Domingo 05 de Octubre de 2025, 08:46
Timothy Treadwell fue conocido en todo el mundo como “el hombre grizzly”. Durante más de una década convivió cada verano con los osos pardos del Parque Nacional Katmai, en Alaska. Se presentaba como su guardián, su defensor y su mejor amigo. Grabó cientos de horas de video, escribió un libro exitoso y dio conferencias donde proclamaba que los osos le habían salvado la vida. Esa misma pasión, sin embargo, lo llevó a una muerte brutal en octubre de 2003, cuando fue devorado junto a su novia Amie Huguenard por uno de esos animales a los que tanto había defendido.
Treadwell había llegado a esa vida salvaje después de años oscuros. Soñaba con ser actor en Los Ángeles, pero nunca logró triunfar. El fracaso lo empujó al alcohol, las drogas y las detenciones policiales. Su existencia se encaminaba a un final triste hasta que un veterano de Vietnam le aconsejó buscar refugio en la naturaleza. Allí descubrió a los osos grizzly y se obsesionó con protegerlos. Aseguraba que ellos le habían dado un propósito y lo habían alejado de la autodestrucción.
En Katmai se convirtió en una figura polémica: mientras algunos lo veían como un héroe ambientalista, otros lo consideraban un imprudente que ponía en riesgo a sí mismo y a los animales. Acampaba demasiado cerca de los osos, los tocaba, jugaba con las crías y despreciaba cualquier medida de seguridad. Incluso se negaba a llevar gas pimienta: “Prefiero morir antes que lastimar a un oso”, repetía.
A pesar de las advertencias, en 2003 volvió a instalar su carpa en Katmai junto a Amie. Ya era otoño y sabía que esa era la época más peligrosa: los osos necesitaban alimentarse desesperadamente para hibernar. Pese a todo, decidieron quedarse unos días más. “Estos osos son su familia”, había dicho Amie en una de sus últimas grabaciones.
El 5 de octubre, poco después del anochecer, la tragedia golpeó. Un oso atacó a Treadwell frente a la carpa. Amie gritó desesperada mientras la lluvia golpeaba la lona. “¡Hacete el muerto!”, suplicó primero. Luego, desesperada, se la escucha gritar “¡Salí de acá!”, intentando ahuyentar al animal con una sartén. Pero el grizzly no se detuvo. Tras destrozar a Timothy, fue por ella.
Lo aterrador es que esos minutos quedaron grabados. La cámara de video estaba encendida, aunque con la tapa puesta: no hubo imágenes, solo audio. Seis minutos de gritos, rugidos y desesperación que narran en tiempo real el fin de ambos. Se trata de uno de los registros sonoros más estremecedores que existen sobre una muerte en la naturaleza.
Escuchá el aterrador audio (Recreación del audio original):
Al día siguiente, el piloto que debía recogerlos encontró el campamento destruido y a un enorme oso devorando restos humanos. Los guardaparques debieron abatir al animal para recuperar lo poco que quedaba de la pareja. En una de las carpas hallaron la cámara con la cinta. Años después, el director Werner Herzog escuchó ese audio durante la producción de su documental Grizzly Man.
Herzog, conmocionado, confesó que fue lo más aterrador que había oído en su vida. Aconsejó destruir la cinta, pero la ex pareja de Treadwell decidió guardarla en una bóveda. Nadie la volvió a escuchar públicamente. Los últimos seis minutos de Timothy y Amie quedaron sellados como una cápsula de horror: el testimonio de un amor trágico y de una vida entera entregada a los osos que, al final, le arrebataron todo.