Sábado 22 de Noviembre de 2025, 09:54

En el centro, con smoking, Alberto René Suter.
La voz de Alberto René Suter marcó a generaciones de televidentes tucumanos y su rostro fue sinónimo de espectáculo y cercanía. Entre luces de estudio, cámaras calientes y escenarios sembrados de música, Suter construyó una identidad televisiva propia.
Cuando Canal 10 de Tucumán encendió sus transmisores a mediados de los años 60, la televisión regional argentina todavía estaba en pañales. Era un tiempo en el que cada emisión dependía de la pericia artesanal de técnicos, productores y conductores que aprendían sobre la marcha. En ese ambiente pionero, Alberto René Suter se convirtió rápidamente en una de las figuras centrales.
Locutor de impecable dicción, presencia escénica sobria y una voz grave que le daba a cada presentación un tono ceremonioso, Suter se adaptó con naturalidad al ritmo del estudio televisivo. Canal 10 —propiedad de la Universidad Nacional de Tucumán— buscaba construir una identidad propia, diferente del modelo porteño, y Suter fue una pieza clave en ese proyecto cultural.
Entre todas sus participaciones en televisión, “La Caja Nº 10” fue la obra que lo inmortalizó. Se trataba de un programa musical y artístico en vivo, un formato que hoy parece complejo pero que en los años 60 y 70 era parte esencial de la televisión provincial. Orquestas completas, cantantes solistas, bailarines, conjuntos folklóricos y artistas invitados pasaban por el estudio cada semana.
En ese escenario, Alberto René Suter brillaba como maestro de ceremonias. Su estilo cordial, respetuoso y cálido conectaba con un público que, por primera vez, veía a artistas locales ser tratados con la misma dignidad que las estrellas nacionales.
Además del entretenimiento, Suter fue parte del universo informativo del canal. Participó en Teleprensa (luego TV Prensa), el noticiero principal de Canal 10, donde aplicó su formación en locución y su presencia seria. También se lo recuerda en programas de radio, especialmente en LV12.
Lo cierto es que su figura se movía con soltura tanto en el ámbito artístico como en el noticioso, una versatilidad que pocos comunicadores de la época lograban equilibrar con naturalidad.
Una tragedia familiarLa vida pública de Alberto René Suter dio un giro abrupto durante la represión ilegal de la dictadura militar. Su familia fue víctima directa del terrorismo de Estado: su sobrino, Juan Carlos Suter, fue secuestrado y asesinado; su cuñada también fue detenida ilegalmente.
Los expedientes judiciales de las megacausas de Tucumán —incluida la causa “Jefatura de Policía” y procedimientos vinculados a Villa Urquiza— registran que Suter se involucró activamente en la búsqueda de su sobrino y en la denuncia de los hechos. En esos documentos figuran testimonios que indican que sufrió represalias laborales, presuntas cesantías y presiones por parte de funcionarios vinculados al aparato represivo.
Su participación no tuvo gran visibilidad pública en ese momento —la censura lo volvía imposible—, pero las investigaciones posteriores lo mencionan de manera recurrente.
Con el regreso de la democracia y la posterior modernización de los medios, Suter fue quedando al margen de la pantalla. Aun así, su presencia nunca desapareció del todo. Excompañeros y productores de Canal 10 lo recuerdan como un referente ético y profesional; los homenajes al canal mencionan su rol en la construcción de una identidad televisiva local.
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