Cientos de fieles honraron la imagen histórica del Señor de la Salud en la Basílica de la Merced

Martes 11 de Noviembre de 2025, 12:10





Como todos los años, cientos de fieles tucumanos honraron el 10 de noviembre una sagrada imagen histórica del Señor de la Salud, que se encuentra en la basílica Nuestra Señora de la Merced, declarada templo jubilar en este Año Santo.

Acompañados por el lema "Como peregrinos de esperanza supliquemos al Señor de la Salud", la feligresía acompañó la procesión y participó de la celebración de la Eucaristía celebrada por el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Sánchez.

En su homilía, el prelado advirtió: "Guarda con aquel que no se crea valioso, porque a veces nos consideramos infelices, pocas cosas, que nuestra vida no vale. Somos amados por el Señor con nuestros defectos y virtudes, y eso es lo que nos levanta la dignidad, nos alienta a vivir en la esperanza".

"Al contemplar al Señor recordamos su sacrificio al derramar su sangre en la cruz para el perdón de los pecados, Él siempre está dispuesto a perdonar si nos arrepentimos, no nos alejemos de su amor misericordioso", recordó.

Una antigua devoción tucumana

Una antigua devoción tucumana tiene al Señor de la Salud como el protector contra toda enfermedad corporal y espiritual. Es una de las devociones más antiguas del Norte argentino, un Cristo crucificado, adquirido por la orden mercedaria y traído desde Potosí (1754), que es ahora custodiado en uno de los altares laterales de esa basílica. 

Entre noviembre de 1886 y febrero de 1887, San Miguel de Tucumán fue acechada por una de las peores epidemias que vivió la Argentina. El cólera mató a seis mil personas, un tercio de la población total de la ciudad. La feroz epidemia se había iniciado en el Litoral y luego llegó a la ciudad de Córdoba. 

Por tal motivo, Tucumán puso al Señor de la Salud en el centro de todas las rogativas por los enfermos y necesitados. El párroco, presbítero Luis Alfaro, hizo sacar en procesión la imagen del crucificado Señor de la Salud, para rogar el cese del cólera y al poco tiempo la epidemia frenó milagrosamente su expansión. 

En 1888, el distinguido doctor Luis Aráoz y su esposa, Carmen Reto, donaron la aureola que rodea y corona la sagrada imagen del Señor crucificado. También fueron ornamentados los extremos de la cruz con unas punteras de plata y cubiertas con piedra amatista las cabezas de los clavos, en manos y pies del Señor. /Aica