A dos días de la boda, Alperovich dio de baja a varios invitados por miedo a que lo devuelvan a Ezeiza

Martes 25 de Noviembre de 2025, 21:43

Alperovich empezó a tachar invitados para evitar que la fiesta termine con él otra vez en una celda



A menos de 48 horas del casamiento de José Alperovich, el evento que debía ser una celebración íntima se transformó en un reflejo incómodo de su situación judicial. El ex gobernador tucumano, condenado a 16 años por abuso sexual contra su sobrina y actualmente cumpliendo prisión domiciliaria en Puerto Madero, prepara su boda con la ex ganadora de Gran Hermano, Marianela Mirra, bajo estrictas reservas y con una lista de invitados que se achica a último momento.

En las últimas horas, varios de los convocados por el propio Alperovich recibieron mensajes de disculpas vía WhatsApp, informó La Gaceta este martes. Muchos ya tenían pasajes comprados, trajes listos y expectativas confirmadas, pero quedaron fuera de la ceremonia sin mayores explicaciones. El casamiento, que se realizará en el complejo Zen City —donde el ex mandatario cumple la domiciliaria— pasará de ser un evento social esperado a una reunión mínima, casi protocolar, acompañada solo por pocos testigos.

En su entorno reconocen que el recorte responde al temor de que la Justicia imponga nuevas restricciones, especialmente después del episodio que involucró recientemente a Cristina Fernández de Kirchner, también con prisión domiciliaria. La ex presidenta recibió a un grupo numeroso de visitantes y, tras la intervención del juez Jorge Gorini, quedó limitada a encuentros breves y con un máximo de tres personas por vez. Ese precedente encendió alarmas.

En el círculo de Alperovich admiten que buscan evitar cualquier situación que pueda interpretarse como incumplimiento de las condiciones impuestas, lo que podría derivar en consecuencias más severas, incluida la posibilidad de volver a una unidad penitenciaria. El objetivo ahora es reducir riesgos al mínimo, incluso si eso implica dejar afuera a familiares y amigos que ya tenían organizado su viaje.

Alperovich busca evitar cualquier escenario que pueda devolverlo a Ezeiza.

Lo que debía ser una fiesta terminó evidenciando la gravedad del contexto: un casamiento condicionado por una condena judicial, celebrado dentro del perímetro de una prisión domiciliaria y marcado por el miedo a nuevas sanciones. La cuenta regresiva continúa, pero el clima que rodea al enlace está lejos del de una celebración tradicional. Aquí, la prioridad no es la celebración, sino evitar que la Justicia vuelva a intervenir.