para que en el Juicio Final Milei quede obligado a confesar que su Gobierno fue rescatado de las garras del mercado por un Estado.

La semana próxima, en Washington, comenzará la tercera fase. Milei y Trump anunciarán acuerdos comerciales y funcionarios argentinos y estadounidenses comenzarán a trabajar en anuncios de inversiones que podrían superar los 80 mil millones de dólares. Trump quiere que empresas estadounidenses inviertan en la extracción y enriquecimiento de uranio, en la extracción y el refinamiento de litio y en minas de minerales raros. 

Sobre todo, Trump reclama que empresas de su país reemplacen a las inversiones chinas, sobre todo en las áreas de tecnología y telecomunicaciones. No habrá pedidos para cancelar el swap chino con el Banco Central ni para que se corte la venta de granos a China.

La cuestión es que esa etapa del paquete de ayuda está completamente condicionada a la capacidad que desarrolle el Gobierno para reconstruir una coalición de apoyo. “Sin gobernabilidad no van a llegar esas inversiones. Tienen que hacerse cargo los adultos de cambiar las cosas en el Gobierno”, le dijo a Clarín esta semana uno de los hombres de Trump que está trabajando en los acuerdos.

Con tal de promover los negocios, los trumpistas están dispuestos a ayudar a Milei a conseguir esa gobernabilidad. En un corto viaje que el miércoles hizo a Buenos Aires, Barry Bennett, asesor informal de Trump y uno de los vínculos principales que tiene Santiago Caputo con Washington, habló con varios gobernadores para tratar de convencerlos de las ventajas de apoyar a Milei en el Congreso como manera de pavimentar el camino para las inversiones que se prometerán a su debido tiempo. 

Bennett y Soledad Cerro, junto a Matt y Mercy Schlapp y Leonardo Scatturice, armaron Tactic Global, una consultora argentino-estadounidense que aprovechó la vocación conservadora de Trump y de Milei para armar un backchannel entre los dos gobiernos. Por esa vía, que va desde una oficina en la calle Córdoba, en Tribunales, hasta otra frente al río Potomac, en Washington DC, camina Santiago Caputo desde hace meses.

Trump y su equipo ya se dieron cuenta de que hay muy pocas posibilidades de que Milei camine hasta 2027 sin las muletas Made in USA que acaban de prestarle, que incluyen, además del monitoreo remoto del mercado cambiario y de la intervención en la política exterior que ocurren a cielo abierto, una operación permanente -en un volumen y en una profundidad que la Argentina desconoce- sobre las decisiones de la Casa Rosada y sobre la agenda parlamentaria. /Clarín